Roberto (nombre ficticio) suele sentirse irritable, normalmente comiendo mayor cantidad y alimentos menos sanos. Además, se ve “con mayor facilidad para gastar dinero de forma consumista”. Carla (nombre ficticio) se siente “como una anciana de 80 años en el cuerpo de una mujer de 40”. Se le descompensan el sueño, el ejercicio y la alimentación. La astenia primaveral pasa a “astenia anual” y le resulta complicadísimo concentrarse en cualquier actividad intelectual. Algo parecido le pasa a Paula (nombre ficticio), quien reconoce que el efecto es parecido a “una resaca” que le afecta tanto física como mentalmente. Come más comida basura y necesita mucho tiempo para “volver a ser persona”. En cuanto a Marina (nombre ficticio), soporta dolores de cabeza y un cansancio que alguna vez la ha dejado cerca del desmayo. Todas estas personas son sanitarios hablando de cómo se sienten el día después de una guardia.

Roberto es médico anestesista en Galicia y Carla es enfermera del SAMU en la Comunidad Valenciana. En cuanto a Paula y Marina, ambas son residentes en Andalucía, la primera de medicina y la segunda de enfermería. Especialidades diferentes, en lugares distintos, pero todos ellos con muchos puntos en común a la hora de hablar de las guardias. 

Y es que cada vez son más las evidencias de los problemas que acarrean estas extenuantes jornadas de trabajo a los profesionales de la salud. Los testimonios están claros, pero la situación va más allá, también con la publicación de numerosos estudios que analizan su situación. Estos demuestran que el estrés y la falta de sueño de las guardias pueden afectar a su salud física y mental. Pero también a la de los propios pacientes. Por eso, urge buscar soluciones.

¿Cuánto duran realmente las guardias?

Las guardias dependen mucho de la profesión, la especialidad o el lugar en el que se ejerce. Por ejemplo, Roberto hace de media cuatro guardias al mes, en las que trabaja un día entero y descansa otro. “Después de 24 horas me incorporo al día siguiente, excepto si es una guardia de viernes”, explica el anestesista. “En caso de ser un sábado se libra el lunes”.

Carla, en cambio, hace unas seis guardias al mes, en las que trabaja 24 horas y libra cuatro días, para después, tras 24 horas, librar cinco días. Las de Paula son las pautadas para todos los residentes de medicina. “En teoría no podemos hacer más de 7 guardias, lo que pasa es que normalmente se hacen entre 4 y 6, no se suele llegar a las 7”, explica la joven al otro lado del teléfono. “Ahora mismo en mi hospital hacemos 5, que suele ser lo normal, aunque en verano te ofrecen una extra para que hagas 6”.

El problema es que “hay servicios en los que no se respetan los salientes”. Por ejemplo, “hay residentes que a lo mejor hacen su guardia de 17 horas, pero trabajan por la mañana y al día siguiente se van a las 12 o las 13”. Esto, al parecer, es más habitual en especialidades quirúrgicas.

Y la situación no es mejor para los residentes de enfermería. Nos lo cuenta Marina, quien ya ha terminado su residencia, pero recuerda cómo era la situación entonces. “Todos los meses me tocaba hacer 24 horas un viernes y otras 19 horas el domingo. Ahí no descansas, sobrevives hasta el lunes”. 

En definitiva, da igual si hablamos de enfermeros o médicos, adjuntos o residentes. Todos lidian con guardias eternas, que a veces incluso duran más de lo pautado legalmente. Eso, como hemos visto al principio, tiene consecuencias.

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Las consecuencias de la falta de sueño

Dormir mal y poco afecta gravemente a la salud. Esto es aplicable a cualquier persona de cualquier profesión. Sin embargo, como es lógico, es un claro ejemplo de lo perjudiciales que pueden ser las guardias.

El sueño de los seres humanos, como el de otros animales, está regido por los ciclos circadianos. Estos son cambios que se dan en nuestro cuerpo de forma periódica, en ciclos de 24 horas, y responden a diversos estímulos, como la luz. Por ejemplo, en el caso del sueño, cuando nuestro cerebro detecta por la entrada de luz a través de los ojos que se ha hecho de día, se inhibe la secreción de melatonina. Esta es una hormona que desencadena buena parte del mecanismo fisiológico que conduce al sueño. En cambio, cuando deja de recibirse tanta luz y se percibe oscuridad, esta empieza a liberarse en gran cantidad.

Estos son unos ritmos tan claros que alterarlos puede afectar al sueño. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el famoso jet lag, cuando viajamos a una zona horaria alejada de la nuestra. No obstante, si se mantienen en el tiempo o se repiten a menudo, esa alteración del sueño conduce también a problemas de salud.

Y es que cuando dormimos realizamos una especie de reset necesario para nuestro cuerpo. Si este no se lleva a cabo adecuadamente, aparecerá primero la somnolencia, la irritabilidad o la impulsividad. He aquí los problemas para realizar ejercicio o tomar comida sana de los sanitarios consultados para este artículo. Y después llegan otros problemas de salud, desde afecciones cardiovasculares y respiratorias hasta problemas neurológicos, pasando por enfermedades de la piel y los sistemas inmunitario y endocrino. Incluso se ha relacionado con problemas de fertilidad

Durante las guardias, los sanitarios no solo se someten a un gran estrés. También experimentan los problemas de la falta de sueño y el descontrol de los ritmos circadianos. Esto puede causarles múltiples problemas de salud, tanto a nivel físico como mental. Pero ellos no son los únicos que sufren las consecuencias.

Así afectan las guardias a los pacientes

La privación del sueño tiene también claras consecuencias a nivel cognitivo. Y esto es algo que no sufren solo los sanitarios durante las guardias. También los pacientes que acuden a urgencias.

La claridad con la que piensan a la hora de realizar diagnósticos o llevar a cabo ciertas prácticas no es la misma. Lógicamente, no porque ellos lo quieran así, sino porque es físicamente muy complicado. “Intentas poner toda tu concentración y tu esfuerzo físico y mental y es cierto que la adrenalina del momento ayuda”, explica Carla. “Sin embargo, también es verdad que cuanto más cansado estás y más avanzan las horas, más propenso eres a cometer errores”. Además, añade que, “como lo sabes, estás más en tensión, con lo que aumenta el agotamiento”.

Roberto opina en la misma línea que ella. “Tengo la absoluta certeza de que conforme van pasando las horas de guardia va cayendo la calidad asistencial”, sentencia. “Hay muchos estudios que prueban que aumenta la morbimortalidad en caso de operarse por equipos cansados”.

Y no solo eso. También se ven muy alteradas sus decisiones. Por ejemplo, en un estudio reciente se demostró que, durante las guardias, a medida que pasan las horas, los médicos tienen tendencia a recetar menos fármacos para el dolor

Esto es aplicable a sanitarios con muchos años de experiencia, pero especialmente a quienes están empezando. De hecho, en 2020 se publicó un estudio que señalaba una clara afección a nivel cognitivo y emocional entre los residentes de medicina de diferentes especialidades. Es algo que Paula tiene también muy claro:

“Yo no atiendo igual a un paciente a las 15 que a las 3 de la mañana. A esa hora estoy viendo la historia del paciente y se me cierran los ojos, mentalmente no sabes qué hacer y es más normal que preguntes a los compañeros qué harían ellos. Hay pacientes que a lo mejor te llegan a las 7 de la mañana y les pones algo de medicación y los dejas para el que venga fresco a las 8:30. Algunas veces tú los orientarías de otra manera si estuvieses fresco, pero no puedes. Lógicamente, quieres tratar igual al que llega a las 15 que al que llega a las 3, pero es que física y mentalmente no es posible”.

Paula (nombre ficticio), residente de medicina en Andalucía

Y la situación no es diferente para los residentes de enfermería, como bien nos cuenta Marina. “Uno intenta sacar fuerzas físicas de donde no tiene, pero llega un punto de la guardia en que es como si el trabajo te engullera, se mezcla ya una hora con otra, un paciente con otro, tienes que hacer más esfuerzo para centrarte en el momento y es facilísimo que algo se te escape”, relata. “Al principio te cuesta más esfuerzo físico que no se te corte el cuerpo de madrugada por la falta de descanso, te cuesta activarte si has conseguido descansar unos minutos”.

Añade que “con el tiempo aprendes a dormir cuando puedes, aunque no tengas ni sueño, y también a despertarte y hacer lo que toca sin transiciones”. Pero lógicamente todo eso tiene un precio.

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¿Hay soluciones?

Para los sanitarios, realizar guardias no es un plus a su sueldo. Es lo que convierte su sueldo en algo relativamente digno, que aun así se encuentra muy por debajo de lo que cobran estos especialistas en otros países. De hecho, es algo que se ve claramente en los médicos y enfermeros residentes.

“Nuestro sueldo base son 989 euros, ya reduciendo el IRPF y todo”, especifica Paula. “Si nosotros no hiciéramos guardias, porque a lo mejor estás de baja con un esguince, te pagan tu sueldo normal, que son 989, pero no cobras más”. Por lo tanto, en palabras de la médica residente, “es como un sobresueldo”.  “Luego cobras otros 900 y pico euros de las guardias, pero si no las haces, con todo lo que supone de salud, a ver quién paga un piso hoy en día”. Finalmente, añade el cálculo por hora de cada una de esas guardias. “En las guardias cobro 12 euros y pico por hora, estoy tomando decisiones sobre la vida de muchas personas y me saldría más a cuenta dar clases particulares”.

Marina recuerda algo similar de su época de residente. “Mi sueldo base eran 800 y pocos euros después de impuestos”, explica. “Sin esas 97 horas de guardia no puedes vivir, llegaba a cobrar más en la nómina de las guardias que en la de sueldo base”. Además, lo compara con su situación posterior como enfermera de atención primaria. “De EIR (enfermero interno residente) cobraba con las 97 horas unos 1.600-1.700 € y trabajando de enfermera de atención primaria después de la especialidad (pero sin estar contratada como especialista porque en Andalucía no se reconoce la especialidad) cobraba esos 1.600 € sin hacer ni una hora de guardia”.

En cuanto a los médicos especialistas, Roberto reconoce que el nivel adquisitivo mejora con respecto a los residentes, pero que aun así siguen dependiendo de las guardias. “La mitad del sueldo prácticamente depende de actividad extra”. 

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A menos sanitarios, más guardias

Ante estos problemas, la solución fácil, sin atender a cuestiones prácticas o económicas, sería subirles el sueldo y reducir las guardias. Pero está claro que esto a día de hoy no es factible, básicamente porque no hay suficientes sanitarios

Es algo que explica muy bien Paula. “Nos faltan médicos y consultas, porque ni siquiera tenemos espacio físico como para poder atender a los pacientes”, relata. “A veces estamos dos residentes en la misma consulta, se acumula la gente, pero no podemos dividirnos porque no hay espacio”. 

Esto es un problema, porque hace también que se carguen las urgencias y que las guardias sean tan intensas como para afectar peligrosamente a su salud. Aquí es cierto que intervienen otros factores, como la falta de educación sanitaria de algunas personas, que usan las urgencias para situaciones que deberían atenderse en atención primaria. Pero es algo que claramente no ocurriría, o al menos ocurriría mucho menos, si la atención primaria estuviese bien surtida de médicos. 

Este problema de los recortes no afecta solo a los residentes de medicina. Los de enfermería no lo sufren tanto, pero también experimentan sus consecuencias negativas. “En teoría, a los residentes de enfermería no nos afectan tanto los recortes, porque no estamos cubriendo un hueco”, cuenta Marina. “Sin embargo, cuando falta un compañero adjunto se nota. Cuando llegaban vacaciones y tenías que montarte en la ambulancia con alguien sin experiencia se nota y a veces incluso nos ha tocado dar un paso al frente y hacer cosas de manera más autónoma de lo que deberíamos porque quien es responsable de lo que haces en tu guardia tiene menos experiencia que tú”.

Ante esto, la joven aclara que no les culpa. “Las enfermeras hacemos lo que podemos porque no se fomentan ni se respetan nuestras especialidades y hoy te mandan allí y tienes que tragarte el miedo y hacer lo que puedas”.

Pero los recortes también afectan a los especialistas. Roberto, por ejemplo, recuerda que, lógicamente, “a menos personal, mayor número de guardias a repartir, especialmente en meses sensibles como los de verano”. En enfermería, además, Carla nos cuenta cómo afectan los recortes a la calidad asistencial en el SAMU. 

“El último de los problemas de la falta de personal es que, para acceder a este trabajo, tanto médicos como enfermeros en la Comunidad Valenciana tienen que hacer un curso de acceso de diploma de transporte sanitario medicalizado. Sin embargo, ante la falta de personal se ha decidido (aunque el tema aún está abierto) que cualquiera sin el diploma de transporte pueda acceder al trabajo, mermando así de forma brutal la calidad asistencial. Tendría acceso al trabajo cualquier persona sin capacitación”.

Carla (nombre ficticio), enfermera SAMU en la Comunidad Valenciana

En definitiva, por mucho que haya guardias buenas, en las que puedan descansar más que en la mayoría, en general se trata de situaciones que van calando poco a poco en la salud de los sanitarios. Pero no pueden prescindir de ellas, porque tienen una contribución increíblemente grande a su sueldo. Tampoco pueden apoyarse en sus compañeros, pues las plantillas tienen muchos menos trabajadores de los que sería justo. Y, desde luego, muchísimos menos de los necesarios.

Visto lo visto, está claro que el sistema tiene muchos puntos que deben solventarse. La solución es compleja, pero si hay algo que podemos afirmar sin temor a equivocarnos es que, para encontrarla, hacen falta mucho más que aplausos.

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