The Last of Us es un videojuego con un guion de película. La historia comienza de forma similar a World War Z, la entretenida película que Brad Pitt protagonizó y produjo hace cinco años. Ambas arrancan con el ataque de unas misteriosas hormigas zombis que, lejos de habitar en los mundos de ficción, son reales como la vida misma.

Algunas especies están infestadas por ciertos hongos parásitos, quienes logran manipular su conducta en beneficio propio. El ataque fúngico hace que las hormigas tengan aparentemente un comportamiento errante, de forma similar al estado zombi que han retratado con éxito producciones como The Walking Dead. El hongo obliga a los insectos a fijarse en las partes altas de las plantas para conseguir la máxima distribución de sus esporas, lo que hace que pueda atacar a muchas más hormigas posteriormente.

Quien fuera asesor científico en World War Z, el entomólogo David P. Hughes, lleva años estudiando el comportamiento de las hormigas zombis y la manipulación del siniestro hongo que las ataca, Ophiocordyceps. Una de las incógnitas sobre estos extraños insectos es su localización. "En las áreas tropicales, muerden las hojas, pero en zonas templadas, atacan las ramitas o las cortezas", explica en un comunicado el profesor de la Pennsylvania State University. Su equipo ha investigado ahora las posibles causas.

El hongo manipulador, principal sospechoso

"En algunos casos, los comportamientos observados en la naturaleza son adaptaciones de los parásitos que han evolucionado para infectar animales y manipular su comportamiento como una estrategia de transmisión. En estas circunstancias, la conducta del hospedador es una extensión del genotipo [conjunto de los genes] del parásito", explican los investigadores en el artículo publicado hoy en la revista Evolution.

Este es el caso precisamente de las hormigas zombis, cuyo comportamiento es una adaptación de su atacante para sobrevivir. La razón es sencilla: por un lado, en el caso de que los insectos caigan al suelo, el hongo no podrá diseminar sus esporas; por otro, si las hormigas están en la parte alta de la planta, podrá propagar las esporas de una manera eficaz. Pero ¿por qué los zombis cambian los mordiscos en función de la región en la que habiten? El equipo de Hughes cree que el verdadero motivo está precisamente en su atacante.

¿Qué hay de cierto científicamente en «The Last of Us»?

En general, los hongos —no solo los que infectan a las hormigas— están fuertemente influenciados por los factores ambientales. Un ejemplo clásico son las setas, la parte reproductora de los hongos, que aparecen cuando las condiciones de temperatura y humedad son idóneas. ¿Podría ocurrir lo mismo con estos zombis de la naturaleza? Los científicos defienden que la variación entre que una hormiga muerda las hojas o las ramitas es en realidad una adaptación evolutiva del propio atacante, no del insecto parasitado. En otras palabras, que el hongo que convierte en zombis a las hormigas es capaz de responder a los cambios ambientales alterando la conducta del propio insecto.

hormigas zombi
Crédito: David Hughes, Penn State.

"A finales del verano y principios del otoño, hay hojas y ramitas en todas partes donde residen las hormigas", comenta Raquel G. Loreto, investigadora postdoctoral de la Pennsylvania State University. "Pero en las zonas templadas los árboles son caducifolios y pierden sus hojas en el otoño", apunta. En estas regiones las hormigas muerden ramitas y envuelven sus patas traseras alrededor de ellas para aferrarse, probablemente con el fin de no caerse.

Según su investigación, el rasgo ancestral de los zombis era morder únicamente las hojas, no las ramas; sin embargo, este segundo comportamiento habría aparecido como resultado de una evolución convergente en regiones templadas y de manera independiente. De acuerdo con el estudio publicado en Evolution, los cambios en los mordiscos de las hormigas zombis habrían aparecido hace entre 40 y 20 millones de años debido precisamente a una adaptación del hongo que las coloniza.

Así lo atestigua también un fósil encontrado en la actual Alemania, que pertenece a un ejemplar de insecto que mordía hojas, no ramitas. "Lo que es notable aquí es que demostramos que la manipulación compleja de un animal por un microorganismo responde a la presión selectiva que el clima impone sobre los animales y las plantas", asegura Hughes. Es decir, que el diferente tipo de mordisco de las también llamadas hormigas carpinteras es en realidad una adaptación del hongo que las manipula. En las zonas donde hacía más calor, los árboles solían perder sus hojas, una situación a la que el parásito respondió haciendo que el insecto atacase las ramitas y las cortezas para maximizar la distribución de sus esporas y poder sobrevivir.