Hasta ahora, American Horror Stories (Ryan Murphy y Brad Falchuck, desde 2021), la serie derivada de la casi homónima de los mismos creadores (desde 2011) que se estrena en Disney Plus, ha ido de bien en peor, devaluándose del primer episodio al tercero.
En “Rubber (Wo)man, Part I” (1x01) nos da mucho gusto volver a la Casa del Crimen, pero su desangelada segunda parte (1x02) acaba con ello; y el siguiente, “Drive In” (1x03), es indefendible de puro ramplón.
Así que, después de dos desilusiones, una menos acentuada que la otra, nos encantaría poder decir que esta ficción terrorífica recupera el buen rumbo en “The Naughty List” (1x04), pero lo que hace es hundirse todavía más con este desastroso cuento navideño que puede hasta mostrarse irritante en determinados tramos y, de todos modos, como una completa decepción siempre.
Las consecuencias de la transgresión
El tramo inicial del capítulo nos sitúa en la actualidad más reconocible de Internet: la de los llamados influencers que graban vídeos y los cuelgan en su canal de las redes sociales.
Esta ocurrencia modernísima de American Horror Stories no es especialmente novedosa. Otras series con el formato de una antología narrativa se han servido de lo que el espectador conoce acerca de lo último en dinámicas tecnológicas, desde The Twilight Zone (Rod Sterling, 1959-2020) o su prima hermana Más allá del límite (Leslie Stevens, 1963-2002) a Black Mirror (Charlie Brooker, desde 2011), para ofrecerle al público un relato horripilante o muy dramático sobre las posibilidades destructivas de estas.
En su ensayo Danza macabra (1981), el novelista Stephen King afirma que el género de terror es un agente del statu quo, de esencia reaccionaria, porque acostumbra a mostrar las consecuencias más extremas de la transgresión que supone cualquier avance o separación decidida de lo establecido; al menos, con un simple propósito lúdico. Y en ningún otra clase de historia se ve esta teoría con mayor claridad como en una propuesta semejante a la de “The Naughty List”.
No hay por dónde coger este episodio de ‘American Horro Stories’
El honor dudoso de firmar lo peorcito de American Horror Stories ha sido del realizador californiano Max Winkler, que tiene un pie en la pequeña pantalla y otro en la grande, y tanto ha dirigido capítulos de otras series televisivas, sea The New Normal (Ryan Murphy, Ali Adler y Katherine Shaffer, 2012-2013), New Girl (Elizabeth Meriwether, 2011-2018), Brooklyn Nine-Nine (Dan Goor y Michael Shur, 2013-2021) o Cruel Summer (desde 2021), como los largometrajes Ceremony (2010), Flower (2017) y Jungleland (2019).
Hay aquí momentos grotescos, de vergüenza ajena, que se pretenden una sátira y patinan pero bien, e incluso fragmentos de diálogo en el guion de Manny Cotto (Dexter), que ya había escrito el de “Drive In”, completamente absurdos. Pero su mayor problema es la descompensación narrativa, pues el conflicto principal tarda demasiado en aparecer.
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Así, un personaje como el Santa Claus del conocido Danny Trejo, al que hemos visto antes en la piel de ídem en Heat (Michael Mann, 1995), de César Ocampo en el episodio “Redrum” (8x06) de The X-Files (Chris Carter, desde 1993), de Tortuga en Breaking Bad (Vince Gilligan, 2008-2013) o de Mr. World en American Gods (Bryan Fuller y Michael Green, 2017-2021), y sus motivaciones carecen de fuerza.
Además, nos resulta una verdadera lástima que Ryan Murphy y Brad Falchuck (Nip/Tuck, a golpe de bisturí) reincidan en un tipo de personaje al que había encarnado mucho mejor Ian McShane (Scoop) como Leigh Emerson en American Horror Story: Asylum (2012-2013). Las acciones de su triste sustituto convierten “The Naughty List” en un vulgar slasher. Y ni el contrapunto de la música navideña en el escenario del crimen funciona ni el cierre guarda relación con la trama fundamental siquiera. Un despropósito de principio a fin.