La quinta película del Universo Extendido de DC ha llegado a los cines, y en ella podemos ver por fin a sus propios superhéroes reunidos, tal como había hecho ya Marvel Studios en su saga.No se puede decir que **Liga de la Justicia (2017) lo haya tenido muy fácil para llegar a ver la luz y resultarnos coherente, no porque no haya dispuesto de siete productoras con el bolsillo atiborrado de dólares como así es, sino por la tragedia familiar que sufrió el estadounidense Zack Snyder, director de la mayor parte del metraje final, que fue sustituido el pasado mayo por el neoyorkino Joss Whedon cuando no pudo seguir. Este último ha corregido un poco el libreto, ha realizado por esta causa grabaciones adicionales y, en fin, todo el proceso de posproducción; y aunque no podemos saber a ciencia cierta qué corresponde a cada uno de estos dos cineastas, uno puede al menos olérselo por sus maneras características; o tal vez se pase de listo.
En cualquier caso, la elección de Snyder y Whedon tiene todo el sentido del mundo por sus antecedentes en el cine superheroico**: el primero, para quien Liga de la Justicia ya es el tercer filme del UEDC tras la oda a la destrucción en que deviene la correcta *El Hombre de Acero (2013) y la irregular pero aceptable Batman vs. Superman: El amanecer de la Justicia (2016), había dirigido antes la bastante superior Watchmen* (2008); y el segundo, que va a rodar además Batgirl, se había encargado de las gozosas Los Vengadores (2012) y *Vengadores: La era de Ultrón (2015), por lo que se ha convertido para esta clase de películas en algo similar a lo que J. J. Abrams (Super 8*) supone para la space opera: si este último ha revitalizado los universos fílmicos de las confrontadas Star Trek (desde 1966) y Star Wars (desde 1977), Whedon ha intervenido ya tanto en el de Marvel como en el de DC.
Lo que ocurre es que, a diferencia de lo que aportó Abrams, no ha sido Whedon quien nos ha brindado la película más decente del UEDC, sino Patty Jenkins (Monster) con *la estimulante Wonder Woman* (2017); y Liga de la Justicia se sitúa en calidad por debajo de ella, no muy lejos de Batman vs. Superman y, sin duda, por encima de El Hombre de Acero y la amena pero limitada Escuadrón Suicida (2016)*, de David Ayer (Fury). Y claro está también que ni para Snyder ni para Whedon constituye el filme que nos ocupa su obra más sobresaliente, a tanta distancia como se encuentra de 300 (2006) y, sobre todo, de Watchmen* en cuanto al primero, y de Los Vengadores y La era de Ultrón en lo que respecta al segundo.
Y la causa principal de esta circunstancia es que Liga de la Justicia, un digno e irregular entretenimiento, acusa una falta ostensible de cohesión en sus piezas narrativas y en el tono que, suponemos, se debe precisamente a su bicefalia y a las grandes diferencias esenciales entre sus dos directores, casi antagónicos en su espíritu audiovisual; pues no se ha tratado de una colaboración al tiempo en el mismo sentido de la marcha, sino de sendas contribuciones por separado, con Whedon asumiendo el desafío de salvar la papeleta, superponiéndose y terminando lo mejor que ha sabido la faena emprendida por Snyder hasta su comprensible abandono. Y lo sufre también el guion de Chris Terrio (Argo), que ya había escrito el de Batman vs. Superman con David S. Goyer (Batman Begins, El Hombre de Acero), modificado por Whedon más tarde.
Ambos son realizadores que ya se habían enfrentado a proyectos de acción y aventuras con secuencias de lucha espectacular y éxito relativo, pero justo ahí, bien pronto, acaban sus coincidencias: Snyder suele optar por el tono solemne, el discurso más seudointelectualizado, las emociones sintéticas y procesadas y el estilo audiovisual barroco, tal como puede comprobarse en 300, Watchmen, la grata animación estilizada de *Ga’Hoole: La leyenda de los guardianes (2010) y el atractivo delirio múltiple de Sucker Punch* (2011); mientras que a Whedon le va el humor juguetón y despreocupado, la sencillez discursiva nítida, una emotividad que se siente franca y sincera y unos modales más directos, todo ello visible en las series Buffy, cazavampiros (1997-2013), *Ángel (1999-2004), que creó con David Greenwalt (Grimm), Firefly (2002-2003), Agentes de S.H.I.E.L.D. (desde 2013), suya, de su hermano Jed y de Maurissa Tancharoen, en el filme Serenity (2005), agradable conclusión de la cancelada Firefly, y las dos primeras entregas de Los Vengadores.
Así, cuando al uno le flipan las coreografías elaboradas de combate y otras disposiciones con énfasis y cámara lenta, el otro prefiere la velocidad, el movimiento ágil y un caos controlado. Y estas dos almas se disputan la posesión de un mismo cuerpo fílmico. De modo que en Liga de la Justicia, atenuándose tal vez por su unión, convive una tímida solemnidad con un cachondeo minimizado*, escenas que apuntan claramente a la seriedad tonal, y otras, al divertimento en los diálogos de los superhéroes; secuencias de montaje con mayor esmero y complejidad y otras más limpias y llanas, y detalles a cámara lenta frente a velocidades de vértigo. Lo curioso es que, en esta ocasión, resulta fácil señalar entre lo más inspirado varias secuencias y tramos propios de Snyder, como el montaje al principio con la versión estupenda de Everybody Knows, canción de Leonard Cohen, cantada por Sigrid, el ingreso de Wonder Woman y dos o tres composiciones con el protagonismo de Flash a lo Quicksilver en X-Men: Días del futuro pasado (Bryan Singer, 2014).
Y lo que no acaba de funcionar, paradójicamente, es la química entre los personajes, reunidos como colegas para salvar al mundo otra vez, y el humor de sus conversaciones, cuya responsabilidad lógica atribuiríamos a Whedon en un conato de remedar lo que ya consiguió sin problemas en Los Vengadores. Sus intervenciones se desarrollan muy bien por separado, y es un gusto contemplar lo que son capaces de hacer nuestra querida Diana Prince (Gal Gadot), que sigue siendo lo mejor del UEDC y nos seduce como poderosa superheroína en cada escena a mucha distancia de los demás, el titubeante Barry Allen (Ezra Miller) a lo Peter Parker en Spider-Man: Homecoming (Jon Watts, 2017), un potente Kal-El (Henry Cavill) en un par de secuencias, Victor Stone (Ray Fisher) y sus virguerías robóticas, Arthur Curry (Jason Momoa) y su carácter difícil y, bueno, Bruce Wayne (Ben Affleck) a veces.
Les acompañados unos secundarios con poca entidad dramática: un Alfred (Jeremy Irons) sin la suficiente flema inglesa, una poco carismática Lois Lane (Amy Adams), unos indiferentes James Gordon (J. K. Simmons), Silas Stone (Joe Morton) y la reina Hippolyta (Connie Nielsen); unos bien construidos Harry Allen (Billy Crudup) y Martha Kent (Diane Lane) y el villano de turno, Steppenwolf (Ciarán Hinds). Pero la mejor compañía de nuestros superhéroes en su peripecia es, sin discusión, la experta banda sonora que ha compuesto Danny Elfman (Eduardo Manostijeras, Pesadilla antes de Navidad), nunca reconocido tanto como se merece y que ya se había encargado de la música de otras películas de este género: la de Batman (Tim Burton, 1989), Darkman (Sam Raimi, 1990), Batman vuelve (Burton, 1992), Spider-Man (Raimi, 2002), Hulk (Ang Lee, 2003), Spider-Man 2 (Raimi, 2004), *Hellboy 2: El Ejército Dorado (Guillermo del Toro, 2008) y, sí, La era de Ultrón*. Así que su elección quizá no podía ser más adecuada después de que el habitual Hans Zimmer se retirase “del cine de superhéroes”.
Conclusión
Al final, Liga de la Justicia se queda como un intento de emular los logros del Universo Cinematográfico de Marvel en la alianza de sus superhéroes; siempre entretenida, algunas veces brillante, mediocre como norma, irregular e inconexa; un paso atrás tras Wonder Woman pero de ningún modo una caída en picado. Se deja ver y nos contenta sin maravillarnos mucho, lo que ya se agradece tal como está el patio en Hollywood.
Pros
- La lógica elección de Zack Snyder como director y de Joss Whedon como su sustituto.
- Que la Wonder Woman de Gal Gadot nos vuelve a seducir como poderosa superheroína en cada escena.
- Que constituye un digno entretenimiento.
- La experta banda sonora del no suficientemente valorado Danny Elfman.
Contras
- Su irregularidad y su falta ostensible de cohesión en sus piezas narrativas y el tono.
- Varias secuencias y tramos propios del estilo de Zack Snyder.
- Que la química entre los protagonistas y el humor no funcionan del todo.
- Que los personajes secundarios tienen poca entidad dramática.