Si eres de las personas que acumulan mugre por antonomasia dentro de la nevera, debes saber que te estás exponiendo duramente a las intoxicaciones alimentarias. Sí, la falta de higiene puede hacer que los microorganismos patógenos que viven de forma natural en nuestro entorno —y que forman parte de algunos alimentos— se reproduzcan como si de conejos en celo se tratasen.
Además de la higiene, resulta fundamental mantener un adecuado orden en la nevera. Y no, no es una obsesión por parte de los amantes del orden y los TOCs. Pueden parecer detalles nimios, pero que a la larga marcan la diferencia para prolongar la vida útil de nuestra comida.
Esto no solamente nos protege de las temidas intoxicaciones alimentarias, sino que nos permite reducir el desperdicio de alimentos en el hogar y también ahorrar dinero a largo plazo. Así que, aunque sea por los “dineros”, haz el favor de mantener tu nevera en condiciones. Y da igual el tamaño de la nevera o cuánta comida guardes en ella. Estos consejos son válidos para todos. Los cocinillas o los que prefieren tirar de delivery.
La puerta del frigorífico es oscura y alberga los horrores de las intoxicaciones alimentarias
Desde hace años, los fabricantes de refrigeradores están obsesionados con vendernos frigoríficos que cuentan con una huevera en la puerta. Sí, esa pequeña pieza de plástico que no has limpiado en tu vida y que almacena más roña que un sofá por detrás. Al margen de tus escasas habilidades higienizantes, lo cierto es que almacenar los huevos en la puerta de la nevera no es la mejor de las ideas.
El motivo es que esta zona está íntimamente relacionada con los cambios de temperatura. De esta forma, cada vez que abrimos y cerramos el frigorífico, estamos exponiendo los alimentos allí ubicados a vaivenes de temperaturas similares a los de la cadera de tu abuela en las fiestas del pueblo. Es decir, no conviene almacenar alimentos perecederos o sensibles en la puerta del frigorífico. Ni huevos, ni carne, ni pescado, y tampoco sobras de comida. Ni se te ocurra meter el táper de potaje en la puerta del frigorífico. Seguramente no quepa, pero te veo capaz de atentar contra las leyes de la física: tampoco te aventures a colocarlo en posición vertical porque lo vas a pringar todo.
¿Qué colocamos en la puerta entonces para evitar las intoxicaciones alimentarias? Pues salsas, bebidas, o mermeladas. También chocolate en verano, para evitar que se derrita. Es decir, productos que aguantan bastante tiempo y a los que el cambio de temperatura no afecta tanto. También es un buen lugar para almacenar conservar sin abrir que por algún motivo gastronómico preferimos consumir frías, pero que realmente pueden conservarse fuera de la nevera perfectamente.
Decíamos que guardar el huevo en la puerta del frigorífico no es la mejor de las ideas. El motivo es nuestra temida amiga Salmonella, la reina de las intoxicaciones alimentarias. Esta bacteria patógena puede estar presente en la cáscara del huevo de forma natural, proveniente del interior de la gallina. Resulta complicado en la actualidad —por no decir imposible— garantizar la ausencia de Salmonella en el huevo, por lo que debemos ser muy cuidadosos con su manipulación y almacenamiento en casa. En este sentido, debemos evitar la ubicación de los huevos en la puerta del frigorífico y elegir preferiblemente los estantes intermedios.
El interior del frigorífico, ese gran desconocido
Dentro del frigorífico encontramos diferentes secciones normalmente delimitadas por baldas o estanterías. Seguro que tras hacer la compra acudes como un loco a colocar los alimentos conforme pillas y sin ningún tipo de criterio lógico. A partir de hoy eso va a cambiar. Tu salud respecto a las intoxicaciones alimentarias y tu bolsillo lo agradecerán.
Por ejemplo, es interesante que guardemos en los cajones inferiores las frutas y verduras por ser los espacios más fríos y húmedos. Si ascendemos, seguidamente encontraremos las baldas inferiores donde es ideal almacenar alimentos como carnes y pescados, o productos a descongelar. Esto se hace para evitar que los posibles jugos o exudados de la descongelación puedan manchar otros alimentos del frigorífico. Como los cajones inferiores de frutas y verduras están tapados, no hay problemas en este sentido.
Después nos encontramos con los estantes intermedios. Como decíamos previamente, son ubicaciones idóneas para albergar huevos, lácteos, embutidos y también platos precocinados. Por último, en las baldas superiores es interesante que ubiquemos aquellas sobras de comida a partir de alimentos cocinados o aquellos listos para el consumo como guacamole o humus.
Consejos definitivos para que tu comida dure al máximo
Para rematar la faena te ofrecemos algunos consejos generales para poner en orden nuestra nevera recomendados por AESAN, Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Y huir de esas intoxicaciones alimentarias.
- Limpia a fondo tu nevera al menos una vez al mes.
- Mantén tu nevera a una temperatura máxima de 4 grados.
- Presta atención a las fechas de caducidad o consumo preferente.
- Usa el principio “FIFO” (nada que ver con EA Sports). Es decir, “first in, first out”: lo primero que entra es lo primero que sale.
- Separa los alimentos crudos de los cocinados para evitar la contaminación cruzada.
- Utiliza recipientes cerrados y herméticos para guardar la comida.
- Refrigera o congela los productos cocinados.
- Lee las etiquetas para conocer las recomendaciones de almacenamiento del fabricante.
También es importante que dejemos espacio suficiente entre los productos alimenticios. Es decir, no los dejemos apelotonados entre sí porque el frío no podrá circular correctamente entre los alimentos. Nuestra comida no se enfriará adecuadamente y se echará antes de tiempo a perder. Y sí, con la intoxicación alimentaria correspondiente.
Por último, es importante matizar que no todos los vegetales deben ubicarse idóneamente en el frigorífico. Algunos como plátanos, aguacates o tomates deben situarse preferiblemente fuera de la nevera. Es decir, a temperatura ambiente para que su maduración sea óptima. Sin embargo, en épocas calurosas como el verano puede ser aceptable almacenarlos en frío excepcionalmente para prolongar su vida útil —a riesgo de que el sabor se vea perjudicado.