Después de las decepciones de mayor o menor calibre que supusieron los episodios “Rubber (Wo)man: Part Two” (1x02), “Drive In” (1x03) y, sobre todo, “The Naughty List” (1x04) de American Horror Stories (Ryan Murphy y Brad Falckuk, desde 2021), nos llega “Ba’al” (1x05), que recurre a la clásica historia sobre los deseos personales cumplidos con malas artes y la reconocible Billie Lourd, a la que ya hemos visto encarnando a Winter Anderson y Linda Kasabian en American Horror Story: Cult (2017), a Mallory en Apocalypse (2018), a Montana Duke en 1984 (2019) y a Lark Feldman en Double Feature (2021).
Las tramas sobre una maternidad difícil o anormal, que nos retrotraen a obras como La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968) o La profecía (Richard Donner, 1976) en el género cinematográfico de terror, son recurrentes en esta franquicia antológica. Murder House (2011-2012), Asylum (2012-2013), Freak Show (2014-2015), Hotel (2015-2016) y Double Feature (2021) contienen variantes del asunto. También con influencias demoníacas en el primer caso, que continúan durante Apocalypse.
Una historia clásica en ‘American Horror Stories’
La puesta en escena y la planificación de “Ba’al” no brilla pero sí es eficaz, y los recursos para espantarnos de imagen, el diseño de sonido de Matthew Wilson (Superempollonas) y la banda sonora compuesta por Amanda Jones, para la que su trabajo en Hora de aventuras: Tierras lejanas (Pendleton Ward y Adam Muto, 2020-2021) y en este capítulo de American Horror Stories constituyen lo único de verdadera relevancia en su trayectoria intensa pero aún incipiente, no innovan en absoluto y solo cumplen con lo que esperaríamos de una fórmula narrativa.
Sea como fuere, el resultado se lo debemos a Sanaa Hamri, que transitó de los videoclips a los largometrajes y las series de televisión a partir de Algo nuevo (2006), y se ha encargado de capítulos en Glee (Murphy, Falchuk e Ian Brennan, 2009-2015), Shameless (Paul Abbott y John Wells, 2011-2021), Elementary (Robert Doherty, 2012-2019), Empire (Lee Daniels y Danny Strong, 2015-2020) o 9-1-1: Lone Star (Muphy, Falchuk y Tim Minear, desde 2020).
Pero este episodio de American Horror Stories también se sirve de elementos del espiritismo y la lucha contra lo sobrenatural en un mundo racionalista y sus consecuencias, una combinación resultante de la que Ali Adler, creadora de The New Normal (2012-2013) con Ryan Murphy y Katherine Shaffer y de Supergirl (2015-2021) con Greg Berlanti y Andrew Kreisberg, y el habitual Manny Coto (Dexter) son responsables. Sin embargo, si uno obvia el innecesario gore, los dos últimos giros de “Ba’al” cambian la perspectiva y mejoran su propuesta.
En la cuerda floja
“Feral” (1x06), escrito y rodado por Manny Coto, también tiene pinta al comienzo de tratarse de una típica historia: la de un grupito de personajes despistados que se adentran en un bosque y las pasan canutas. Y, si “Ba’al” nos hacía pensar en el capítulo “Terms of Endearment” (6x07) de The X-Files (Chris Carter, desde 1993), el siguiente nos trae a la memoria “Detour” (5x04). Además de la familia Polk de My Roanoke Nightmare (2016), pero bastante más degenerada.
Nos brinda volantazos de lo alejan de los tópicos para después volver a ellos, a pesar de la explicación expansiva y el final horripilante, y escenas que parecen propias de The Walking Dead (Frank Darabont y Angela Kang, desde 2010). Por otra parte, si el episodio anterior de American Horror Stories contaba con Billie Lourd interpretando a Liv Whitley, aquí interviene Cody Fern en la piel de Stan Vogel, tras haberse metido en la del Michael Langdon de Apocalypse, la de Xavier Plympton en 1984 y la del Valiant Thor de Double Feature. Con él y el resto de sus ingredientes, no termina por precipitarse desde la cuerda floja.
Una decisión trascendental para la franquicia
Con los primeros movimientos de cámara de “Game Over” (1x07), Liz Friedlander se propone a demorar unos segundos que esta enfoque la Casa del Crimen, el mítico escenario de Murder House, por supuesto, en capítulos de Hotel y Apocalypse y de las dos entregas de “Rubber (Wo)man” en el presente spin-off. Y lo que le sigue es un auténtico despiporre referencial metanarrativo con el que Ryan Murphy y Brad Falchuk nos sonríen en una jugada semejante a la que sucede mediada My Roanoke Nightmare, pero de mayor complejidad.
Algo en lo que se profundiza tras apariciones que nos descolocan sobremanera y un asombroso viraje clave, repetido, que pudiera dar la impresión de que trastoca la situación presentada pero que únicamente insiste en ella, aportándole más capas jugositas al relato. De la misma forma, agradecemos que aprovechen para indagar más en la esencia de la casa encantada y sus moradores; y que Liz Friedlander procure ofrecernos algunas composiciones sugerentes y un pelín elaboradas.
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Tanto como a Sanaa Hamri, la podemos considerar una directora de videoclips reconvertida. Grabó Déjate llevar (2006) y se ha ocupado de otros episodios en series como One Tree Hill (Mark Schwahn, 2003-2012), Crónicas vampíricas (Kevin Williamson y Julie Plec, 2009-2017), Jessica Jones (Melissa Rosenberg, 2015-2019) o la propia American Horror Story (desde 2011). Pero que le hayan confiado a ella poner en práctica una de las decisiones más trascendentales para la franquicia no es moco de pavo.
Le pesan la violencia frívola, cosa demasiado frecuente en ocasiones durante la serie principal, y que la apuesta de Ryan Murphy y Brad Falchuk supone un gran riesgo. Hasta el punto de que le falta poco para caer en el ridículo dramático, y menos mal que no ocurre. Han salvado los muebles en American Horror Stories.