El Snyder Cut de La Liga de la Justicia ya está aquí. Y no demasiadas pelis y sus directores, por no decir casi ninguno, tienen una segunda oportunidad. Si un proyecto no sale bien o todo lo digno que se deseaba, lo que los estudios cinematográficos se plantean es, como mucho, una nueva versión de la historia o un reinicio en el caso de las sagas con un equipo diferente por completo.
Sin salir de las adaptaciones de los cómics superheroicos que pertenecen a DC, tras los fiascos de Batman Forever y Batman y Robin (Joel Schumacher, 1995, 1997), hubo que esperar hasta la trilogía de Christopher Nolan (2005-2012) para restituirle al hombre murciélago la decencia de que le habían provisto las estupendas Batman y Batman vuelve (Tim Burton, 1989, 1992).
Sin embargo, lo del Snyder Cut de La Liga de la Justicia (2021), en lo que hubiera podido convertirse el filme de 2017, es harina de otro costal. Un asunto más semejante, sin las circunstancias trágicas, al de El exorcista: El comienzo (Paul Schrader, 2005) en cuanto a lo que supuso la versión de Renny Harlin (2004), pero a la inversa y también de la mano veteranísima o el puño cerrado de la Warner Brothers. Y, si en aquella ocasión metió la pata rehaciendo lo que prefiere la crítica y el público, como al impedir que Tim Burton continuase con Bruce Wayne por la oscuridad de Batman vuelve, ahora hay que reconocer que aplaudimos la decisión de brindarle a Snyder la oportunidad de concluir la faena.
El 'Snyder Cut' de 'La Liga de la Justicia': puro Zack Snyder
Cuando el cineasta no pudo seguir encargándose de la realización de lo que fue Liga de la Justicia por una triste desgracia personal, recurrieron con buena lógica al neoyorkino Joss Whedon (Los Vengadores) para que finalizase la película.
Y el resultado, por lo muy distintos que son los modales de los dos directores, se reveló de la familia de Frankenstein: un batiburrillo con una acusada falta de cohesión en sus piezas narrativas y en el tono general. Cosa que ya no ocurre en el Snyder Cut de La Liga de la Justicia, que no solamente ha hecho el filme que quería hacer con sus propias peculiaridades, sino que además ha gozado de manga ancha para incluir cuantas escenas le ha salido del caletre y de la pepitilla.
Con estos mimbres de control creativo absoluto, se la ve más entera y coherente estilísticamente hablando. O no más, sino en plenitud. Porque este espectáculo superheroico es puro Zack Snyder, haciendo honor al título, con su acción muchas veces ralentizada en una cámara lenta que se fija en los detalles, o esa cámara mismamente para momentos en los que desea ofrecer cierto poderío visual e imágenes hermosas que queden en la retina, al son de ciertas canciones; con el tono solemnísimo que le conocemos tan bien y el antojo usual por la destrucción desmesurada. No cabe duda de que el Snyder Cut de La Liga de la Justicia es una obra de autor, nos guste más o menos su personalidad cinematográfica.
Cuatro horas que nunca se hacen pesadas
Y logra que lo sea un filme esencialmente suyo sin permitirse un desparrame excesivo en sus costumbres audiovisuales, como los de las placenteras 300 (2006), Watchmen (2009) o Sucker Punch (2011), sin apartarse de las mismas igual que en la sobrevaloradísima El amanecer de los muertos (2004), más próximo a la grata Ga’Hoole: La leyenda de los guardianes (2010) en su equilibrio y definitivamente por encima de la pasable El hombre de acero (2013) y la irregular Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia (2016). Pero nunca superando, y esto debe quedar muy clarito, a Wonder Woman (Patty Jenkins, 2017) en las entregas del Universo Extendido de DC.
Si hay algo que se le pueda afear es, probablemente, que haya incluido secuencias innecesarias para el desarrollo del argumento si somos estrictos. Emplea muchísimo tiempo y, por consiguiente, un gran número de ellas en contextualizar lo que ocurre, tanto respecto a las circunstancias de los nuevos superhéroes como las de la amenaza terrible que se abate sobre el mundo.
Pero nunca resulta pesada durante las cuatro largas horas en las que se extiende y, por otro lado, el conjunto es así más comprensible en las motivaciones de los personajes, en su engranaje dramático y en los elementos que conforman el conflicto principal con los antagonistas venidos de otro mundo.
Echando de menos a Danny Elfman
Si las secuencias intensas se intercalan con las explicativas y las de interacción verbal en las primeras tres horas, sin olvidarse de cierta épica con algún flashback gozoso y conceptos narrativos que se escapan del realismo severo de un modo inesperado, durante la última se produce por fin el estallido de la acción sostenida.
Entonces, después de la dilatada construcción argumental y de prepararnos anímicamente para ello, nos emocionamos. Y la banda sonora de Tom Holkenborg (Mad Max: Furia en la carretera) cumple, pero echamos de menos la genialidad de Danny Elfman (Eduardo Manostijeras). Aunque no es mortífero para el Snyder Cut de La Liga de la Justicia, el filme que debió ser en 2017 y que ahora es.