En The Acolyte, la Orden Jedi es la protagonista del argumento. Mucho más, en su momento de mayor esplendor y poder. Lo que además lleva a toda una novedad en el mundo de Star Wars en la pantalla pequeña y grande. La de explorar la actuación de los caballeros del sable de luz en la Alta República, la época dorada del sistema democrático galáctico y que en la sofisticada cronología de la franquicia tiene un lugar de considerable importancia. 

Pero más allá de eso, uno de los puntos de mayor interés de la nueva serie de Disney+, es la relación de los Jedis con los sensibles a la Fuerza. En especial, los que han caído bajo el dominio de los Sith. La producción, que sigue los pormenores de la investigación de un asesinato durante los últimos años de la Alta República, tiene enorme interés en la forma en que los Jedis se perciben a sí mismos. Pero mucho más, en la manera en que pueden entender a todos los que tienen la capacidad de controlar la Fuerza. O podrían llegar a tenerla. 

Un punto polémico que ha dividido al fandom durante décadas y que en los últimos años, se ha profundizado en varias de las historias más populares que ha llegado a la pantalla grande y pequeña. Después de todo, la Fuerza es un elemento unificador dentro de la franquicia de George Lucas. En específico, al momento de definir los bandos en disputa que se ha creado alrededor del control del poder y las diferentes facciones que forman parte de la historia de Star Wars debido a eso. 

The Acolyte: una historia complicada

De grupos terroristas como los Nihil — anarquistas que estuvieron en activo durante la Alta República — a los miembros de la Alianza Rebelde. Lo cierto, es que la cuestión acerca de la Fuerza — quién la usa y de qué manera lo hace — se ha hecho cada vez más importante en la mitología de la saga. En específico, cuando todo lo relacionado con los Jedi parece atravesar una reflexión inédita en las precuelas y particularmente, en la llamada nueva trilogía. 

Como se recordará, el tema ha sido debatido con frecuencia por los fanáticos de la saga intergaláctica durante la última década. Ya en Star Wars: Episodio VIII — Los últimos Jedi, el escritor y director Rian Johnson insinuaba que el control de la Fuerza era algo que prosperaba más allá de la Orden.

Lo que, por supuesto, se vinculaba a la premisa de la cinta, en la que toda la tradición que rodeaba a los caballeros, estaba sujeta a una nueva revisión. Lo que dio a entender que no solo los entrenados y admitidos en las antiguas costumbres, tenían posibilidad de mostrar habilidades con la misteriosa energía. 

Una vuelta de tuerca complicada en el universo Star Wars

La cuestión volvió a mencionarse en la historia de Ahsoka. Mucho más, cuando la serie incluía algunos de los puntos que Star Wars Rebels y Star Wars: La guerra de los clones, analizaron al respecto. En específico, la posibilidad que la Fuerza pudiera heredarse — por otra parte, una idea central en Star Wars — y que, además, ser ejercida por cualquiera. Lo que se relaciona, con que criaturas o personas que jamás han mostrado sensibilidad al poder, puedan desarrollarla luego de años de entrenamiento. 

Es el caso de Sabine Wren (Natasha Liu Bordizzo), padawan de Ahsoka Tano (Rosario Dawson), que jamás mostró sensibilidad a la Fuerza, hasta comenzar a recibir entrenamiento. Lo que confirma la tesis que cualquier ser pensante con la capacidad para entrar en sintonía con la misteriosa capacidad puede ejercerla. Mucho más, ser entrenada para formar parte de la tradición jedi. 

Los sensibles a la Fuerza, un enigma de Star Wars que revelará The Acolyte

Ahora bien, esa idea se enfrenta a otra fundamental, desarrollada en el Canon de Star Wars, tanto el literario como en cinematográfico. Y es la premisa relacionada con los Forceful, también denominados usuarios o portadores de Fuerza. Eso, debido a que estaban en sintonía con la enigmática energía. Estas criaturas, que no necesariamente deben ser Jedis, puede entender a un nivel intuitivo al poder. Pero también, pueden recibir entrenamiento, convirtiéndose así Adeptos de la Fuerza. 

Estos últimos eran seres humanos u otras especies, que sin formar parte de la Orden Jedi o de cualquier otra semejante, tenían habilidades comprobadas. Por lo que llevaban sables de luz rojos, y vestían de color negro. No obstante, no tenían relación con el lado oscuro y su sentido del honor, estaba relacionado con una ética personalísima. Claro está, se les consideraba peligrosos, porque su entrenamiento, no tenía un orden moral específico. Mucho menos, eran comprensibles sus posibles intenciones. Este tipo de seres se mantenían lejos de los Jedis y solían provenir de regiones inhóspitas o peligrosas. 

The Acolyte: la Orden Jedi y el monopolio de la Fuerza 

De modo que La Fuerza, puede prosperar sin necesidad de estar relacionada con la Orden Jedi. Aunque, este grupo, era el mejor preparado con costumbres y una larga tradición, para brindar un entrenamiento apropiado. 

The Acolyte

Los diferentes templos aceptaban niños sensibles al poder que no rebasaban los tres años, lo que les permitía entrenar a fondo y desde el inicio, la relación del sensible con el mundo. La excepción notable a esta regla fue Anakin Skywalker, como se narra en Star Wars: episodio I — la amenaza fantasma.

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Los que miembros más jóvenes de la Orden, eran entrenados punto a punto para servir como Jedi a pleno derecho durante su adolescencia y primeros años de adultez. Lo que garantizaba — al menos, eso se esperaba — que pudieran seguir sus estrictas reglas. No obstante, el monopolio de la sensibilidad a la Fuerza no pertenece estrictamente a los caballeros. Algo que seguramente, The Acolyte explorará de manera amplia. 

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