crema solar

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Cada 23 de mayo se celebra el Día Internacional del Melanoma, una fecha para concienciar sobre el cáncer de piel y recordar la necesidad de mantener hábitos saludables. El melanoma es el tipo más grave de cáncer de piel, que aparece por la proliferación y la división incontrolada de los melanocitos, las células que se encargan de dar color a la piel. El número de casos a nivel mundial se ha incrementado hasta en veinte veces en los últimos veinte años; por otro lado, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica, durante 2015 se detectaron 4.890 nuevos casos en nuestro país.

La presencia de lunares inusuales, la exposición a la luz solar y los antecedentes pueden aumentar el riesgo de melanoma. Las evidencias actuales, según explica a Hipertextual el Dr. Antonio Tejera Vaquerizo, del Servicio de Dermatología del Instituto Dermatológico GlobalDerm, indican que "el hábito de exposición solar es el principal responsable del aumento de casos" de este cáncer de piel. La radiación ultravioleta que recibimos del Sol o a través de cabinas de bronceado puede provocar alteraciones en el ADN de los melanocitos, incrementando las posibilidades de padecer cáncer de piel. Las cremas solares son una forma de protección frente a la luz ultravioleta, aunque siguen existiendo numerosos mitos relacionados con su aplicación.

Son la única forma de protegernos

Las cremas son las medidas más conocidas para prevenir el daño de la radiación ultravioleta, sin embargo, no son las únicas. Existen otras opciones complementarias de protección física frente a la luz solar, incluyendo la utilización de ropa adecuada, gorra o sombrero, sombrillas y gafas de sol. El maquillaje, por su contenido en pigmentos, también ofrece un factor de protección solar de 3 a 4, según la Sociedad Española de Oncología Quirúrgica.

Si uso protección del 15, es suficiente

Falso. El factor de protección solar (FPS) es el parámetro que se usa para medir la capacidad de las cremas solares para bloquear la radiación ultravioleta B. Como explican desde la Fundación del Cáncer de Piel, un factor del 15 bloquea aproximadamente el 93% de todos los rayos ultravioleta B, mientras que un factor 30 evita el 97% de la radiación y el factor 50 bloquea el 99%. En otras palabras, no hay una crema solar que proteja frente a todos los rayos dañinos.

Al plantearnos cómo funciona la crema solar, es importante destacar su capacidad para bloquear la radiación ultravioleta con el fin de que no dañe la piel a través de filtros físicos y químicos, que actúan absorbiendo la radiación UV y transformándola en radiación térmica o visible, que no es perjudicial para la piel.

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Según los especialistas, si la piel de una persona que no cuenta con protección tarda 20 minutos en comenzar a ponerse roja, al aplicar una crema con FPS de 15, se previene teóricamente dicho enrojecimiento unas quince veces más (aproximadamente, cinco horas). Sin embargo, estos datos son aproximados: dependen en todo caso del tipo de piel y nunca deben tomarse como valores absolutos para ponernos menos protector solar de la cuenta.

Con echarme crema una vez, basta

Los estudios sobre las cremas solares, como señalan desde la Fundación Piel Sana, aplican normalmente 2 mg de protector por cada centímetro cuadrado, lo que equivale a ponernos un envase de 30 ml si queremos proteger por completo la superficie corporal de un adulto. Sin embargo, la administración más habitual consiste en aplicar 0,5 mg de crema por centímetro cuadrado, de ahí que los especialistas recomienden utilizar fotoprotectores con un FPS de 30 o superior.

Tampoco es recomendable echarnos protector solar una única vez. La razón es que ninguna crema, independientemente de su factor, será eficaz si no es reaplicada de forma frecuente. Los dermatólogos aconsejan ponernos protector solar cada dos horas, echando unos 36 gramos, aproximadamente unas seis cucharaditas de café, para cubrir el cuerpo de un adulto.

Los protectores son resistentes al agua

Existen cremas solares que pueden resistir si permanecemos un tiempo corto en el agua. Los productos water resistant (resistentes al agua) se denominan así si se mantiene el 70% de la fotoprotección a los 40 minutos de inmersión o tras dos baños de 20 minutos, mientras que los protectores waterproof (muy resistentes) se llaman de este modo si son capaces de resistir cuatro baños de 20 minutos cada uno, según datos de la Fundación Piel Sana. Sin embargo, si el baño se alarga o si nos frotamos con la toalla para secarnos, se elimina la mayor parte de protección solar. Por este motivo, los especialistas aconsejan aplicar otra vez la crema tras un baño de más de veinte minutos.

Tampoco es cierto que si estás en el agua, no te quemas. El agua ofrece una mínima protección contra la radiación ultravioleta y, de hecho, se considera que los reflejos del agua pueden aumentar la exposición a los rayos UV. Es fundamental aplicar protector solar antes y después del baño para evitar cualquier quemadura o problema a medio plazo en la piel. Por otro lado, la arena refleja un 30% de la radiación que recibe, el césped un 20% y los cristales de los vehículos son atravesados por el 60% de los rayos del Sol.

Está nublado: no necesito crema

En los días muy nublados de invierno, es posible utilizar un factor de protección solar más bajo. Por el contrario, en la temporada de verano, la radiación ultravioleta del Sol puede filtrarse igual a pesar de las nubes. Según datos de la Fundación Cáncer de Piel, hasta el 40% de los rayos UV pueden alcanzar la Tierra cuando está completamente nublado. De ahí que muchas personas que pasan el día al aire libre sin protegerse sufren quemaduras a pesar de las nubes. Por este motivo, es recomendable utilizar crema solar cuando está nublado, para así evitar quemaduras en la piel o el aumento del riesgo de melanoma en un futuro.

Me pongo protector cuando me da el Sol

Una de las preguntas más frecuentes es cuándo ponerse el protector solar. La situación ideal es que nos apliquemos la crema antes de salir de casa, ya que así nos aseguraremos de que se absorbe correctamente y sea eficaz. Como decíamos antes, es importante reaplicarse el protector cada dos horas y ser generosos con su uso, con el objetivo de evitar cualquier mínimo daño a la piel.

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Si no me echo crema, me pondré moreno antes

Falso. El bronceado no es un mecanismo saludable, como afirma la Organización Mundial de la Salud, sino una forma que tiene el organismo de protegernos frente a la luz ultravioleta. Lo que hace el cuerpo es estimular a los melanocitos, unas células que existen en la piel, para que produzcan más melanina, el pigmento que da color no solo a nuestra piel, sino también a los ojos o al pelo, y que provoca su oscurecimiento cuando tomamos el Sol.

En ningún caso se puede considerar que el bronceado protege del Sol. En personas de piel clara, según la OMS, un bronceado intenso sería equivalente a una protección escasa, como si nos echásemos crema solar con un FPS de 4. Las cabinas de bronceado artificial son también muy peligrosas, ya que aumentan la exposición a la radiación ultravioleta e incrementan el riesgo de melanoma.

Es posible tomar el Sol todo el día

No existe una crema solar que logre bloquear todos los rayos ultravioleta, tampoco si la reaplicamos con cierta frecuencia. Los dermatólogos piden evitar la exposición al Sol en las horas centrales del día (entre las 12 y las 17:00 horas), especialmente en la época estival. Por desgracia, el hábito suele pasar desapercibido teniendo en cuenta la afluencia masiva a las playas en esa franja horaria.

Tampoco es verdad que las cremas solares permiten tomar el Sol durante mucho más tiempo. Los productos que nos apliquemos deben servir para aumentar el nivel de protección cuando la exposición sea inevitable y dicha protección depende de cómo sean utilizadas. Nunca tenemos que usar una crema para incrementar el tiempo que pasamos bajo el Sol, ya que estaremos poniendo en riesgo nuestra salud.

No te quemas si realizas descansos periódicos

No es cierto. La exposición a la radiación ultravioleta se va acumulando a lo largo del día, y también durante toda nuestra vida. Los expertos creen que una razón que podría explicar una parte del aumento de casos de melanoma en la actualidad podría deberse a la falta de protección frente a la radiación ultravioleta durante la infancia, especialmente en el pasado, cuando la población no estaba tan concienciada.

protección solar
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Otro de los grandes mitos es que si sentimos el calor del Sol, no nos quemamos. El motivo es que la radiación ultravioleta -culpable de las quemaduras y de los daños en el ADN- es imperceptible para los sentidos. Por el contrario, la radiación infrarroja es la responsable de los efectos térmicos que podemos percibir en la piel.

Puedo reutilizar la crema del año pasado

Como en cualquier producto cosmético, la caducidad de las cremas solares viene indicada en el envase. En el caso de que el bote no haya sido abierto, su caducidad será la que indique el propio producto. Por el contrario, si ya se ha utilizado anteriormente, es importante buscar un dibujo de un tarro con la tapa abierta y el número que aparece en su interior, que indica el período de tiempo que aguanta el protector solar abierto. Por ejemplo, si pone 9M significa que el producto dura nueve meses después de que haya sido usado, y siempre que se haya conservado en un lugar cerrado, seco y sin recibir luz.

En el caso de superar el período después de la apertura (PAO, por sus siglas en inglés), que corresponde al tiempo de consumo recomendado una vez abierto, se aconseja desechar la crema solar y comprar una nueva. Si no se ha pasado el plazo, es posible que se pueda reutilizar el protector solar, a no ser que presente un olor desagradable o que haya cambiado de color. No debemos usar productos que estén en mal estado, ya que pueden ocasionar daños en la piel.

Todos los protectores son iguales

Falso. Como explican desde la Fundación Piel Sana, no todas las cremas solares son iguales. Debemos asegurar que el protector tenga una eficacia fotoprotectora demostrada frente a la radiación ultravioleta A y B, contar con un nivel de fotoprotección alto y ser fotoestable, es decir, que no cambie al recibir la exposición de la luz solar.

Tanto la radiación ultravioleta A como la B ocasionan daños en la piel. De ahí que no solo debamos fijarnos en el factor de protección solar, sino también en el índice de protección frente a la radiación ultravioleta A, cuyas siglas corresponden a PPD. La recomendación europea COLIPA abogada por usar filtros que cuenten con una protección equilibrada frente a ambos tipos de radiación, es decir, que el ratio entre el FPS y el PPD sea menor o igual a 3, con el fin de proteger al máximo nuestra piel y evitar cualquier tipo de daño.

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