Ahora que se intuye la posibilidad de un nuevo confinamiento, muchas personas aprovechan para pensar qué facetas podrían mejorar con respecto al anterior: comer más sano, hacer más ejercicio, empezar nuevos hobbies… ¿Pero qué hay del sueño? El insomnio y las pesadillas supusieron dos de los mayores quebraderos de cabeza de muchos confinados. De cara a un posible nuevo encierro estaría bien recurrir a estrategias que nos ayuden a dormir mejor; pero, a la hora de la verdad, lo óptimo sería que fuésemos capaces de controlar los sueños.

¿Que la cosa se pone fea? Nos despertamos. ¿Qué hay un atisbo de felicidad en ese sueño incómodo? Potenciemos esa parte. Sería maravilloso y, en realidad, no es imposible. Lógicamente, no hablamos de hacer un Inception. No tenemos a Don Cobb a mano, por lo que es necesario recurrir a algo menos impactante, pero realmente efectivo. Se trata de los sueños lúcidos. Muchas personas pueden hacerlo a su antojo, sin necesidad de entrenamiento. No obstante, para aquellos que no nacen con esa facilidad, algunos investigadores llevan años estudiando la mejor forma de “provocarlos”.

Existen varias opciones. Ninguna es efectiva al 100%, pero con práctica algunas de ellas empiezan a dar buenos resultados. Es el caso de las técnicas investigadas por el doctor Denholm Aspy, de la Universidad de Adelaida, quien asegura que las conclusiones de su último estudio, publicado recientemente en Frontiers in Psychology, podrían aplicarse al tratamiento de las pesadillas en personas confinadas.

El superpoder entrenado de controlar los sueños

Los sueños lúcidos fueron introducidos como término en el siglo XIX, de la mano del escritor francés Léon d'Hervey de Saint-Denys. No obstante, no fue hasta 1970 cuando empezaron a estudiarse de una forma más controlada, en los laboratorios.

A día de hoy se conocen varias formas de entrenarlos. Por un lado, un fármaco empleado para el tratamiento del alzhéimer, la galantamina, ha mostrado ser efectivo potenciando la capacidad de los pacientes para controlar los sueños. Algo parecido parece ocurrir con los suplementos de vitamina B6.

Por otro lado, sin suplementos ni fármacos existen también algunas opciones. En este aspecto, una de las técnicas más utilizadas es la conocida como inducción mnemónica de los sueños lúcidos (MILD), que consiste en provocar un despertar de unos tres cuartos de hora y, antes de volver a dormir, visualizar el sueño con el mayor lujo de detalles, de modo que se tome una mayor consciencia sobre él.

En los últimos años se ha explotado también la inducción a través de los sentidos (SILD), que consiste en despertarse tras cinco horas de sueño y, durante 20 segundos, centrar la atención muy intensamente. Ambas son técnicas muy similares que, en realidad, se pueden incluso combinar. ¿Pero cuál es mejor?

No es necesario recurrir a un cóctel

En su último estudio, el doctor Aspy reclutó a 335 voluntarios, que fueron entrenados para controlar los sueños a través de las técnicas MILD, SILD o un “cóctel” de ambas.

Concluye que, en realidad, la tasa de éxito es muy similar para cada una de ellas de forma individual y que no varía cuando se combinan. Como ya había demostrado en trabajos anteriores, centrados en la MILD, se puede conseguir que el 17% de los participantes logren un sueño lúcido en su primera noche de intentos, independientemente de su experiencia previa.

Esto tiene aplicaciones a nivel lúdico, pues aquellas personas que lo han logrado aseguran haber disfrutado mucho de la experiencia. No obstante, también puede ser una opción terapéutica en muchos sentidos. Algunos artistas, como el mismísimo Salvador Dalí, aseguran haberla usado para mejorar su creatividad. El pintor catalán aseguró en varias ocasiones que dejaba volar la imaginación durante sus sueños, de ahí el carácter onírico de muchos de sus cuadros.

Pero la cosa no queda ahí. También puede complementar ciertas terapias psicológicas, ya que el paciente puede recrear durante el sueño situaciones con las que no puede lidiar durante la vigilia, buscando así sus propias soluciones. Precisamente por eso, aunque su estudio se originó mucho antes de que la pandemia de coronavirus se colara en nuestras vidas, este científico ahora cree que sería una herramienta magnífica para modelar las pesadillas típicas del confinamiento. Desgraciadamente, puede que tengamos la posibilidad de comprobarlo pronto. Aunque aún estamos a tiempo, mejor usar los sueños lúcidos para sentir que volamos que para que nuestra mente deje de revivir la pesadilla que hay ahí fuera. Para que no haya que recurrir a ello, intentemos todos volver a frenar la curva.