No cabe duda de que la película Cielo de medianoche (George Clooney, 2020), basada en la novela de Lily Brooks-Dalton (2016), podría ser mejor. Para ello, su conocido responsable debería haberle insuflado fuerza a todo el conjunto, pero no hay mal sabor de boca al final. Al menos, no para una parte de la crítica especializada y del público que se ha sentado a verla en Netflix. No obstante, hubo algo fortuito que se supo en su etapa de preproducción y que acabó favoreciendo al filme. Una de las actrices principales, la reconocible Felicity Jones (Un monstruo viene a verme), se quedó embarazada.

Un hecho así suele trastocar los planes de un proyecto cinematográfico. Basta que recordemos la polémica por el descarte de la actriz barcelonesa Aina Clotet, intempestivamente encinta, de la serie Vida perfecta (Leticia Dolera, desde 2019). Si no hay una forma razonable de ocultar tal estado ni de añadirlo a la trama, el asunto no suele terminar muy bien para la futura mamá. Pero George Clooney no quiso deshacerse de Felicity Jones, y el guionista Mark L. Smith (Overlord) modificó el libreto adaptado de Cielo de medianoche. Así, pudieron conservar a la intérprete británica como la astronauta Sully Rembshire.

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Lo cual fue todo un acierto porque, de esta manera, se modificó la historia de la obra para que la perspectiva del desenlace tuviese una mayor complejidad. En este apocalipsis terrible, está claro que el protagónico doctor Augustine Lofthouse (George Clooney) va a morir por verse privado de su tratamiento de transfusiones. De los astronautas Mitchell (Kyle Chandler) y Sánchez (Demián Bichir) no sabemos si sobrevivirán en su vuelta a la Tierra devastada, pero parece poco probable. Y el único rayo esperanzador en Cielo de medianoche para la humanidad lo constituye el nuevo comienzo de Sully (o Iris) y Tom Adewole (David Oyelowo) en la luna K-23.

Un comienzo solo posible porque antes deben regresar allí sin que nada se lo impida. Como en el viaje de regreso a nuestro mundo, durante el que pierden a Maya Peters (Tiffany Boone). Pero, si bien sin el embarazo de Sully esta esperanza persistiría, el miedo por que muera en el tenso paseo espacial es muy superior con él. Y el cierre de Cielo de medianoche, con esa mezcla anímica que producen unas circunstancias tan desoladoras e insistir en un atisbo único de poder perpetuarse y no desaparecer en los abismos del espacio-tiempo, resulta de una mayor riqueza dramática que sin ella. Porque, en una hecatombe de semejante alcance, una nueva vida humana es lo más valioso que existe.

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