De Cielo de medianoche (2020), la nueva película de George Clooney para Netflix, se han dicho muchas cosas desde su estreno. Que insistía en las carencias de su director y que el embarazo de la actriz Felicity Jones (Rogue One) mejoró la obra. O que Gregory Peck es el actor protagonista del filme que contempla el astronauta Mitchell (Kyle Chandler), el otro apocalipsis de La hora final (Stanley Kramer), y abuelo de otro integrante del reparto: Ethan Peck (Star Trek: Discovery) como el joven doctor Augustine Lofthouse. O que el rodaje se realizó en el formidable glaciar Vatnajökull y en las Islas Canarias.
O que Gravity (Alfonso Cuarón, 2013), con la cámara adaptándose a las volteretas de la antigravedad, y El renacido (Alejandro González Iñárritu, 2015) pueden señalarse como las dos grandes influencias en el filme. Pero también algo relacionado con las necesidades del propio George Clooney (Solaris) para interpretar al viejo Lofthouse. Porque tuvo que seguir un régimen con el que perdió trece kilos y medio. Lo cual puede parecer poco si lo comparamos con lo que han hecho otros colegas suyos. Anne Hathaway rebajó quince kilos para ser Fantine en Los miserables (Tom Hooper, 2012), por ejemplo.
Y Matthew Mcconaughey, casi veinte con el Ron Woodroof de Dallas Buyers Club (Jean-Marc Vallée, 2013); y Joaquín Phoenix, veintidós para protagonizar Joker (Todd Phillips, 2019) como Arthur Fleck. Christian Bale, por su parte, veinticinco para el Trevor Reznik de El maquinista (Brad Anderson, 2004), quedándose en los huesos. Pero es que pasar del Bruce Wayne de la trilogía de Christopher Nolan sobre Batman (2005-2012) al Ken Miles de Le Mans ’66 (James Mangold, 2019) le supuso reducir su peso treinta kilos. Nada comparable en masa corporal lo de George Clooney, pero sí en consecuencias para la salud.
Porque ninguno de estos intérpretes pasó cuatro días en el hospital, como él, por la pancreatitis que le provocó su dieta estricta. Y poco antes del inicio previsto del rodaje de Cielo de medianoche. “Me tomó algunas semanas mejorar, y como director no es tan fácil porque necesitas energía”, le ha dicho a Mirror. “Estábamos en este glaciar en Finlandia, lo que hizo que el trabajo fuera mucho más difícil. Pero ciertamente ayudó con el personaje”. Un científico que padece una enfermedad que le obliga a transfusiones de sangre diarias. O sea, transformarse físicamente en este enfermo también enfermó a George Clooney.