Una película exitosa puede ser, la mayoría de las veces, el comienzo de un universo mayor. Lo son por su éxito en taquilla, su espectacularidad o la riqueza de su historia. Algunos de esos argumentos permiten profundizar, a través de secuelas, sus universos de manera innovadora y ampliar sus planteamientos principales. Un fenómeno que, durante las últimas décadas, ha alcanzado un nuevo auge y, en especial, un inédito nivel de refinamiento. 

Pero la secuela puede ser mucho más que la continuación directa de la película de origen. De hecho, algunas son una forma de relato que pretende ampliar el universo narrado en la película que la precedió a niveles por completos nuevos. En otros casos, explora la vida y vicisitudes de personajes más allá de la principal o incluso de la narración central. En algunas pocos casos, se crean versiones alternativas del argumento de origen, para recorrer espacios desconocidos sobre relatos ricos en abundancia de detalles. 

Sea cual sea la opción que el director o el guionista escojan, una secuela es el vehículo para un tipo de expresión cinematográfica con sus propias pautas. Pero algunas son, además, demostraciones de que las narraciones originales siempre pueden ser mejores, más elaboradas e inteligentes. Te dejamos cinco recomendaciones de secuelas que superaron a la original y se convirtieron, como una rara excepción, en historia del cine. 

Terminator 2: El Juicio Final, la secuela recomendada por todos 

Cuando Terminator 2: El Juicio Final, de James Cameron, llegó a las pantallas de cine en 1991, fue un inmediato éxito de crítica y taquilla. No solo se trató de una de las escasas veces en la que una secuela cinematográfica superaba al material original. También, tomó relevancia la particular circunstancia de que su elevadísimo coste se invirtió de forma integral en construir un ejemplo de entretenimiento puro que sorprendió. Por si eso no fuera suficiente, demostró una calidad argumental y un buen hacer cinematográfico que rebasaron las expectativas. 

En conjunto, la película de Cameron fue la llegada definitiva de un nuevo tipo de cine de ciencia ficción a la gran pantalla. Desde su asombroso apartado visual, hasta una historia con tintes conmovedores que utilizó la distopía con habilidad. La producción marcó un hito de considerable interés en la forma de reformular un argumento y llevarlo hacia una nueva dimensión sin perder su espíritu original.

El guion se sigue considerando una muestra de ingenio creativo al emplear el tropo de los viajes en el tiempo con enorme propiedad. Ya el director lo había hecho en la película original. Pero su secuela fue más allá y usó la idea de las paradojas sobre los planos cronológicos para construir buena parte de su argumento. Como si eso no fuera suficiente, innovó en efectos especiales y una puesta en escena que todavía sorprende. Todo un conjunto de buenas ideas que convirtió a Terminator 2: El Juicio Final en una producción mucho más cuidada e inteligente que la original.


Aliens: el regreso 

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Con Alien, de Ridley Scott, convertida en un clásico instantáneo, parecía poco menos que una temeridad intentar una secuela. Pero James Cameron lo hizo, de nuevo, y logró que la película se convirtiera en un éxito independiente a la aclamada predecesora. El mismo Cameron ha comentado en más de una ocasión que se trató de un riesgo medido. En especial, porque lo que caracterizó a la obra de Scott fue un tipo de lenguaje visual y formal imposible de repetir. O, al menos, no con el mismo resultado desde la óptica de James Cameron.

De modo que el director fue al otro lado del espectro para crear esta secuela. Si Alien era contenida, inquietante y oscura, Cameron imaginó con Aliens: el regreso un universo innovador y enorme. El viaje de Ellen Ripley (Sigourney Weaver) a través del espacio se convirtió en una extraña pirueta argumental. Una que la puso de nuevo en el centro de la acción y la llevó a ser no solo el mejor personaje de la saga, sino toda una rareza en el cine. Pero, más allá de la capacidad de Cameron para reinventar las ideas de Ridley Scott, la producción logró construir su propia narrativa.

El resultado es una película compacta, poderosa y gigantesca, con su propio ritmo y un asombroso apartado técnico. La criatura alienígena dejó de ser un monstruo escondido en la oscuridad y pobló la pantalla en todo su espectacular horror. Aliens, como franquicia, demostró todo lo que podía dar de sí. Para Cameron, también fue una demostración fidedigna de su capacidad para crear a partir de un elemento esencial de su filmografía. La innovación de discurso y técnica.


Top Gun: Maverick, una secuela de altura

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En el año 1986, Top Gun, de Tony Scott, deslumbró a la audiencia con una historia sencilla y sin grandes pretensiones. La película original combinó extraordinarias piruetas aéreas grabadas con tecnología punta con un héroe malicioso. De hecho, Tom Cruise originó el prototipo del líder intrépido y descarado. Uno que dio rostro a un tipo de personaje irreverente, juguetón y arrollador que marcó un hito en el cine. El largometraje pasó a la historia como una especie de versión aérea de los grandes dramas entre rivalidades apasionadas. Además, la noción sobre el peligro como un aliciente para historias dramáticas extravagantes.

Top Gun: Maverick, su secuela tardía dirigida por Joseph Kosinski, conserva la misma efervescencia y frescura, sin recurrir directamente a la nostalgia para triunfar. En lugar de eso, se las arregla para dialogar con los mismos temas e inquietudes de la primera para lograr una noción más amplia y concisa. El paso del tiempo es evidente en la aventura de Top Gun. Pero es un trayecto que se sostiene sobre la formidable capacidad del guion de recordar el motivo por el cual su predecesora fue un clásico. Con pocos elementos más allá de su planteamiento original, esta secuela es una celebración a un argumento casi ingenuo en su honestidad. 

Scott creó una épica a mayor gloria del personaje interpretado por Tom. Top Gun: Maverick se reencuentra con su héroe para celebrar lo que le hizo famoso. Más allá, lo que lo convirtió en un icono del desenfado, la potencia y un tipo de carisma asombroso en el cine. Una combinación poco usual de una gran libertad creativa y la reinvención de lo que hizo a la película original un clásico instantáneo. 


Gremlins 2: La nueva generación

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Para la secuela del curioso clásico del 84, Joe Dante se planteó cómo reinventar la idea de las misteriosas criaturas centrales del argumento. La película original es un diminuto relato de terror en clave de comedia negra, que analizó desde el cinismo los habituales símbolos navideños. Toda una proeza que Dante superó con un inesperado sentido del humor burlón y algunas escenas de violencia que resultaron desconcertantes para la época. La mezcla incluso creó el dilema de cómo definir al largometraje. ¿Era una historia de horror navideña? ¿Una percepción de la comedia con tintes retorcidos? 

El mismo planteamiento surgió al analizar su secuela tardía e inesperada. Para 1990, había transcurrido casi una década desde el estreno de la recordada película. Lo que convirtió en un reto reavivar el interés alrededor de un argumento curioso y pequeño. La respuesta de Dante fue apostar al otro extremo de las posibilidades. Construir un escenario más grande, ruidoso, extravagante y sorprendente que la película que le precedió. Además de llevar su premisa a una dimensión disparatada por completo desconocida.

El resultado es una producción que sorprende por sus retos creativos y lo asombroso de su planteamiento de origen. Gremlins 2: la nueva generación conserva el humor retorcido de la original, pero lo extrapola a una idea colectiva sobre el miedo y lo inexplicable. Como si eso no fuera suficiente, lleva el escenario de lo monstruoso a un límite delirante por momentos siniestro. 

El resultado es una secuela que supera en varias maneras distintas a la original que la precedió. Y que, además, demostró la capacidad de los Gremlins como símbolo de humor salvaje. Una incógnita que quizás la anunciada y siempre postergada tercera parte podría profundizar aún más. 


El planeta de los simios: confrontación 

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El director Matt Reeves logró lo que parecía imposible: crear una película que refrescó una historia analizada durante más de cincuenta años en el cine. La célebre franquicia del Planeta de los simios atravesó tres líneas temporales distintas, un reboot fallido y un exitoso reinicio. Todo en medio de la misma historia: la posibilidad de una rebelión de la naturaleza salvaje contra el hombre. 

Reeves tomó el centro de la premisa y la replanteó desde una percepción casi dolorosa de la lucha por la supervivencia. Algo que, además, sostiene una segunda lectura brillante de la historia original. La película añade capas de significado sobre el miedo y lo primitivo a una historia cada vez más dolorosa y humana. Mucho más, cuando la inevitable batalla entre hombres y simios termina por ser una épica violenta y casi filosófica sobre el bien y el mal. 

El planeta de los simios: confrontación permitió a la franquicia llegar a otros espacios y dialogar con temas por completo nuevos. Eso, mientras conserva el sentido de urgencia de la original y el mensaje pesimista de sus predecesoras. Todo un logro que convirtió a la película en un buen ejemplo acerca de cómo profundizar en universos cinematográficos complicados de manera apropiada. 

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