Una mujer de 81 años acudió la semana pasada a un hospital brasileño a causa de una infección derivada de una caída. Durante las pruebas de rigor, entre las que se incluía un TAC, los médicos hallaron en su vientre algo sorprendente: un feto de piedra que había permanecido ahí durante 40 años.

Se trata de un caso de litopedia. Es un fenómeno extraño, del cual se han reportado aproximadamente unos 300 casos en la historia. Desgraciadamente, esta mujer falleció en la intervención para retirarle el feto de piedra del vientre, pero no es lo más habitual. Generalmente, se extirpan mediante cirugía y las pacientes pueden seguir con su vida. 

El problema es que esta mujer ya era mayor, tenía una infección previa y, además, había prescindido durante mucho tiempo de la medicina convencional. Algunos medios relatan que pertenecía a un grupo indígena, por lo que solía acceder normalmente a remedios naturales. Por este motivo, acudió al hospital demasiado tarde. Eso sí, el hecho de que se tardase tanto en detectar el feto de piedra en su vientre no se debe solo a eso. De hecho, son muchos los casos de litopedia que se descubrieron varias décadas después de producirse.

Del embarazo ectópico al feto de piedra

Un embarazo ectópico se produce cuando el embrión, en vez de implantarse en el útero, lo hace en otra zona del abdomen, como las trompas de Falopio o los ovarios. Lógicamente, estos embarazos no pueden llegar a término. Por eso, una vez que se detectan, es importante detener la gestación. Si se descubre en una fase temprana del embarazo, suele bastar con una inyección de metotrexato, un fármaco que detiene el proceso de gestación. De este modo, generalmente las pocas células embrionarias que había son reabsorbidas por el cuerpo y no es necesario realizar ninguna intervención. En los casos en los que el embarazo se encuentra más avanzado, es necesario extirparlo quirúrgicamente. 

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Los embarazos ectópicos no suelen llegar a término. Crédito: Anastasiia Chepinska (Unsplash)

Hoy en día, en ambos casos se hace un seguimiento de la paciente para comprobar que las hormonas del embarazo disminuyen con el tiempo. Si no es así, significa que quedan aún algunas células del feto, por lo que será necesario inyectar más metotrexato.

En el pasado no se llevaban a cabo estos seguimientos, por lo que simplemente se esperaba que, de quedar algo, se absorbiera. Y es lo que ocurre en la mayoría de casos. Sin embargo, a veces el embrión puede seguir desarrollándose hasta llegar a un punto en el que no avanza más, pero sí se deshidrata, se momifica y se calcifica. Esto es lo que se conoce como litopedia y, coloquialmente, como feto de piedra.

El primer caso lo describió en el siglo X el cirujano árabe Albucasis, en una enciclopedia sobre medicina. Desde entonces, se han descrito unos 300 casos en la literatura científica. Actualmente la mayoría se dan en mujeres mayores, a las que en su día no se les detectó el embarazo ectópico o simplemente se esperó a que se reabsorbiera. 

Otros casos de litopedia

Esta mujer brasileña no es la más anciana a la que se le ha encontrado un feto de piedra en el abdomen. Por ejemplo, en 2015 se describió en Chile el caso de una mujer de 92 años que había llevado el feto de piedra con ella durante más de medio siglo.  Otro caso de más edad se detectó también en Brasil, en una mujer de 84 años.

Lo habitual es que se trate de mujeres mayores, como una de 77 años diagnosticada en Portugal en 2014 o una de 71 años, de nuevo en Brasil, a la que se le complicó con una obstrucción intestinal.

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Es muy habitual detectar casos de litopedia en mujeres ancianas Crédito: Pixabay

También se han detectado casos en mujeres de mediana edad, como una refugiada congoleña diagnosticada en Estados Unidos a los 50 años. O incluso en mujeres muy jóvenes, como una mujer de 28 años, procedente de la República de Angola, que fue diagnosticada en Cuba en 2012. En general, suelen proceder de países en los que el acceso a la atención sanitaria es complicado. Se calcula que la litopedia supone un 0,0054% de las gestaciones en total y entre un 1,5% y un 1,8% de los embarazos abdominales. Son pocos, pero cada vez deberían ser menos, pues lo ideal es detectar el embarazo ectópico a tiempo y no dejar que el feto llegue a calcificarse. Quizás, algún día, se conviertan en una anécdota del pasado. Pero, de momento, los fetos de piedra siguen siendo una realidad actual, por mucho que parezcan propios del argumento de una película. 

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