El pasado sábado, 13 de octubre, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos anunciaba que el huracán Leslie, que llevaba viajando por el Atlántico desde el 23 de septiembre, había puesto rumbo a la Península Ibérica. Como cabía esperar, sus predicciones se cumplieron. En primer lugar, Leslie tocó suelo portugués, donde la tormenta dejó más de 300.000 personas sin electricidad y casi tres decenas de heridos. Más tarde le tocó el turno a España, a la que entró más debilitado, pero aún con fuertes lluvias y rachas de viento que superaron los 100 kilómetros por hora en varias localidades de Castilla León.
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¿Pero qué es exactamente Leslie? ¿A qué se referían los medios de comunicación cuando anunciaban que entraría en España ya convertida en tormenta tropical? Para contestar a estas preguntas es necesario comenzar por el principio, explicando cómo se forma un huracán.
Muchos nombres para un mismo fenómeno
Sin embargo, no es el único ciclón que ha llegado a la Península Ibérica en los últimos años. De hecho, ni siquiera es necesario retroceder al siglo XX para conocer varios ejemplos. Este es el caso del huracán Vince, que hizo acto de presencia en España y Portugal durante octubre de 2005. En este caso, su origen tuvo lugar entre las islas Azores y Madeira, ambas pertenecientes a Portugal. Llegó a alcanzar la categoría 1 de huracán; pero, igual que ahora, a medida que se acercó a la península terminó convirtiéndose en tormenta tropical.
Solo un mes después, la tormenta tropical Delta golpeó con fuerza las Islas Canarias y Madeira, con vientos máximos de 110 kilómetros por hora, dejando una decena de muertos a su paso.
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Finalmente, ya en 2006 llegó el turno del huracán Gordon; que, a pesar de haberse originado en las islas de Sotavento, frente a Venezuela, cruzó rápidamente el Atlántico hasta golpear las costas gallegas con vientos que llegaron a alcanzar los 150 kilómetros por hora.
¿Por qué tantos huracanes en una zona en la que son tan poco frecuentes? La respuesta, igual que ocurre con otras grandes catástrofes meteorológicas, la tiene el cambio climático. Al menos eso es lo que se concluye en un estudio de 2013, en el que se describe cómo el calentamiento global aumentará el número de huracanes en Europa en los próximos años.
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En realidad tiene mucho sentido, pues a más temperatura en el agua, mejor “combustible” para la formación de ciclones. Por consecuencias como esta es tan importante que los gobiernos actúen cuanto antes implementando medidas para decelerar las consecuencias del cambio climático, según lo tratado en el Acuerdo de París.
El origen del nombre
Como curiosidad, la elección del nombre de los huracanes sigue una serie de normas muy rigurosas. En la antigüedad, estos fenómenos meteorológicos se bautizaban en base al santo del día en el que habían causado grandes estragos. Sin embargo, la costumbre fue cambiando con el tiempo, aunque tardó en dejarse la religión de lado. El primero en dar nombres preseleccionados a estas catástrofes fue el meteorólogo australiano Clement L. Wragge, que seleccionaba para ello nombres de mujer extraídos de la Biblia. La costumbre terminó arraigándose hasta crear una lista de nombres de mujer, que se iban repartiendo a medida que los huracanes se iban sucediendo. Sin embargo, se trataba de una costumbre bastante machista, teniendo en cuenta la destrucción que dejaban a su paso, por lo que finalmente en los años 70 se decidió incorporar también apelativos masculinos.
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A día de hoy, la Organización Meteorológica Mundial cuenta con una lista de nombres, ordenados por orden alfabético y alternando masculinos y femeninos. Dicha lista se repite cada seis años, aunque si un huracán genera un alto número de víctimas mortales o muchas pérdidas materiales, su nombre se elimina y es sustituido por otro.
Por ejemplo, en 2017 se eliminaron Harvey, Irma, María y Nate, con motivo de la gran devastación que dejaron a su paso. Como alternativa, en la lista de 2023 serán sustituidos por Harold, Idalia, Margot y Nigel.
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En España esta vez nos ha alcanzado la L. ¿Cuál será la próxima letra? Sea la que sea, esperemos que no se haga necesario eliminar su nombre de la lista. Y para que así sea, fomentar las medidas para luchar contra el cambio climático puede ser un buen comienzo.