La serie The Mandalorian de Disney+, cuya tercera temporada acaba de estrenarse, resume los mejores elementos de Star Wars. Con sus referencias a los westerns clásicos, es una aventura de acción en mitad de la galaxia. También, una atípica historia familiar espacial sobre la paternidad.

El cazarrecompensas Din Djarin toma al pequeño Grogu bajo su protección. Algo que decide en contra de la misión que se le encomendó en primer lugar y que le condujo al niño. También a pesar de romper el estricto credo de Mandalore, el planeta en que se educó. Para el personaje, lo realmente importante es la vida del pequeño, que, de una manera u otra, se convierte en su hijo adoptivo. 

Claro está, el argumento no es novedoso, ni tampoco es el primero dentro de la historia del cine que hace hincapié en una improbable relación afectuosa. No obstante, dentro de las historias familiares espaciales, lo que le da un cariz distinto es que recurre a los códigos de la fantasía para relatarse.

La tercera temporada de The Mandalorian ya está disponible

El cine y las familias espaciales

Más allá de todo el contexto de intrigas y complejas tensiones políticas propias de Star Wars que rodean al argumento, lo principal es la relación entre el guerrero del casco de beskar y su pupilo. Algo que la serie enfatiza en su recién comenzada entrega y que la une a una curiosa tradición de viajes familiares espaciales. 

Te dejamos cinco recomendaciones de películas basadas en complejas relaciones afectuosas que tienen como contexto el cosmos. Desde viajes hacia la última frontera conocida, hasta una generación de astronautas que atraviesa el infinito intergaláctico junta. Lo central en cada una de las tramas es cómo, incluso en los lugares más asombrosos del universo, el amor familiar sigue siendo lo esencial en la historia humana. Una lección que el cine llevó a un nuevo nivel de conmovedora exploración acerca de los vínculos en las más impredecibles condiciones.

Perdidos en el espacio

En 1998, Titanic, de James Cameron, dominó la taquilla durante meses enteros, hasta que esta adaptación de la serie homónima, dirigida por Stephen Hopkins, la destronó. No se trató de un fenómeno casual. La cinta recuperó lo mejor de la clásica historia televisiva y la convirtió en un producto contemporáneo. En concreto, el giro argumental de una familia que recorría por la galaxia y debía lidiar con el peligro mientras se enfrentaba a sus dolores, conflictos y momentos más angustiosos. 

Esta historia familiar espacial tiene un guion sencillo, que cuenta lo mismo que la versión televisiva de la década de los sesenta. Los Robinson, encabezados por John (William Hurt) y Maureen (Mimi Rogers), reciben la misión de una exploración intergaláctica de alto nivel. Debido a la envergadura, la misión incluye también a sus hijos Penny (Lacey Chabert), Judy (Heather Graham) y Will (Jared Harris). Juntos, en la nave Jupiter 2, emprenden un trayecto de años de duración, que termina con un destino incierto. 

Más allá de los típicos tropos de ciencia ficción, el guion explora las difíciles relaciones entre parientes y la forma en que pueden superarse. Particularmente, cuando la supervivencia de los Robinson dependa de la confianza, la lealtad y el amor mutuo. Un punto en que la narración insiste en su conmovedor final, que enfoca su interés en la permanencia del afecto real.

Interestelar, la historia espacial familiar por excelencia

En realidad, esta conocida obra de Christopher Nolan no muestra a una familia en el espacio. Pero sí cómo un viaje intergaláctico convierte a la relación entre Cooper y quienes ama en un vínculo perdurable a través de la distancia intergaláctica. La trama, que abarca más de un siglo, relata cómo el ex astronauta interpretado por Matthew McConaughey deberá recorrer el cosmos en busca de un planeta habitable. Para ello, abandona a su hija Murph (Jessica Chastain) y a su hijo menor Tom (Casey Affleck) al borde de un apocalipsis climático.

Es entonces cuando la física teórica y un emotivo guion se mezclan en un argumento poco común. Para Cooper, el tiempo transcurre de manera por completo distinta en medio de sus exploraciones. De modo que, aunque crea que han transcurrido apenas días u horas, en la Tierra su ausencia abarca décadas.

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A medida que la historia avanza, el dilema del viajero y su responsabilidad con el futuro de la raza humana se contrapone con su instinto como padre. Al final, ambas cosas colisionan en varias de las secuencias más conmovedoras de la ciencia ficción actual. Especialmente, cuando cada uno de los personajes descubre lo que el amor paternal puede persistir, incluso en mitad de una paradoja cronológica.

Instintos Ocultos

Con el mundo al borde de la destrucción, nuestra civilización tratará de encontrar una forma de trascender. Esto pasará por enviar a un grupo de personas que pueda colonizar un planeta con condiciones para la vida. Corre el año 2063 y la primera selección de futuros habitantes de una tierra posible está formada por preadolescentes. 

¿El motivo? Se espera que se hagan adultos en el trayecto y que sean sus nietos quienes habiten el utópico futuro. Por lo que deberán crecer y madurar dentro de una travesía infinita, volviéndose, de alguna manera, un gran árbol genealógico que se extenderá con el correr del tiempo.

El concepto de esta historia familiar espacia de Neil Burger es novedoso en la medida que imagina la creación de una gran familia posible. Una, además, que se irá haciendo mucho más numerosa a medida que la expedición espacial sea más larga. Claro está, con una nave tripulada por un único adulto en medio de una multitud de adolescentes en pleno crecimiento, todo se volverá más complejo.

Pero su interesante visión acerca de confiar el porvenir del planeta a la posibilidad de un lazo afectuoso que deberá surgir en décadas posteriores sigue siendo central. Tanto como para insinuar lo mucho que depende la supervivencia de quienes se trasladan a bordo de la nave, y sus futuros descendientes, del amor. Un punto que se hará más retorcido cuando la película se acerque a su extraña secuencia final.

High Life

Claire Denis dirige unos de los largometrajes más singulares sobre relaciones humanas exploradas a través de la ciencia ficción de la última década. Monte (Robert Pattinson) comanda una expedición espacial que llevará a todos los que viajan en la nave a ninguna parte. Su objetivo será estudiar los agujeros negros, sin limitarse a un destino específico. Cada uno de los participantes son expresidiarios a los que se ofreció conmutar su condena por un viaje sin retorno. Lo que los convierte, para bien o mal, en una familia espacial forzosa.

Pero Monte también cuenta con una propia. Viaja con su hija Willow (Scarlette Lindsay), lo que hace el trayecto mucho más doloroso, al obligar a la niña a soportar un duro aislamiento. Gradualmente, la película explorará cómo transcurre el tiempo fuera de la Tierra y la naturaleza humana sometida a condiciones violentas. Entre todo ello, la relación paternal se hará un punto de interés en mitad de un conflicto cada vez más brutal. Para las secuencias finales de High Life será lo único valioso en mitad de una lucha sin descanso por la supervivencia.

Atrapa la bandera, una historia familiar espacial animada

Mike tiene apenas doce años y ya puede presumir de una historia interesante que contar sobre su vida. Es el hijo y el nieto de renombrados astronautas, lo que le permite tener una visión sobre el viaje galáctico distinta a la de cualquier otra persona. 

Sin embargo, no se ufana demasiado del hecho: su abuelo abandonó el programa Apolo y dio la espalda a sus parientes. A pesar de eso, el muchacho encontrará la manera de recuperar las relaciones entre sus seres más queridos y, además, vivir su propia aventura espacial.

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Esta historia familiar espacial animada de origen español, dirigida por Enrique Gato, es un homenaje sincero a las difíciles relaciones entre generaciones. En el marco de un misterio sobre la superficie de la luna y un malvado que intenta sabotear un legado histórico. Al final, la trama apunta a su lugar más emocional: narrar cómo dos hombres y un niño logran reconstruir una larga y perdurable herencia conjunta.

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