Kylo Ren/Ben Solo (interpretado por el actor Adam Driver) es uno de los personajes más controvertidos de la reciente trilogía Star Wars. Criticado por sus en apariencia infantiles estallidos de carácter, falta de propósito y, al final, su extraña combinación de vulnerabilidad y poder.

Pero sobre todo Kylo representa un tránsito espiritual e intelectual que Anakin Skywalker atravesó en pantalla sin tanto éxito y que se convirtió en uno de los puntos más flojos de la trilogía que cuenta de su trágica caída al lado oscuro. Ya fuera por la inexperiencia del actor Hayden Christensen o por baches en el guion, el desarrollo del personaje suele considerarse incompleto e incluso, un pálido reflejo de la figura imponente y maligna que nos presentó la primera gran trilogía Star Wars (que cronológicamente sería la segunda) en pantalla grande.

Presentado en Star Wars: Episode VII — The Force Awakens (J.J. Abrams — 2015) como un antagonista conflictivo que debía luchar contra los lazos que aún le unían a su familia biológica y su decisión de pertenecer a la Primera Orden, el joven Sith era también el reflejo que la corrupción de La Fuerza seguía presente en la familia Skywalker. Pupilo del líder Supremo Snoke, estaba más obsesionado con la figura siniestra de su abuelo que con la de su tío Luke, a quién habíamos conocido como héroe indiscutible de la rebelión y triunfo contra el imperio. ¿Qué había hecho que el joven Ben Solo decidiera abandonar el legado familiar más honorable en favor del más oscuro?

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La película no se prodigaba en explicaciones y sólo en Star Wars: Episode VIII — The Last Jedi (Rian Johnson — 2017) el misterio se aclara en una escena ambigua, dolorosa y extraña que no sólo desmitifica a Luke como el Jedi intachable que la saga mostró hasta entonces, sino que agrega nuevas dimensiones a las decisiones en apariencia inexplicables de Kylo Ren. Pero el personaje, además, tiene otro objetivo: las de cuestionar los motivos de una redención que se asume necesaria en un personaje que no sólo ha tomado decisiones violentas y brutales — la escena de la muerte de Han Solo sigue considerándose una de las más dolorosas de la más reciente trilogía — sino que lucha contra un conflicto que tiene una relación más directa con su interpretación de La Fuerza, que con el bien y el mal como fuerzas antagónicas.

Tanto J.J. Abrams como Rian Johnson utilizaron a Kylo Ren como símbolo de una serie de preguntas y matices sobre el poder en la Saga Star Wars que hacen que las preguntas sobre su caída definitiva en la oscuridad o su regreso a la luz, sea un componente de considerable importancia para comprender la forma en que la nueva trilogía interpreta La Fuerza. No todo es tan sencillo, claro o evidente, como la gran explosión de odio que llevó a Anakin a los horrores que al final, le obligaron a permanecer atrapado bajo el casco y el traje que le permitía sobrevivir. Tampoco, la integridad absoluta y radiante de Luke, que evadió la tentación y estuvo a punto de morir en manos del Emperador Palpatine por conservar la integridad y desdeñar la posibilidad de la oscuridad. Con Kylo las cosas son más duras y difíciles de entender, más humanas, quizás.

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Kylo, que pudo asesinar a su madre, y cerrar finalmente la puerta a cualquier hilo que le uniera a su familia durante una de las secuencias más emblemáticas de Star Wars: Episode VIII — The Last Jedi, decidió no hacerlo. Y de la misma manera, sostiene una relación extraña y aún inexplicable con Rey, a quien considera por momentos su igual y otros, una simple consecuencia de los caprichos de La Fuerza y la forma en que escoge manifestarse. Entre una y otra cosa, Kylo Ren termina por personificar una grieta incómoda en el argumento sobre el bien y el mal integro que siempre ha sido parte de la mitología Star Wars. El personaje mató a su padre con una frialdad inquietante, pero evitó hacer lo mismo con su madre.

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Lucho junto a Rey, pero al final estuvo a punto de asesinarla cuando la joven Jedi no aceptó su propuesta de unírsele en el lado Oscuro. ¿Qué sucederá con Kylo? ¿Merece en realidad algo más que ser vencido y convertido en otro héroe caído en medio de la larga lista que pueblan la mitología de la Space Opera más famosa del cine?

Incluso Adam Driver ha participado en la discusión para opinar sobre la posibilidad que Kylo, quien ha tenido oportunidades de sobra para la redención antes del gran final de la saga, finalmente encuentre el camino hacia el lado luminoso de La Fuerza. Según una entrevista que concedió a Entertainment Weekly, para el actor es del todo innecesario una redención que no parece sostenerse más allá de los buenos deseos de los fanáticos o del hecho, de recorrer la historia de origen de Vader, en esta ocasión en la piel de su nieto: “¿Por qué tiene que ser redimido?” Se preguntó Driver en voz alta durante la conversación con la web.

>“[Kylo Ren] tiene una identidad diferente, una definición diferente de lo que es la redención. Ya ha sido redimido en su historia. No creo que haya un pensamiento de redención. Él no tiene una lente externa de los eventos que le rodean”.

De hecho, uno de los grandes conflictos que atraviesa el personaje de Kylo Ren es que parece actuar fuera de las ideas tradicionales de la Saga, que maneja arquetipos sobre la bondad y la maldad de forma absoluta. Hasta ahora, el personaje actúa bajo su propio interés y de hecho, toma decisiones que en esencia, tienen poca relación con otra cosa que su bienestar o incluso, su satisfacción personal. Kylo Ren es impredecible, pendenciero y está al borde de cualquier noción sobre un comportamiento que pudiera alinearse con la cuestión sobre finalmente, honrar el nombre de su familia y abrazar por completo el bien. ¿Lo necesita?

Para Vader la redención era la muerte: era un asesino brutal y aterrador que ya era temido por sus crímenes en la Galaxia antes de saber — y reaccionar — a su complicada historia familiar y decidir que salvar a Luke de una muerte segura. Pero al final muere, porque según la noción de la bondad y la maldad de la saga, las atrocidades cometidas superaban ese único acto de bondad que le recordó el hombre que fue más allá de la máquina siniestra en que se había convertido.

¿Sucede lo mismo con Kylo Ren? Después de todo, uno de los puntos más intrigantes del personaje es ser un villano que también es un adolescente confundido, con un enorme poder a su disposición. El mismo Snoke le recuerda que la muerte de Han “casi le destruyó”, por lo que sea que esté ocurriendo en la mente de Kylo Ren no es tan sencillo como una serie de decisiones más o menos comprensibles que le conducen hacia una respuesta sobre su destino.

El personaje desea el poder y lo hace a título personal. Todas sus acciones representan decisiones personales y de alguna u otra forma, eso le separa de Vader, que asumió el Imperio como una gran catarsis de su tragedia personal. Pero su nieto, libra una batalla interior más confusa. Cada uno de sus asesinatos, desmanes y ataques, tienen relación directa con el hecho que desea ser poderoso, por cuenta propia y por una necesidad insatisfecha de demostrarse a sí mismo su propia capacidad. ¿Podría entonces Kylo Ren obtener una redención? ¿Se trata de una simetría narrativa que pondría al personaje como otra víctima de las manipulaciones de Palpatine, quien al parecer ha estado vivo durante todo este tiempo y en teoría, influyendo en el comportamiento de varios personajes?

En más de una ocasión, se ha repetido que solo los Sith comprenden al mundo de forma absoluta, de modo que la cantidad de matices de Kylo hace suponer que hay la posibilidad cierta que el capítulo final de la saga Skywalker, el hijo de Leia, sobrino de Luke y nieto Anakin encuentre el punto estelar que le permita ser algo más que un villano de ocasión en la historia de su familia. Pero la pregunta podría ser: ¿desea Kylo algo semejante? Solo nos resta esperar unos cuantos días para saberlo.