Ahora que se acerca el verano en el hemisferio norte y que el calor empieza a apretar, muchas personas planifican ya sus vacaciones en la playa. Quienes viven en lugares alejados del mar disfrutan tan poco frecuentemente de sus paseos por la orilla que a veces pueden querer llevarse un recuerdo: conchas, piedras, arena de la playa… Todo vale. En los últimos años se ha hablado mucho de los peligros medioambientales que supone lo primero. Las conchas son el hogar de muchos animales y sacarlas de la playa puede suponer un desastre. Pero de lo que no estamos tan concienciados es del peligro que supone también sacar piedras o arena de la playa.

Cerdeña
Cerdeña es uno de los lugares que han impuestos multas más altas a quien se lleve arena de la playa. Crédito: Nicolo Manu (Unsplash)

De hecho, el peligro es tan alto que en muchos países han empezado ya a multar a quienes lo hacen. Las multas dependen del nivel de protección de la playa en cuestión o la cantidad de arena que se robe. Porque sí, aunque no lo parezca, coger arena de la playa no deja de ser una forma de robo.

Es tan grave, que en Cerdeña, uno de los lugares donde las penas son más elevadas, puede haber incluso condenas de cárcel si se hace en playas protegidas y con cantidades tan altas que sugieran su comercialización. ¿Pero por qué es tan peligroso algo que en un principio parece realmente inocente?

Los peligros de llevarse arena de la playa

La arena de la playa, igual que las conchas, forma parte importante de los ecosistemas marinos. Muchos animales viven en ella, como los cangrejos, o la utilizan para enterrar sus huevos, como las tortugas. Pero eso no es todo.

Según han explicado en un artículo para The Conversation dos científicos medioambientales de la Universidad de Lancaster, Joseph Earl y Suzana Ilic, la arena de la playa también ayuda a absorber la energía de las olas. Como resultado, tanto esta como los guijarros son una barrera natural muy importante para prevenir inundaciones y erosión. 

olas
La arena ayuda a frenar las olas. Crédito: Bradley Hook (Unsplash)

La cantidad de arena y guijarros se autorregula precisamente a través del oleaje. Los sedimentos entran y salen del agua y se van depositando en la orilla por tamaños, dependiendo de la fuerza de las olas. Así es como se constituye ese promontorio cercano al rompeolas, llamado berna, que actúa como primera barrera contra el oleaje. En zonas donde este es más intenso, está formado por guijarros de mayor tamaño, de manera que se pueden frenar más fácilmente las olas generadas por grandes tormentas.

El problema es la cantidad

Lógicamente, que llenemos una pequeña bolsita de arena durante nuestras vacaciones no va a suponer el fin de un ecosistema. Tampoco que nos llevemos unas cuantas piedras suaves para ponerlas en un platito a la entrada de casa o en el baño. Pero si miles y miles de visitantes lo hacen, el resultado sí que es peligroso.

En algunas regiones ya han empezado a ver las consecuencias de esta salida artificial de la arena de la playa. Por ejemplo, ocurre en algunas zonas de Inglaterra, de ahí que hace años que se decidiera multar en las playas de prácticamente todo el país a quienes decidan llevarse algún tipo de sedimentos. De hecho, en algunas playas del noroeste del país se están empezando a imponer ya multas de más de 1.000 libras.

En Cerdeña, como mencionábamos anteriormente, las multas van desde 500 hasta 3.000 euros, aunque pueden llegar a ser penas de cárcel en casos muy concretos. Incluso en España, concretamente en las islas Canarias, se han planteado multas de entre 150 y 3.000 euros.

También en México, un país con muchas playas protegidas y a su vez una gran afluencia de turistas, ha empezado a optar por este tipo de medidas o por una diferente: cobrar a los turistas por la arena que se llevan. Dado que esto no resuelve el problema, sobre todo teniendo en cuenta que suele tratarse de turistas con un gran poder económico, las recomendaciones están cambiando y se planea hacerlas virar directamente hacia las multas

Las multas pueden ser necesarias, pero sobre todo es necesaria la concienciación. Muchas de las personas que se llevan arena de la playa no son conscientes del problema medioambiental que supone. Por eso, debemos divulgar y dar a conocer los riesgos. Así, seguramente habrá muchísimos turistas que no vuelvan a actuar de este modo, incluso en playas en las que no se multe por ello. Para los demás, que tengan que rascarse el bolsillo siempre es una buena opción. 

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