Antiguamente, los tuppers eran una de las mayores muestras de amor de una madre o de una abuela. Sin embargo, hoy en día, con el ritmo de vida tan frenético que llevamos, también constituyen una forma de poder comer en el lugar de estudio o trabajo, sin perder más que el tiempo justo para calentar y degustar. Dejando a un lado los perjuicios de vivir tan deprisa, lo cierto es que no podemos negar los beneficios de los tuppers. Nos permiten organizarnos mejor las comidas, comer más sano y no desperdiciar comida si nos pasamos cocinando. Pero también debemos tener en cuenta los riesgos de los tuppers si nos olvidamos de mantener la seguridad alimentaria.

Hay muchos actos que hemos llevado a cabo con los tuppers de forma cotidiana, que pueden suponer intoxicaciones alimentarias más o menos graves. Pero no solo eso. Los riesgos de los tuppers también pueden incluir una mayor probabilidad de desarrollar cáncer.

En este artículo contamos algunos de esos riesgos de los tuppers para que, si los realizabas hasta ahora, empieces a considerar algunos cambios en tu rutina. Aun así, se debe tener en cuenta que con esto pretendemos informar, no alarmar. Si hasta ahora no has cuidado la seguridad alimentaria todo lo posible, estás a tiempo de hacerlo. Que no cunda el pánico.

Empecemos por lo básico: no los dejes fuera de la nevera

Esto puede parecer demasiado obvio. Si dejamos los tuppers fuera de la nevera, estamos facilitando muchísimo que puedan ser colonizados por hongos y bacterias. Esto es así porque, generalmente, la mayoría de ellos crecen mucho mejor a temperatura ambiente, de manera que las bajas temperaturas del frigorífico les retienen, pero no tardan en proliferar fuera de él.

Ahora bien, ¿cuánto tiempo podemos mantener los tuppers fuera del frigorífico? Esto depende, generalmente, de la temperatura ambiental. Aunque siempre, cuanto menos, mejor. Como es lógico, en verano el tiempo será mucho menor que en invierno. Pero eso no quiere decir que en invierno podamos prescindir de la refrigeración.

Se suele recomendar un máximo de dos horas en invierno y una hora en verano o si la temperatura ambiente es mayor de 30ºC. También influirá el alimento en cuestión. Si, por ejemplo, son alimentos muy salados, puede que no sea necesario refrigerarlos tan rápido. Lo mismo si tienen poca cantidad de agua. De hecho, la desecación y el salado han sido formas tradicionales de conservación de alimentos durante mucho tiempo. Pero, incluso así, hoy en día siempre será muchísimo más seguro refrigerarlos. 

No descongeles a temperatura ambiente

Si uno de los riesgos de los tuppers más importantes es dejar la comida fuera del frigorífico, no podemos obviar el peligro de descongelarla a temperatura ambiente.

Los tuppers se pueden mantener refrigerados un tiempo, que dependerá del alimento que contengan. Pero, pasado ese tiempo, lo mejor es congelarlos. Cuando llega el momento de tomarlos, muchas personas siguen recurriendo a la descongelación a temperatura ambiente.

Al fin y al cabo, parece que, mientras quede un poco de hielo, no podrán proliferar microorganismos. Pero eso no es cierto. En cuanto empieza a subir temperatura, muchos hongos y bacterias del ambiente o incluso que se mantenían aletargados por el frío empiezan a proliferar en las partes del alimento que ya han liberado agua y se han descongelado. Por eso, la mejor forma de descongelar alimentos es en la nevera. Si nos hemos olvidado de sacarlos a tiempo, siempre podemos recurrir al microondas o el horno, según de qué alimento se trate. Pero nunca a la temperatura ambiente.

Los riesgos de los tuppers también dependen del material

Tradicionalmente, los tuppers eran de plástico. Hoy en día la mayoría siguen siéndolo, aunque existen muchos más tipos de plásticos que cuando Tupperware nació como marca en 1947. 

Algunos indican que soportan temperaturas altas y que, por lo tanto, pueden introducirse en el microondas. Es algo muy útil, pues se puede calentar lo que contienen directamente, sin cambiar de recipiente. Para las personas que comen en la oficina es un win win.

Ahora bien, aun siendo materiales cuya seguridad se ha estudiado a conciencia, para introducir alimentos calientes o que deban calentarse siempre será mucho más recomendable el vidrio. 

De todos modos, si no queremos o no podemos comprar tuppers de vidrio, es importante comprobar que el plástico con el que están fabricados sea adecuado para uso alimentario. Aquí pueden pasar varias cosas.

Por un lado, que el tupper sea reutilizado, bien de bebidas, como el agua, o bien de comida para llevar. En el primer caso, puede que el recipiente no valga para contener alimentos en su interior, mientras que en el segundo está claro que sí puede albergarlos, pero quizás no se deba calentar. Por eso, es importante que se indique con el símbolo de una copa y un tenedor que es de uso alimentario y con el de un microondas que se puede calentar.

Por otro lado, puede que el tupper sea antiguo y el plástico que se usara no fuese adecuado para alimentación. Incluso si se concibió con este origen. Todavía hay quien conserva tarteras de sus abuelas, por lo que no es tan descabellado. En esos casos, tampoco estarán estos símbolos, de manera que se debe dejar de usar.

De esta manera, evitaremos usar tuppers con los que se puedan liberar a los alimentos sustancias tóxicas o posiblemente cancerígenas. Y es que, por mucho que cuidemos la seguridad alimentaria, el recipiente también es esencial.

pasta
Debemos evitar que nos sobre pasta o arroz cuando cocinamos. Crédito: Pixzolo Photography (Unsplash)

Cuidado con el arroz y la pasta

Hay alimentos que, por mucho que se cuide la cadena de frío y la seguridad alimentaria, no se deben recalentar. Es, por ejemplo, el caso del arroz y la pasta. Ambos alimentos son un caldo de cultivo perfecto para una bacteria llamada Bacillus cereus, que puede llegar a ser muy peligrosa.

Vive habitualmente en el suelo, por lo que se puede encontrar en alimentos como los cereales, las legumbres, las hortalizas o las hierbas aromáticas. No obstante, donde más riesgos presenta es en aquellos cereales que se cuecen, como el arroz o la pasta. Esto es así porque la humedad propia de la cocción facilita mucho su proliferación a través de esporas.

Si bien el cocinado puede inactivar a muchísimos microorganismos, incluída esta bacteria, no puede con sus esporas, por lo que seguirá reproduciéndose a un ritmo vertiginoso. En el arroz cocido, por ejemplo, a 30ºC se necesitan solo 30 minutos para que se doble la población bacteriana.

Para que las bacterias causen enfermedades se necesita un inóculo mínimo. Si la población es muy reducida, posiblemente no causen síntomas. Pero, dado que esta se reproduce tan deprisa, constituye uno de los mayores riesgos de los tuppers.

Por ese motivo, es importante, al cocinar arroz o pasta, intentar hacer la cantidad justa. Todos hemos hecho alguna vez macarrones para alimentar a una orquesta sinfónica y hemos optado por guardarlos en la nevera durante días. Está bien no tirar la comida, pero esa conservación puede ser peligrosa.

Más peligroso de lo que parece

Por supuesto, el arroz y las pasta se deben refrigerar inmediatamente, pero, incluso si esto se hace bien, nunca se deben guardar más de 24 horas. Y, a ser posible, no debería recalentarse, ya que, como vemos, en cuanto se calientan el arroz o la pasta ya cocidos, las bacterias empiezan a proliferar muy rápidamente.

Por eso, aunque cocinar a ojo es un don de algunas personas, la cantidad de arroz y pasta sí que debería medirse adecuadamente, para no llegar a pasar por estas situaciones. Y es que, por norma general, Bacillus cereus solo causa intoxicaciones alimentarias con síntomas digestivos, como vómitos y diarrea, pero en casos extremos puede llegar incluso a producir la muerte. No es lo más habitual, sobre todo con un sistema inmunitario competente, pero siempre será mejor prevenir que curar.

Los peligros de los tuppers de fruta

Cuando preparamos tuppers no solo les añadimos alimentos cocinados. Por ejemplo, puede que compremos una sandía en verano y nos dé pereza ir cortándola cada vez que necesitemos, por lo que optamos por dedicar un rato a trocearla entera y, después, meter todos los pedazos en un tupper en la nevera.

Hasta aquí todo parece correcto. Pero hay un problema. Cuando cortamos la fruta en trozos pequeños, aumentamos la superficie de contacto para que puedan proliferar bacterias sobre ella. Si a esto le sumamos que el azúcar y el agua son un parque de atracciones microbiano, lo mejor, si optamos por preparar tuppers de fruta, es que no se vayan a consumir en más de 24 horas. 

Ocurre lo mismo con las ensaladas de bolsa ya preparadas y lavadas. Pueden ser una opción magnífica también para añadir a nuestros tuppers, pero nunca deberíamos mantener la bolsa abierta, ni el tupper con la ensalada más de 24 horas, por mucho que lo mantengamos refrigerado.

No mezcles los alimentos

Ya hemos visto que no todos los alimentos suponen el mismo riesgo. Algunos aguantan más tiempo en la nevera o incluso se pueden mantener un poquito más sin refrigeración. Por eso, a la hora de preparar tuppers, lo ideal es que no se mezclen los alimentos. Es decir, si tenemos un tupper de pollo al curry con arroz, deberemos usar un tupper con compartimentos, uno para el pollo y otro para el arroz. O, en su defecto, dos tuppers. Así, las bacterias que podrían estar proliferando en el arroz no se mezclarán con el pollo.

En definitiva, los riesgos de los tuppers son totalmente evitables si tenemos en cuenta la seguridad alimentaria. Así, seguirán siendo recipientes llenos de amor o tiempo libre y no un posible foco de intoxicaciones alimentarias. El cambio vale la pena.