En El régimen, están ocurriendo muchas cosas a la vez y ninguna, es buena. A través de seis episodios, la producción del HBO cuenta la caída de un sistema dictatorial que domina un pequeño país del centro de Europa. Pero a la vez, analiza la figura que la sostiene. La canciller Elena Vernham (Kate Winslet), es el núcleo del poder de este país sin nombre. Pero no gracias a su violencia, sino a la mezcla entre manipulación, carisma y una delirante capacidad para ser una especie de perturbada madre colectiva. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la líder no deja de demostrar que tiene una mano firme para castigar con crueldad. Eso, mientras sonríe con amabilidad frente a pantallas de televisión y multitudes.

La serie de HBO, es tan poco común como interesante en su punto de vista. La premisa del guion de Will Tracy y Sarah DeLappe, intenta que lo que podría ser únicamente una historia sobre la crueldad política, se haga más compleja. Lo que lleva a El régimen a profundizar en la idea que las grandes personalidades carismáticas pueden ser monstruos con una máscara encantadora. Kate Winslet imprime a su personaje un trasfondo oscuro. Que resulta cada vez más inquietante, cuando demuestra que el supuesto amor que ofrece en gestos magnánimos, en realidad oculta un rasgo maligno.

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Pero, no son los únicos motivos para ver la serie y explorar en su peculiar mundo. Te dejamos tres razones para analizar todo lo relacionado El régimen y las duras ideas que plantea sobre la política y la retorcida visión acerca de ella que ofrece. Mucho más, cuando a medida que transcurre su argumento, lo que comienza como un escenario de transición, está a punto de volverse un estallido represivo. 

El talento detrás y frente a la cámara

El régimen tiene a un grupo de escritores y actores, que convierten al carisma frente a las masas, convertido en horror, en una fábula maligna. El creador Will Tracy tiene ya una considerable experiencia en contar los rasgos más tenebrosos del ser humano a través de la sátira. Primero en El Menú y después en algunos capítulos de Succession. Lo cierto es que el escritor y director tiene experiencia en mostrar un tipo de figura perversa que se hace más temible a medida que abandona el terreno de lo burlón.

Elena Vernham (Winslet), es de hecho una combinación de personajes temibles. Con un gesto amable y comenzando sus discursos públicos con una frase cariñosa, termina por volverse una monstruosa dirigente, capaz de asesinar sin titubear. El guion permite a Winslet explorar en espacios poco frecuentes de la política y su repercusión en las masas. A medida que avanza la trama, la figura de la canciller se hace más deplorable, venenosa y temible. Eso, mientras pide consejos a su padre muerto — embalsamado e insepulto — y planea como asfixiar revueltas a balazos. 

Por otro lado, Herbert Zubak (Matthias Schoenaerts), es la representación del mal, del asesinato en la calle y la brutalidad. La serie va de un personaje a otro, hasta logra un diálogo entre este asistente que responde al nombre del Carnicero y que es capaz de asesinar por amor. En especial, el venenoso sentimiento que la líder única despierta en él. Este psicópata está convencido que Elena es necesaria — y hasta imprescindible — para sostener el mundo que conoce. De modo que la protegerá como sea y con todos los recursos a su alcance. 

Un apartado visual deslumbrante

El régimen usa el Palacio de Schönbrunn, la histórica residencia de verano de la familia real de los Habsburgo, para mostrar al país anónimo en que transcurre la trama. Al otro extremo, los paisajes naturales que se muestran son los de Austria, convertidos en una postal de belleza con aire tenebroso. Por lo que el equipo técnico, convierte las habitaciones, con aires de museos, en el refugio de Elena y su séquito. Pero, además, convierte al lujo decadente en un contexto cuidadosamente elegido para narrar lo que rodea a la líder política. 

Elena es mucho más que una mujer cruel en medio de un momento político complicado. Es también esposa y madre. La locación permite que todo lo relacionado con la familia y al entorno de la canciller, se convierta en un paisaje por sí solo. En específico, cuando en los momentos más duros del argumento, se convierten en una venenosa alegoría al mal uso del poder y de sus privilegios.

El régimen utiliza el brillo de habitaciones y pasillos, para dejar claro que Elena, está confinada en una jaula dorada. Pero, que al mismo tiempo, es la excesiva pompa, la que la mantiene aislada del pueblo que dice amar. Un punto que hace de la serie un relato cada vez más extraño sobre la necesidad de control y los medios retorcidos que se usan para lograrlo.

Secundarios de lujo

Además de Kate Winslet, El régimen también cuenta con la actuación de Andrea Riseborough — de To Leslie — y de Hugh Grant, en una memorable pero corta participación. La serie enfoca todo el interés de su historia en Elena y su entorno viciado. Sin embargo, también está interesada en explorar en medio de las figuras tenebrosas que se mueven a su alrededor. Lo que hace más interesante y singular, la forma como el guion funciona a través de una mirada elaborada acerca del mal contemporáneo.

El régimen es mucho más que solo la parodia de una figura dominante en un país que busca el equilibrio político en medio del exceso. A la vez, es una exploración hábil sobre lo que se considera importante y relevante en una época codiciosa. Un elemento de interés que la serie explora con cuidado e ingenio. 

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