Hay dos razones por las que el miedo a los efectos secundarios de la vacuna del coronavirus puede provocar todavía más efectos secundarios. Por un lado, está la influencia del efecto nocebo, que no debemos confundir con el efecto placebo. Por otro, un fenómeno conocido como histeria colectiva.

Y es que, los efectos secundarios de la vacuna del coronavirus son trending topic últimamente. No solo por el temor generado a raíz de los raros casos de trombos que se han vinculado a la de AstraZeneca. También porque muchas personas temen sufrir algunos más comunes, menos peligrosos, pero bastante molestos. Muchos de ellos consecuencia del miedo.

Las redes sociales se han llenado de numerosos testimonios de personas contando su experiencia. Buen ejemplo de ello es el de la chica de Tik Tok que subió un vídeo claramente compungida, contando lo mal que se sentía, mientras chupaba un tubito de paracetamol. Esto, por un lado, está bien, ya que nos ayuda a saber a qué nos enfrentamos. Por otro, si no se comunica adecuadamente, puede generar rechazo o incluso nuevos efectos adversos. 

El efecto nocebo, el gemelo malvado del efecto placebo

El efecto placebo genera una sensación beneficiosa sobre las personas que lo experimentan. Normalmente, se da cuando consumen una sustancia sin ningún tipo de acción sobre el organismo, similar a otra que sí que la tiene. O, simplemente, bajo convencimiento de que funcionará. 

El efecto nocebo, en cambio, genera totalmente contrario. Se da cuando experimentamos síntomas negativos tras el consumo de una sustancia que, aun sin serlo, consideramos dañina. En el caso de las vacunas del coronavirus, resulta curioso que durante los ensayos clínicos de la mayoría de candidatas que ahora se están administrando las personas que recibieron el placebo también aseguraron haber sufrido efectos adversos, como dolor de cabeza o cansancio.

Incluso ha habido personas que han reconocido que se encontraron peor al recibir el placebo en los ensayos clínicos que cuando se les puso la vacuna definitiva. Estos, por lo tanto, no son efectos secundarios de la vacuna del coronavirus, sino daños de origen psicosomático resultantes del efecto nocebo. Y, claro, cuando eso ocurre en un grupo de personas, nos encontramos ante nuestro segundo fenómeno involucrado.

Histeria colectiva y efectos secundarios de la vacuna del coronavirus

La histeria colectiva es un fenómeno psicológico que se da cuando un grupo de personas responden con síntomas similares ante una amenaza, real o no.

Hay de dos tipos. Por un lado, la histeria de ansiedad masiva ocurre sobre todo en grupos de escolares, con una tensión previa importante, y suele desaparecer al separarlos. Por otro, la histeria motora de masas ocurre en cualquier grupo de edad, cuando muchas personas manifiestan simultáneamente anomalías en el movimiento.

La histeria colectiva podría estar detrás del famoso Baile de San Vito

Esta última explicaría algunos sucesos misteriosos de la historia, como la famosa epidemia de baile medieval, conocida también como Baile de San Vito, por la que una gran multitud de personas comenzó a lanzarse a las calles, bailando sin control hasta desfallecer.

La primera, en cambio, ha protagonizado muchos casos relacionados precisamente con las vacunas. Por ejemplo, en 1997, durante una campaña de vacunación contra el Meningococo C en un colegio privado de Madrid, se dio una situación curiosa de histeria colectiv. Dos niñas, de 7 y 10 años, se desmayaron poco después de la vacunación. Ambas eran hermanas y tenían antecedentes de síncopes por inyección. Este es un fenómeno benigno por el que algunas personas pueden sentirse muy mareadas, o incluso desmayarse, después de recibir un fármaco por esta vía de administración. Es precisamente lo que le ocurrió en diciembre a una enfermera estadounidense que se desmayó tras vacunarse, generando la respuesta de multitud de antivacunas, que llegaron incluso a sospechar que podría haber muerto. Poco después ella misma salió en televisión desmintiendo lo ocurrido y explicando que es algo que le ha pasado durante años. 

El caso es que el desmayo de estas dos niñas fue presenciado por dos clases completas, una de 5º de primaria y otra de 1º de ESO. Poco después, cuando el resto se vacunaron y ya habían vuelto a clase, más de una decena de niños comenzó a sentirse mal. Pero solo niños de esas dos clases concretas. Además, resulta curioso que todos los de una clase, que habían hablado entre ellos, se quejaban de dolor de cabeza. Los de la otra, de dolor de barriga. Se paró la vacunación por precaución y se procedió a hacer una campaña de concienciación entre los alumnos, brindándoles ayuda psicológica y aclarando sus miedos. Poco después se volvió a comenzar y no hubo ningún problema más. Era un claro caso de histeria colectiva.

¿Quiere decir que no existe ningún efecto secundario de importancia?

Los efectos secundarios de la vacuna del coronavirus existen, por supuesto, pero también puede que muchos estén alentados por fenómenos como estos. Los trombos desde luego que no son fruto del miedo, son algo muy real a lo que se debe prestar atención. Pero también algo muy raro. Mucho más comunes son el dolor de cabeza, la fiebre, el cansancio o el dolor en el brazo. Estos son una buena señal, en realidad, pues indican que el sistema inmunitario se ha puesto en marcha.

La mayoría suponen un precio muy bajo que pagar para salvar nuestra vida o la de las personas que nos rodean. Pero también puede que nos caiga algún síntoma de más por esta histeria colectiva, provocadas por el efecto nocebo, que se está generando alrededor de la vacunación. Por eso, si tenemos dudas, lo mejor será que las aclaremos con nuestro médico de cabecera o acudiendo a fuentes científicas. Las redes sociales y las tertulias pueden hacer mucho daño. De hecho, pueden llegar a doler. Literalmente.