Nuestro cuerpo muchas veces delata lo que sentimos de formas bastante escandalosas. Por ejemplo, para algunas personas es un poco difícil disimular la excitación sexual, por razones obvias. Pero si hay algo que no se puede disimular, sean cuales sean tus genitales, es el hambre. Y es que a todos nos suenan las tripas cuando tenemos hambre. Al menos, así es como lo decimos informalmente. Pero, en realidad, lo que nos ocurre es un fenómeno conocido como borborigmo.

Las tripas hacen referencia a los intestinos de forma coloquial. Sin embargo, el borborigmo es un sonido que no empieza en los intestinos, sino en el estómago. Es algo totalmente normal cuando tenemos hambre y no supone un motivo de preocupación, aunque a veces nos haga sentir un poco de vergüenza en determinadas situaciones.

Pero, a pesar de que todos lo sentimos continuamente, no solemos pararnos a pensar a qué se debe. Entonces, ¿qué es lo que realmente se oye cuando nos suenan las tripas por hambre? 

El borborigmo por el que nos suenan las tripas cuando tenemos hambre

Cuando comemos, trituramos los alimentos con los molares y los mezclamos con la saliva, dando lugar a lo que se conoce como bolo alimenticio. Esta especie de papilla pasa a través de la faringe y el esófago y llega al estómago, donde se mezcla con los jugos gástricos y se somete a unos vaivenes, conocidos como movimientos peristálticos, que ayudan a descomponerla en partículas más pequeñas. De ahí, y también con ayuda de los movimientos peristálticos, estas se desplazan hacia los intestinos, donde se produce la absorción de los nutrientes que pasarán a la sangre para distribuirse por las células que los necesiten. El resto, lo que no es necesario para el organismo, se excreta como productos de desecho.

Esta es una explicación hiper resumida del proceso de digestión. Pero lo que nos interesa aquí es lo que ocurre cuando en el estómago ya quedan pocas de esas partículas procesadas de alimentos, porque la mayoría ya han pasado a los intestinos.

En ese caso, es más difícil que sigan su curso. Como cuando intentamos vaciar los restos de un bote de gel de ducha. No basta con dejarlo caer, como normalmente. Hay que sacudirlo. El estómago también se sacude. Comienza a contraerse, generando unos movimientos en los que los alimentos y los fluidos gástricos se mezclan con el aire. Recordemos que está casi vacío. Esa mezcla de aire, fluidos y restos de alimentos en movimiento es la causa por la que nos suenan las tripas cuando tenemos hambre.

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La germina estimula el apetito cuando llevamos mucho tiempo sin comer. Crédito: Henley Design (Unsplash)

El papel de la grelina

La grelina es conocida como la hormona del hambre por razones fáciles de deducir. Puede secretarse en varias partes del cuerpo, como la hipófisis, el hipotálamo o incluso la placenta. Pero donde se secreta una mayor cantidad de esta hormona es en el estómago.

Esta liberación ocurre mayoritariamente cuando llevamos tiempo sin comer. Su función principal es la de enviar al cerebro señales que promueven el apetito. Pero tiene otras muchas funciones, entre las que se encuentra precisamente la estimulación de la liberación de jugos gástricos y de los movimientos del estómago. 

Por eso, ante un estómago casi vacío, nos suenan las tripas principalmente por esas dos vías. Tenemos hambre y, por un lado, hay que vaciar lo que queda en el estómago y, por otro, prepararlo para volver a rellenarlo. Así es como surgen esos ruidos que tanto nos avergüenzan, pero por los que no deberíamos sentirnos mal. Al fin y al cabo, son una señal de buena salud. Sería mucho más preocupante no oírlos nunca. 

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