Cuando hablamos de constelaciones satelitales que proveen internet de banda ancha, Starlink es el primer nombre que se nos viene a la cabeza. Y con razón. Es que la plataforma que pertenece a SpaceX, de Elon Musk, ha liderado los principales avances tecnológicos en la materia en los últimos años. Con una constelación de más de 2.500 satélites ya en órbita, y con una muy esperada actualización de equipamiento en camino, la firma se ha posicionado como una referente indiscutida del sector.

Es cierto que Starlink todavía tiene mucho camino por recorrer en cuanto a disponibilidad global. Hoy el servicio funciona en Estados Unidos, parte de México, algunos países de Europa —España entre ellos—, Australia, Nueva Zelanda, y parcialmente en Chile y Brasil. Y con la reciente habilitación otorgada por la FCC para ofrecer el servicio de internet satelital en vehículos en movimiento, la compañía avanza en sus planes para llegar a vuelos comerciales, remolques y barcos, aunque en este último caso con un precio aún ridículamente caro.

Pero más allá de los avances técnicos, el impacto de Starlink no se limita a sus capacidades técnicas. El nombre de Elon Musk siempre genera atractivo, y el propio magnate se ha involucrado en la llegada del servicio a países en crisis. Los casos más resonantes han sido los de Tonga, tras la explosión del volcán que dejó al país desconectado del resto del mundo, y de Ucrania, por la invasión de Rusia.

No obstante, Starlink no es la única compañía del rubro. De hecho, son varios los jugadores que quieren disputarle su injerencia en el mercado. ¿Pero son verdadero motivo de preocupación para Elon Musk y SpaceX? Lo analizamos a continuación.

Imagen: Amazon

Si hablamos de compañías que se han propuesto plantarle cara a Starlink, una de las que más repercusión ha logrado es Kuiper Systems. Pero no por su despliegue o capacidad operativa ya instalada, sino porque ha canalizado algunos capítulos de la disputa entre Elon Musk y Jeff Bezos.

Kuiper Systems es una subsidiaria de Amazon fundada en 2019 con el objetivo de ofrecer internet satelital de banda ancha, similar a Starlink. Sin embargo, la firma todavía no ha lanzado ningún satélite a la órbita terrestre baja, ni tampoco existe una fecha formal para que esto ocurra.

Por lo pronto, el proyecto financiado por Amazon promete utilizar más de 3.200 satélites para la provisión de la conectividad. En abril pasado se conoció que la compañía fundada por Bezos firmó acuerdos con tres compañías para realizar 83 lanzamientos a lo largo del siguiente lustro. Los mismos serán realizados por la francesa Arianespace, la estadounidense United Launch Alliance —un consorcio conformado por las divisiones aeroespaciales de Boeing y Lockheed Martin— y, como no podía ser de otra manera, Blue Origin.

Según un informe de Ars Technica, Kuiper Systems hoy se encuentra unos cuatros años por detrás de SpaceX y Starlink en el desarrollo de su servicio. Y lo peor es que, al no contar con cohetes propios, se calcula que a la subsidiaria de Amazon cada lanzamiento le costará (en promedio) tres veces más que lo que la firma de Elon Musk gasta para poner un Falcon 9 en el aire.

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Así, entonces, mientras la empresa trabaja para poner toda su estructura en funcionamiento, su principal batalla con Starlink ha sido ante las autoridades. En agosto de 2021, Kuiper Systems envió una carta de protesta a la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC), en la que pidió que se niegue una autorización otorgada a la compañía de Elon Musk. Específicamente, objetó la habilitación de dos configuraciones para alinear los satélites de segunda generación desarrollados por SpaceX.

Como era de esperarse, a Elon Musk no le cayó en gracia la situación y no dudó en manifestarlo. “Resulta que Bezos se retiró para conseguir un trabajo de tiempo completo presentando demandas contra SpaceX”, había tuiteado el magnate en aquella oportunidad. Un dardo que ya venía envenenado por la demanda que Blue Origin, también de Bezos, había presentado contra la NASA por la elección de SpaceX como única contratista para desarrollar el módulo de alunizaje del programa Artemis.

Lo cierto es que las bondades del servicio de internet satelital de Kuiper Systems aún están lejos de poder probarse. Cuando la empresa empiece a cumplir con su cronograma de lanzamientos, el panorama será un poco diferente.

OneWeb, de ‘rival’ a aliado

Imagen: OneWeb

El caso de OneWeb es de los más llamativos, pues ya cuenta con una constelación de satélites similar a la de Starlink en órbita. Sin embargo, los problemas económicos provocados por la pandemia de coronavirus llevaron a la firma al borde la bancarrota. No obstante, logró renacer tras una importante inversión del gobierno del Reino Unido y Bharti Airtel, una firma india de telecomunicaciones.

OneWeb ya ha lanzado 428 de los 648 satélites que le dan vida a su constelación. Los mismos, desarrollados en alianza con Airbus, se pusieron en órbita entre febrero de 2020 y febrero de 2022 utilizando cohetes rusos Soyuz. No obstante, Rusia decidió cortar sus servicios a la compañía con sede en Londres como respuesta a las sanciones de Occidente tras la invasión a Ucrania.

Así, OneWeb volvió a quedar sumida en la incertidumbre, hasta que SpaceX apareció al rescate. La empresa de Elon Musk puso sus cohetes a disposición para que se complete el lanzamiento de los 220 satélites restantes. Se espera que el primero de los vuelos utilizando la plataforma de la compañía estadounidense se realice entre fines de 2022 y comienzos de 2023.

Y si bien la idea de OneWeb es ofrecer acceso a internet en todo el mundo, lo hará de un modo diferente al de Starlink. Es que proveerá el servicio en alianza con distintos operadores de telecomunicaciones, cuando la firma de SpaceX lo hace de forma directa a los clientes.

ViaSat, un peso pesado

Imagen: ViaSat

Otro competidor de Starlink en la provisión de internet satelital es ViaSat. La firma estadounidense se encuentra en actividad desde 1986, pero tiene habilitación desde 2013 para operar satélites que transmiten en la banda Ka. La gran diferencia con la empresa de Elon Musk es que no utiliza una constelación de equipos pequeños en la órbita terrestre baja, sino un puñado de satélites grandes que operan en órbitas más altas.

Actualmente cuenta con cuatro satélites —ViaSat-1, WildBlue1, Anik-F2, y ViaSat-2—, mientras trabaja para poner en funcionamiento uno más, el ViaSat-3. Además, ha adquirido toda la infraestructura del KA-SAT, lanzado en 2010, que pertenecía a Eutelsat. Hoy en día, ofrece velocidades de internet de hasta 100 Mbps a usuarios residenciales en Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, y a partes de Sudamérica. Y apuesta a incrementarlas de la mano del ViaSat-3.

Pero al igual que Kuiper Systems, ViaSat ha ganado relevancia más por sus cruces públicos con Starlink que por su servicio. Las empresas han intercambiado dardos a través de la FCC y uno de los episodios más recientes ha ocurrido en junio pasado. Según ViaSat, la segunda generación de los satélites de SpaceX congestionará la órbita terrestre baja y generará riesgos de colisión muy elevados para las demás compañías que deban atravesarla para poder operar.

La empresa de Elon Musk, en tanto, respondió acusando a ViaSat de ser el “principal obstruccionista de la industrial satelital”. Además, según recogió Bloomberg, le pidió a la FCC que impida la adquisición de la empresa de comunicaciones británica Inmarsat, que ViaSat anunció en noviembre del año pasado.

Nueva antena parabólica de Starlink
Crédito: Starlink

Kuiper Systems, Viasat y OneWeb no son las únicas compañías que quieren ganarse un espacio en el sector liderado por Starlink. Boeing, por ejemplo, también dio a conocer sus planes para lanzar su propia constelación para brindar internet satelital. Sin embargo, en principio se limitaría a ofrecerlo en Estados Unidos y dos de sus territorios no incorporados, Puerto Rico e Islas Vírgenes.

Telesat es otra de las firmas que quiere tener su propio Starlink. Hablamos de una empresa canadiense con más de 50 años de experiencia, que a partir de 2023 planea lanzar su propia constelación de 1.600 satélites en la órbita terrestre baja. A través de dicha plataforma, bautizada Lightspeed, promete tener cobertura global desde 2024.

La automotriz china Geely también tiene planes en el sector, aunque con ciertas particularidades. La compañía tiene una subsidiaria llamada Geespace, con la que planea colocar más de 200 satélites en la órbita terrestre baja. La intención principal es utilizarlos como una pieza del sistema de conducción autónoma desarrollado por el fabricante de coches. Aunque no se descarta expandir su implementación a otros proyectos.

Un punto en común entre todas estas iniciativas es que su desarrollo todavía se encuentra en etapas muy tempranas. Y si bien ni SpaceX, ni Starlink o Elon Musk deben dormirse en los laureles, tienen motivos para confiar en que ninguna le disputará su lugar como principal referente en el rubro de las constelaciones para internet satelital. No en el corto plazo, al menos.

Lo que sí queda claro es que estamos hablando de una industria que despierta un interés creciente. Se espera que el negocio alcance una valuación de unos 30.000 millones de dólares a nivel global para 2030, comparado con los $12.000 millones actuales.

No por nada, hasta la Unión Europea ha delineado un plan para tener su propio Starlink; en especial, tras ver el creciente interés en estas “megaconstelaciones” por parte de Estados Unidos, Rusia y China. “[…] Existe un desajuste entre las necesidades gubernamentales en rápida evolución y las soluciones disponibles de la UE, tanto a nivel nacional como europeo, en servicios de comunicaciones por satélite seguros, fiables y diversos, posibilitados en particular por los avances tecnológicos derivados de las órbitas terrestres medias y bajas”, explicaron en febrero pasado.

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