El estreno de Star Wars: El ascenso de Skywalker trae consigo más de una polémica, ya que es la última entrega de la nueva trilogía; la que debe darnos todas las respuestas, cerrar tramas y conseguir un final digno para una saga que se extiende durante más de cuarenta años en el tiempo. Pero, además, arrastra consigo las flaquezas y críticas que las dos entregas anteriores despertaron en su momento.

Si hay un personaje que a día de hoy aún suscita opiniones airadas esa es Rey. El pasado del personaje de Daisy Ridley ha sido un misterio durante sus dos primeras películas como protagonista. Aunque en Los últimos jedi nos dijeran que ella no era “nadie”, la pregunta “¿quiénes son los padres de Rey?” sigue revoloteando por el fandom y ha obtenido una respuesta, por fin, en El ascenso de Skywalker.

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Pero más allá de cuáles sean sus orígenes, lo que una buena parte del público no soporta sobre Rey es que sea tan buena en todo. Cuando la conocimos en El despertar de la fuerza, Rey recogía chatarra en el desierto de Jakku —un lugar “muy parecido a ninguna parte” que diría el propio Luke— y de pronto se vio envuelta en una guerra que no consideraba suya; volcada a pilotar el Halcón Milenario, aprender a manejar la Fuerza y a luchar contra Kylo Ren.

Para muchos, todo ello eran síntomas claros de que Rey es una Mary Sue, es decir, un personaje femenino idealizado y perfecto en todos los aspectos. El concepto de Mary Sue se remonta al fandom de Star Trek. Una escritora de fanfiction —piezas que toman de base el universo de una obra de ficción para escribir sus propias historias— escribió en 1974 un relato para el fanzine The Menagerie en el que parodiaba a los personajes clásicos de la saga mediante una protagonista adolescente que era la mejor de la flota y conseguía salvar el día por su cuenta.

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A partir de este personaje, llamado Mary Sue, se creó el concepto que se ha popularizado como la forma que tienen los autores de fanfiction de autoinsertarse en la historia. Toman a un personaje plano y estático, casi estándar, le añaden todas las características positivas que puedan imaginar y evitan que cometa fallos o tenga alguna traza de personalidad negativa. Et voilà: ya tienes a tu Mary Sue, una protagonista con la que todas las lectoras pueden sentirse identificadas y que cumple los sueños más atrevidos de sus autoras.

Aunque las Mary Sue han estado innegablemente ligadas al mundo del fanfiction desde que naciera el concepto, también se han colado en otros productos culturales originales. El caso más citado es el de Bella Swan en la Saga Crepúsculo de Stephenie Meyer. Una chica que se describe a sí misma como feucha, torpe, con pocas o ninguna capacidad social, pero que, aún así, atrae la atención de todos los personajes masculinos y tiene un poder oculto que se desvela en el momento adecuado para salvarlos a todos. Sus imperfecciones son meramente anecdóticas, ya que, en el contexto de la historia, le resultan beneficiosas para fomentar la trama romántica o sus deseos de convertirse en vampiro.

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¿Por qué se considera a Rey una Mary Sue?

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Disney Star Wars

Hay varios puntos clave en las dos películas de su trilogía que algunos han interpretado como pruebas de que Rey es una Mary Sue. Para empezar, se habla de que sus habilidades previas —saber hablar varios idiomas, conocimientos de piloto y de lucha— no están justificadas por su pasado como chatarrera. Tampoco se entiende que derrote a Kylo Ren en dos ocasiones: primero, al impedir que le lea la mente y, al final, al vencerlo en el duelo con sables láser.

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Si partimos de la base de que los idiomas y el resto de sus conocimientos son herramientas necesarias para sobrevivir en Jakku no es tan difícil imaginar cómo es que Rey las maneja de forma bastante decente. Es cierto, no obstante, que sus habilidades sobresalen necesariamente porque es la protagonista y le son convenientes para salir de según qué situaciones, pero eso no la convierte por defecto en una Mary Sue.

En cuanto a su dominio sobre la Fuerza, se explica en la propia película cuando Kylo y Snoke hablan de un despertar en la Fuerza. Rey accede a su conexión con la Fuerza y eso le permite emplear el sable láser y resistirse a Kylo, en ambas ocasiones ayudada por la presión del momento o la propia arma. Recordemos que es la espada láser la que se muestra a Rey, como si se tratara de una varita mágica del universo de Harry Potter.

Esto demuestra que esta arma tiene algún tipo de voluntad propia, que, entre otras cosas, podría haber ayudado a Rey en su duelo contra Kylo. Además, no podemos olvidar que en esa pelea Kylo acababa de recibir un disparo de Chewie que lo dejó herido y sangrando sobre la nieve. Todo elementos y circunstancias muy convenientes para Rey, pero que no emanan de un poder inexplicable de su personaje.

Fotograma de Star Wars: El ascenso de Skywalker

Algo que define a una Mary Sue típica es la falta de evolución personal. Un personaje que ya es perfecto en todas las facetas de su vida no tiene espacio para mejorar en ningún sentido. Son perfectas, pero son estáticas. Esta regla no puede aplicarse para Rey. Su arco de personaje no es tan directo como el de Luke Skywalker o Han Solo en la saga original, precisamente porque los suyos se movían en base a la acción —destruir la Estrella de la Muerte, unirse a la Resistencia—. El de Rey, en cambio, se basa en cambios internos.

Sus desafíos en El despertar de la Fuerza pasan por asumir su papel en la Resistencia frente a una enorme falta de información sobre ella misma y su pasado. Rey no sabe quién es ni dónde encaja, y por eso sus acciones son a veces erráticas e impulsivas, mientras que en otras ocasiones tarda demasiado en reaccionar. Además, tiene varios traumas derivados de la falta de figuras familiares durante gran parte de su infancia, que suple en cierto modo con su relación con Han y Leia.

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Cuando la conocemos es una persona solitaria y arisca —recordemos cómo rechaza la compañía de BB-8 en un primer momento y la agresividad con que trata a Finn durante su primer encuentro—. Sin embargo, su naciente amistad con Finn y Chewie, y más tarde la compañía de los rebeldes, consiguen romper un poco sus barreras emocionales.

Todo esto se refleja aún mejor en Los últimos Jedi, en la que vemos de primera mano sus problemas de identidad: durante su estancia con Luke, cada vez que duda de su deber en presencia de Kylo… Además de la inevitable tentación del Lado Oscuro, que se escenifica del todo al final de esta entrega, pero que la lleva persiguiendo desde que despertara en ella la Fuerza.

De hecho, en la novelización de El despertar de la Fuerza se señala cómo siente esa tentación durante la pelea contra Kylo, en la que sus instintos le dicen que lo mate. Igual que hizo Luke en su trilogía, Rey consigue resistir a ella en todo momento —al menos, hasta lo que nos cuentan en Los últimos Jedi— y sobrepone su carácter benevolente a los delirios del poder que han corrompido a tantos personajes en esta saga.

Además, siempre que su bando ha conseguido alguna victoria, ha sido gracias a la colaboración de todo el equipo, y no por obra suya. Incluso Kylo Ren le salva la vida cuando Snoke estaba a punto de matarla. Una verdadera Mary Sue no necesitaría de la ayuda de nadie para derrotar al villano. Es más, su perfección radica en que ni necesita, ni quiere que la asistan en su tarea de heroína. Si hay algún elemento que se haya mantenido constante durante esta última trilogía es la importancia del trabajo en equipo y de apoyarse en los amigos durante los tiempos difíciles.

Personajes femeninos fuertes y las Mary Sue

Las Mary Sue están ligadas también al concepto de la mujer fálica, los personajes femeninos que nacieron en la ficción de los años noventa y están representadas por la fuerza bruta y la violencia frente a los roles tradicionales de género. Sin embargo, no escapan de la sexualización de la mirada masculina y sus cuerpos están hiperfeminizados. Encontramos mujeres fálicas en Alien, Tomb Raider, Kill Bill o Terminator.

Aunque estos modelos fueron empoderantes para las mujeres durante algunos años, ya no sirven del mismo modo. Según Asunción Bernárdez, directora del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense y profesora de Comunicación y género en esta misma universidad, “es importante que las niñas tengan modelos positivos de representación respecto a la violencia y que no vivan acobardadas y con miedo toda su vida, porque la educación femenina se trabaja sobre el miedo; a salir, a estar solas, a interactuar”.

Roto este modelo de mujeres violentas se empezó a fraguar un concepto de personajes femeninos fuertes que, si bien algunas veces se logra, otras cae en estereotipos de género tales como dotar al personaje femenino de atributos tradicionalmente masculinos para empoderarlo. Para la Coordinadora del Grado de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Burgos y experta en Estudios de las Mujeres, Feministas y de Género, María Isabel Menéndez, “que una mujer aparezca en el espacio público asumiendo actitudes previamente sancionadas para su sexo no necesariamente rompe los moldes de los que se quiere escapar”.

En el cine, “casi siempre se trabaja con estereotipos”, comenta Bernárdez, “hoy día los estereotipos han cambiado y se admite esa mujer fuerte, pero lo que no admite el cine todavía es el ejercicio de lo cotidiano”. Esta es una de las razones por las que abundan personajes con cualidades de Mary Sue, heroínas que emulan lo perfecto en lugar de lo cotidiano.

En su libro Soft Power: heroínas y muñecas en la cultura mediática, Bernárdez disecciona el papel de los personajes femeninos en lo audiovisual, así como del heroicismo masculino que impera en el cine y en la ficción en general. Al mencionar la saga Star Wars lo hace en términos de involución, ya que entiende que hay un retroceso en cuanto a representación femenina de la saga original a las precuelas. La figura empoderante que es Leia Organa no tiene nada que ver con la belleza etérea, frágil y artificial que representa Padmé Amidala. Sin embargo, para Bernárdez, Rey “compensa” esa decaída por su personalidad y, sobre todo, por ser la protagonista de esta última trilogía.

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Rey es un modelo de empoderamiento para el público femenino más joven precisamente porque no es perfecto. A sus muchas cualidades positivas se suman otras que no lo son tanto: es obstinada, orgullosa y agresiva en muchas ocasiones, pero también insegura e indecisa. Es, en definitiva, un personaje con trazas de Mary Sue, pero profundamente marcado por sus traumas y defectos.

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El mismo término Mary Sue es un concepto que está muy influenciado por la mirada de género. Desde su nacimiento, se ha asociado en su mayoría a personajes femeninos y mujeres escritoras, ya que la mayoría de autoras de fanfiction lo son.

A este respecto, mientras algunos fans de la saga se enfadaron por el protagonismo de Rey al considerarla una Mary Sue, otra facción salió en su defensa señalando los paralelismos con Luke o Anakin en sus respectivas trilogías.

Existe el término Gary Stue o Marty Stue para designar esas cualidades de perfección imposible a los personajes masculinos, pero lo cierto es que no se utiliza con la misma frecuencia ni connotación. Mientras que a Rey se la tildó de primeras de ser una Mary Sue, nunca en el momento de su estreno se llamó Gary Stue a Luke ni a Anakin, aunque ambos mostraran cualidades inexplicables para el poco o nulo entrenamiento que habían recibido.

La cuestión no es si estos personajes entran o no en la etiqueta, sino analizar los mecanismos sociales y culturales que nos llevan a señalar a una como tal al instante, y no a los otros; se trata de ver esos dobles estándares. La saga de George Lucas siempre se ha caracterizado por tener personajes extremadamente hábiles, ingeniosos y atractivos como protagonistas, sin que eso signifique que sean más o menos complejos. A pesar de todo, parece que esto solo ha empezado a molestar al fandom a raíz de El despertar de la Fuerza, y la conversación volverá a abrirse con El ascenso de Skywalker.

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