Tras un capítulo prometedor de la miniserie Dexter: New Blood (Clyde Phillips, 2021-2022) como “Cold Snap” (1x01) y el justificada y paradójicamente tranquilo “Storm of Fuck” (1x02), llega “Smoke Signals” (1x03), que tampoco nos depara muchas emociones pero es útil para que la trama avance entre los peligros que rodean al protagonista (Michael C. Hall) hasta otras que prevemos más fuertes.
Hasta que su primer plano alza definitivamente el vuelo, la imagen que nos muestran unos segundos, en los que la sugerente banda sonora de Par Irwin (Bored to Death) y la añorada voz en off de nuestro homicida en serie predilecto (siempre con el permiso del gran Hannibal Lecter) acarician nuestras meninges, nos desconcierta por su imprecisa textura, hermosa en la velocidad del movimiento.
Y, cuando el susodicho comenta el apuro en el que se halla con cierta sorna, el episodio se siente como los de los viejos tiempos, las ocho temporadas previas de Dexter (James Manos Jr., 2006-2013) con el juego del gato policial y el ratón esquivo y el más difícil todavía para salirse con la suya. Pero, sobre todo, a continuación, gracias a ese momento de incertidumbre a cámara lenta.
Algunas composiciones audiovisuales destacadas en ‘Dexter: New Blood’
Clyde Phillips (Nurse Jackie) y el guionista David McMillan, que también ha escrito libretos para Sleepy Hollow (Alex Kurtzman, Roberto Orci y Phillip Iscove, 2013-2017), Lucifer (Tom Kapinos, 2016-2021) y la futura Monster: The Jeffrey Dahmer Story (Ryan Murphy e Ian Brennan, desde 2022), ahondan después en esa incertidumbre colocándole un espejo profesional a Dexter Morgan frente a sus narices.
Luego, el realizador Sanford Bookstaver, que ha dirigido capítulos de otras cuarenta y cuatro series desde el año 2000, como Dawson crece (Kevin Williamson, 1998-2003), House (David Shore, 2004-2012), Prison Break, Bones, (Paul T. Scheuring, Hart Hanson, 2005-2017) o Jessica Jones (Melissa Rosenberg, 2015-2019), nos ofrece una secuencia curiosa de encubrimiento a cámara lenta y adecuadamente musicalizada que casi resulta surrealista.
A la que, además, interrumpe otra sobre el principal trabajo pendiente del protagonista en Dexter: New Blood, con algunos los mismos elementos compositivos y que apunta de forma automática e indiscutible a tramas familiares como la de El malvado Zaroff (Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, 1932), la de Blanco humano (John Woo, 1993) o La caza (Craig Zobel, 2020). Pero el asunto evoluciona y se enrarece con detalles más macabros, a lo A dos metros bajo tierra (Alan Ball, 2001-2005).
Los genes de Dexter Morgan asoman la patita
Una de las intervenciones de Debra Morgan (Jennifer Carpenter) en “Smoke Signals” sobrepasa el surrealismo del que hablábamos en su comedia negra. Por otra parte, nos aportan algunas pistas más acerca del misterio personal en torno a Angela (Julia Jones) y Audrey (Johnny Sequoyah); y desarrollan en mayor medida el carácter de Harrison Morgan (Jack Alcott), al que ya parece que le asoma la vena paterna en los dos sentidos que le conocemos tan bien a estas alturas. Es decir, el impulso irreprimible hacia la violencia pero contra la mala gente.
Tal vez cierto plano cavernoso y su inquietud nos traiga a la memoria los repetidos similares que hay en Dark (Baran bo Odar y Jantje Friese, 2017-2020); pero no parece probable que constituya ninguna referencia específica ni consciente pese al mismo tono, sino una elección bastante razonable de Sanford Bookstaver. En cuanto al ritual de los nativos americanos, Dexter: New Blood se convierte así en una de las pocas ficciones televisivas que se interesa por ellos. Como The X-Files (Chris Carter, desde 1993) en “Shapes” (1x19) o “The Blessing Way” (3x01).
Para terminar “Smoke Signals”, como de costumbre si no nos equivocamos en nuestros recuerdos sobre la serie original, cuando daba la sensación de que Dexter Morgan ya las tenía todas consigo, surge un enigma nuevo que nos mosquea tanto como a él mismo y que, seguramente, provoque virajes sustanciosos en los capítulos por venir.