Montones de dimes y diretes hay en las redes sociales por una de las nuevas películas de Netflix; que se había estrenado dos semanas antes en los cines de unos cuantos países concretos para poder optar a los galardones de la temporada. Nos referimos, por supuesto, a No mires arriba (Adam McKay, 2021); la cual solamente ha estado en boca de todo el mundo desde que podemos verla en una de esas plataformas infernales sobre las que algunos echan tantas pestes obtusas. Porque será que les parece muy negativo facilitar una mayor difusión de la cultura cinematográfica.

Muchísimas personas a lo largo y ancho del planeta han difundido su opinión sobre este filme; para nosotros, una sátira graciosa; que tiene sus mayores fortalezas en su estupendo reparto y un guion certero que logra una gran elocuencia con la inusitada desesperación que nos transmite. Obviando el asunto del apocalipsis y si estás de acuerdo con esta valoración, te sugerimos que veas otros cinco largometrajes disponibles en Netflix; porque entrañan esa misma vena satírica y te pueden hacer disfrutar de idéntica manera.

Después de ‘No mires arriba’: 5 películas de Netflix con una lúcida sátira social

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Fox

Una sátira, aquí, es una composición audiovisual en la que se critican narrativamente actitudes, comportamientos o dinámicas sociales; para mandar un mensaje específico o divertir y asombrarnos con la burla. Por ejemplo, la espléndida comedia dramática que es El Show de Truman (Peter Weir, 1998), con su argumento insólito, sus metáforas y el protagonismo de un intachable Jim Carrey (¡Olvídate de mí!), le atiza a la falta de límites éticos en los reality shows televisivos, la carnaza mediática y esa ensimismada sociedad que las permite.

Otra de las películas de Netflix que se consideran de culto es El Club de la Lucha (David Fincher, 1999). Basada en la novela homónima de Chuck Palahniuk (1996), en su enérgico metraje, alucinado y lleno de detalles curiosos, mala uva y sorpresas, se carga contra la insatisfacción vital de la juventud que producen los valores publicitarios. La animosa El señor de la guerra (Andrew Niccol, 2005), por otra parte, constituye un soplamocos contundente para el negocio belicista y la vista gorda con el tráfico de armas y la corrupción según los intereses particulares.

Los filmes anteriores y No mires arriba podíamos verlos con una sonrisilla socarrona en la cara; pero con la sombrosa Distrito 9 (Neill Blomkamp, 2009) y su contundente denuncia del racismo, la xenofobia y la moral relajada de los medios de comunicación termina por congelársenos; y mucho antes de su impresionante tramo final. Por último, lo que entraña la inteligente Megamind (Tom McGrath, 2010) es una jovial sátira animada sobre las historias de superhéroes y sus archienemigos, tan en boga en estos tiempos, y el modo en que la sociedad trata a sus estrellas e ídolos de barro.

Bonus: otras 14 estupendas sátiras

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United Artists

Las siguientes sugerencias no están entre las películas de Netflix pero, como son unas sátiras que uno no debe perderse, hemos decidido incluirlas también aquí. Desde la luminosa El gran dictador (Charles Chaplin, 1940) y la descacharrante Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942) y sus mofas del nazismo hasta aquellas que la encantadora Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen y Gene Kelly, 1952) lanza sobre el mundo del espectáculo hollywoodiense y, oh, los sutiles dardos contra la engolada ultramodernidad burguesa en la hilarante Mi tío (Jacques Tati, 1958).

La política provincial española durante la dictadura franquista y las genuflexiones ante los estadounidenses son objeto de una rechifla sana en la recordada Bienvenido, Mr. Marshall (Luis García Berlanga, 1953). Como el comunismo soviético, el espíritu revolucionario y los tejemanejes empresariales en la vivísima e inolvidable Uno, dos, tres (Billy Wilder, 1961); o la hipocresía burguesa de provincias, las barbaries de la pena capital y el cinismo periodístico en las obligatorias Plácido, El verdugo (Berlanga, 1961, 1963) y Primera plana (Wilder, 1974).

Uno de los referentes para escribir No mires arriba fue la sensacional Network, un mundo implacable (Sidney Lumet, 1976), que satiriza la carroña en la pequeña pantalla. El sueño americano recibe unos golpes mortales en la extraordinaria American Beauty (Sam Mendes, 1999); igual que la ambición política de chichinabo en la tremenda Election (Alexander Payne, 1999), lo mismo que Megamind en la trepidante Los Increíbles (Brad Bird, 2004) y la popularidad de los actores en Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) [Alejandro González Iñárritu, 2014).

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