En Shogun, el Japón medieval se convierte en centro de un escenario de intrigas en el que el poder político y militar, lo es todo. En particular porque Lord Toranaga (Hiroyuki Sanada), está dispuesto a luchar por el poder en medio de un escenario convulso. La serie de Disney+ cuenta en 10 capítulos, como el influyente líder, tendrá que batallar contra los que le rodean, para apropiarse del poder. Mucho más, hacer valer su larga estirpe, como parte de una línea ininterrumpida de samuráis. En particular, cuando la muerte del Taiko de la región desate a su alrededor, una batalla de intereses y manipulaciones que podrían llevarle a la muerte. 

De hecho, en buena parte del argumento — de la misma manera que el libro del cual procede escrito por James Clavell — deja claro, que la dinastía de guerreros son vitales. No solo al momento de mantener la estabilidad del país. También, por su preeminencia e importancia en todos los aspectos de la vida política y social de la sociedad nipona. Gradualmente, el argumento mostrará cómo el peso de la lealtad de los samuráis será terminante para definir un escenario cada vez más turbio. En específico, cuando Lord Toranaga deba enfrentar la ambición de los que le rodean. 

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Por su relevancia en todo el argumento, la importancia de los samuráis puede parecer un elemento de la ficción. Pero, en realidad, su peso histórico es considerable. Tanto, como para ser crucial para entender la forma en que Japón interpreta el honor, el poder y el interés colectivo. Shogun apenas deja entrever las complicadas ramificaciones que rigen la vida del grupo de guerreros. Pero lo cierto es que en la época en que está ambientada la producción, las misteriosas figuras y su habilidad para la lucha, eran el centro del equilibrio militar. A la vez, un tipo de honor que iba más allá de su capacidad para llevar cabo la justicia. Lo que les convirtió en centro de una historia compleja. 

El origen del samurái de Shogun

El origen de los samuráis data del período Kofun, entre el año 250 y 530 de nuestra era. Por entonces, la clase aristócrata de Japón estaba formada exclusivamente por guerreros a caballo. Todos tenían el objetivo de salvaguardar el país, el honor de la lucha y de mantener las costumbres guerreras de su cultura. No obstante, para el momento, no tenían una denominación oficial y sus tradiciones, tenían más relación con la salvaguarda de patrimonios particulares. Aun así, se les considera los antepasados directos de los sofisticados guerreros, convertidos en fuerza secular en el siglo XII. 

Podría decirse que los samuráis, fueron la consecuencia de una larga evolución de los métodos de defensa del territorio nipón. En particular, todo lo relacionado con el complejo escenario bélico que planteaba la lucha contra la actual China. Del pequeño, pero aguerrido ejército que acudió para ayudar al reino de Paekche — reino situado al suroeste de la península de Corea — hasta los ejércitos personales del Príncipe Kume. Este último, monarca del territorio japonés en 602. Lo cierto es que los grupos de guerreros, atados por el honor a un propósito mayor, son habituales en la historia japonesa. 

Pero sería en el siglo XI y durante la Guerra Gosannen, que los samuráis, tal y como los conocería en la historia, se hicieron un grupo de poder. Se les exigía destreza con el arco, habilidad al momento de montar caballo, además de facilidad para manejar las espadas de hoja curva. Ya para entonces, el llamado Trono del Crisantemo, sostenido sobre la mitología local, convertía al emperador en una figura casi divina. Y de hecho, fue gracias a esta percepción de poder por encima de lo terreno, lo que permitió que los samuráis se convirtieran en los hombres respetados de la nación. 

Se les concedió el honor de vigilar la seguridad de las ciudades y sofocar cualquier enfrentamiento. Lo que les hizo poco a poco indispensables, para mantener la paz en el país. Para 1180, los conflictos internos de Japón, obligaron a crear una fuerza militar que, además, tuviera poder político. Lo que dio como resultado que, poco a poco, una élite militar, denominada samurái, se convirtiera en herramienta principal para detentar el poder.

“SHOGUN” -- Pictured (L-R): Cosmo Jarvis as John Blackthorne, Nestor Carbonell as Rodrigues. CR: Katie Yu/FX

Una espada para gobernarlos a todos

No obstante, el momento central en la existencia del grupo, ocurrió en 1192, cuando Minamoto no Yoritomo, líder samurái, tomó el título de shōgun. Una denominación territorial que, hasta entonces, había sido temporal y más cercana a la intendencia que a la fuerza de la política real. No obstante, como figura permanente y el añadido del poder militar que representaban los samuráis, se volvió una forma de entender el mapa geopolítico de Japón. 

Además, convirtió al Emperador, en una figura religiosa — semejante al Papa europeo — que tenía poca o restringida influencia en los asuntos del Estado. Estos últimos recaían en la figura del líder feudal de turno, que, a su vez, era un samurái y, por tanto, un personaje que disponía de ejércitos y el poder de las armas. 

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