Que Stranger Things, la serie de los Hermanos Duffer (desde 2016) que lleva cuatro exitosas temporadas en Netflix, hasta el primer y angustioso volumen de la última, y que acabará con una quinta, bebe de películas populares en los años ochenta del siglo pasado, y se permite homenajearlas. E. T., el extraterrestre (1982), La historia interminable o Pesadilla en Elm Street (1984) son algunas que recordamos a bote pronto. Pero también hay de otras décadas, como El silencio de los corderos (1991).

Los espectadores que ya han podido sentarse a ver la nueva entrega sabrán que, en el cierre del primer episodio, “The Hellfire Club” (4x01), se produce el espantoso homicidio de la animadora Chrissy Cunningham de Grace van Dien, la joven actriz que es hija de Casper van Dien y a la que no habíamos visto antes en ningún proyecto tan destacado. Porque The Rookie (desde 2018) es de segunda. Y alguien pone sobre la pista del supuesto asesino a la Nancy Wheeler de Natalia Dyer.

Se trata del Wayne de Joel Stoffer, tío del carismático Eddie Munson, al que interpreta Joseph Quinn. Para este personaje, los detalles brutales del estado en que se encuentra el cuerpo de la adolescente se corresponden con los de una antigua matanza que sucedió en la misma localidad de Hawkins: la de la familia del Victor Creel de Robert Englund en 1959, veintisiete años atrás. Y esto propicia una secuencia de Stranger Things que nos trae a la memoria el filme de Jonathan Demme.

Dos personajes hacia ‘El silencio de los corderos’

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El pobre Fred Benson, compañero de Nancy Wheeler en el periódico The Weekly Streak al que encarna Logan Riley Bruner, el Balls de Orange Is the New Black (2013-2019), el Kyle de Unbreakable Kimmy Schmidt (2015-2019) o el Lance de La maravillosa Sra. Maisel (desde 2017), se convierte en una nueva víctima del monstruo real en “Vecna’s Curse” (4x02). Y entre el Dustin Henderson de Gaten Matarazzo y el mencionado Eddie Munson deducen su propia existencia.

Así, con la Max Mayfield de Sadie Sink en peligro por su maldición como descubren al final de “The Monster and the Superhero” (4x03), los protagonistas de Stranger Things optan por hablar con el superviviente Victor Creel, que se encuentra encerrado en el Hospital Psiquiátrico de Pennhurst, para obtener más información y poder deternerle. Y Nancy Wheeler y la Robin Buckley de Maya Hawke se hacen pasar por dos estudiantes de Psicología para acceder al preso.

Tras conseguir engatusar al director Anthony Hutch del veterano Ed Amatrudo, que ha intervenido en Dos policías rebeldes (1995) como Ether Van Boss o Hillbilly, una elegía rural (2020) en la piel de Rich, las conducen a ambas en “Dear Billy” (4x03) a la galería de celdas para los pacientes más peligrosos. Y resulta imposible que un cinéfilo atento no se dé cuenta de que se inicia entonces el gran e indiscutible tributo a El silencio de los corderos de los Hermanos Duffer en Netflix.

El escenario de Hannibal Lecter en ‘Stranger Things’

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Este largo de Jonathan Demme adapta la segunda novela de Thomas Harris sobre el inolvidable doctor caníbal Hannibal Lecter, al que primero dio vida Brian Cox en Manhunter (1986) pero cuyo rostro más célebre es el de Anthony Hopkins en la obra en cuestión, la secuela Hannibal (2001) y la precuela El Dragón Rojo (2002), con el de Gaspard Ulliel en su juventud para Hannibal: El origen del mal (2007) y el de Mads Mikkelsen durante la serie con su mismo nombre (2013-2015).

Obtuvo los premios Oscar más gordos: mejor película, director, libreto adaptado, actriz y actor principales. Y la secuencia de Stranger Things a la que nos referimos apunta directamente, no solo a la dinámica más jugosa de su argumento, las conversaciones de la Clarice Starling de Jodie Foster con el brillante antropófago, sino también a las propias imágenes en movimiento con las que los dos se conocen en el Hospital Psiquiátrico de Baltimore para Criminales Dementes.

La galería de ladrillo con la hilera de celdas inquietantes a un lado, los reclusos que reaccionan de forma incómoda a la inesperada visita femenina, el espacio del fondo para Victor Creel como lo era para Hannibal Lecter y las sillas delante del mismo, a cierta distancia, para que se acomoden quienes acudan a interactuar con él. La planificación no coincide con la de El silencio de los corderos ni la de El Dragón Rojo con el Will Graham de Edward Norton, pero qué estupendo homenaje.

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