Cuando se planea una saga de la longitud y los elementos múltiples del Universo Cinematográfico de Marvel, hay que hilar muy fino —como los guionistas de Lost— para que la verosimilitud y el sentido específico y general no descarrile en algún momento. Y, verdaderamente, la labor narrativa del productor Kevin Feige y su equipo de cineastas no ha dejado mucho que desear, ha sido bastante gratificante e indiscutiblemente exitosa. Pero no impoluta por lo que explica Cooper Hood en *Screen Rant acerca del *huevo de pascua sobre el Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) incluido en Capitán América: El Soldado de Invierno** (Joe y Anthony Russo, 2014), que no pocos seguidores de la franquicia habrán olvidado a estas alturas.
En una escena del filme, Jasper Sitwell (Maximiliano Hernández), un agente de Hydra infiltrado en SHIELD como el poderoso Alexander Pierce (Robert Redford), es interrogado por Steve Rogers (Chris Evans), Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) y Sam Wilson (Anthony Mackie) —el Capitán América, la Viuda Negra y Falcon respectivamente— en relación al Proyecto Insight, cuyo algoritmo creado por el doctor Arnim Zola (Toby Jones), entonces una inteligencia artificial en una supercomputadora, detecta a cualquier sujeto en el mundo que pueda suponer una amenaza para los planes totalitarios de la organización asesina. Y entre ellos se encuentran Tony Stark (Robert Downey Jr.), Bruce Banner (Mark Ruffalo) y —oh, sí— Stephen Strange.
Se supone que el algoritmo se sirve de “los registros bancarios, los historiales médicos, los patrones de votación, los correos electrónicos, las llamadas telefónicas e incluso las puntuaciones del SAT” (el examen para la admisión universitaria en Estados Unidos), y con estas informaciones “evalúa el pasado de las personas para predecir su futuro”. El problema es que, con semejante método, resulta imposible predecir que el brillante cirujano llegaría a convertirse en el Hechicero Supremo tras su búsqueda de curación para sus manos malheridas, cuya destreza es vital en su profesión, en un accidente de tráfico, según vimos en la película de Scott Derrickson (2016). Sólo con la magia del Ojo de Agamotto podría saberlo Hydra.
A esta argumentación hay quien opone sugerencias de lo más peregrinas con las que querrían racionalizar que Sitwell mencionase al futuro mago gracias al algoritmo de Zola: la ideología moral o las supuestas influencias de Strange le harían amenazante. Pero ni los principios éticos ni el prestigio que pueda tener cualquiera —y se trata de un cirujano, no de un magnate o un político—, podrían causar temor a un antiquísimo grupo paramilitar como Hydra, que se impone con la conspiración en el entorno del espionaje y por la fuerza. El buen médico es una amenaza inesperada porque llegaría a ser un superhéroe, y de esto va toda la narración del Universo Cinematográfico de Marvel, de la lucha superheroica contra la supervillanía.
De lo contrario, en *Deadpool 2* (David Leitch, 2018) no sería un chiste que el personaje de Peter, un ser humano sin mutaciones ni poderes ningunos, deseara formar parte de X-Force y que, en una de las secuencias poscréditos, Wade Wilson decidiese salvarle a precisamente él de una muerte horrible regresando en el tiempo y no a los demás, integrantes valiosos sin duda. Tal vez la ética de este individuo no fuese muy distinta de la de Stephen Strange y, pese a que está claro que los dilemas morales y la evolución personal de los protagonistas es de la mayor importancia en los filmes del UCM, el futuro Hechicero Supremo está en la lista del Proyecto Insight por ese porvenir, con superhéroes en acto como Tony Stark y Bruce Banner.
Y si su ética fuese la amenaza segura, no hay razón para que Sitwell nombre a estos tres personajes de entre todos los que constan en la lista de objetivos para ser eliminados lo antes posible y sin contemplaciones por Hydra; sobre todo, precisamente a Strange, a quien ninguno de los presentes en el interrogatorio conocía de nada: ¿tan poquísimas personas, populares e influyentes o no, hay con la misma ética en el mundo donde ocurren las aventuras de estos superhéroes? Da la sensación son ganas de buscarle los tres pies al gato para justificar una metedura de pata obvia de Marvel, un hecho que el propio Kevin Feige trató de solventar en unas declaraciones para *ComicBook.com antes del estreno de Doctor Strange*:
“Él es muy conocido como cirujano. Tiene varios premios y placas que vais a ver ahí [en el filme]; asiste a varias galas, podría estar conduciendo en algún momento de esta película [por su accidente de automóvil]. Su nombre es reconocido y tiene un gran talento, y ciertas computadoras de Hydra lo identificaron como alguien que podría causar problemas para sus agendas”. Que nos perdone Feige, pero esta explicación tampoco es aceptable: ¿de qué forma va a interferir la habilidad de un cirujano, por muy distinguido que sea, o sus alternancias con los planes de dominación mundial de una organización fascista? Parece una ocurrencia poco razonada para salir del paso. Y, si *Doctor Strange 2 no demuestra otra cosa sin ambigüedades, este huevo de pascua sobre el brujo superheroico en Capitán América: El Soldado de Invierno* carece entonces de sentido.