El caldo de pollo de algunas abuelas debería estar en el vademécum. Es tomarlo y parece que los molestos virus invernales empiezan a darse por vencidos. ¿Pero por qué? Podríamos pensar que es un placebo. ¿A quién no le va a sentar bien un plato calentito preparado por un ser querido con todo su amor? Pero lo cierto es que en el caldo de pollo hay mucho más que sugestión. 

Lo ha explicado recientemente en un artículo para The Conversation el profesor de Dietética y Nutrición de la Universidad de Dayton Colby Teeman. En él, relata cómo los diferentes ingredientes de la sopa de pollo ayudan a fortalecer el sistema inmunitario, combatir los efectos de la inflamación e incluso prevenir los síntomas digestivos.

Por supuesto, el componente emocional de que lo prepare un familiar deseándonos la mejor de las recuperaciones también puede traer beneficios. Pero en este caso hay mucha más ciencia detrás. No se trata de una medicina, claro, pero sí que hay motivos para considerar que el caldo de pollo es curativo. 

El umami como principal responsable

Como es lógico, el ingrediente principal del caldo de pollo es el pollo. La carne de ave es uno de los muchos alimentos en los que destaca el sabor umami. Este es un sabor de descubrimiento relativamente reciente, que se asocia con la presencia de un aminoácido, llamado glutamato. 

Se ha estudiado mucho porque hace a los alimentos muchísimo más apetecibles. De hecho, se busca potenciarlo, por ejemplo, en las comidas que se sirven en los aviones, ya que la falta de humedad y los ruidos hacen que todo sepa un poquito peor. También se suelen utilizar aditivos con sabor a umami en algunos ultraprocesados, para enganchar al consumidor. 

Pero el hecho de que el umami sea tan sabroso no solo sirve para hacer más comestible la comida de los aviones o para enganchar a los consumidores a las patatas fritas de bolsa. También aumenta el apetito. Y eso, cuando estamos enfermos, es esencial.

Según un estudio publicado en 2020, los procesos inflamatorios pueden reducir el apetito. Esto es un problema, ya que si no comemos adecuadamente nuestro sistema inmunitario no tendrá toda las herramientas disponibles para combatir la infección. Por lo tanto, se genera un círculo vicioso muy perjudicial.

Por otro lado, se ha visto que los alimentos con sabor umami ayudan a la digestión, favoreciendo la absorción de proteínas. Esto evita los problemas digestivos que pueden ir asociados a algunos virus respiratorios. Pero, además, supone un aporte nutricional muy beneficioso para fortalecer el sistema inmunitario.

Otros ingredientes de la sopa de pollo

Además de la carne, que aporta el umami y un alto contenido en proteínas, la sopa de pollo suele tener muchas verduras, con un alto contenido en vitaminas y minerales, y fideos, que aportan los carbohidratos que sirven como fuente de energía. Además, favorece la hidratación y los vapores, algunas veces acompañados de ciertas especias, ayudan a reducir la mucosidad.

Por todo esto, la sopa de pollo resulta mucho más reconstituyente que cualquier otra bebida caliente.

virus respiratorio, Vacuna contra la gripe
El caldo de pollo tiene todo lo necesario para ayudar a personas con virus respiratorios, como la gripe.

¿Qué pasa si somos vegetarianos?

Las abuelas de los vegetarianos también quieren mucho a sus nietos. Sin embargo, pueden tener dudas sobre qué cocinarles cuando están enfermos.

Esto es algo que no se contempla en el artículo de The Conversation, ¿pero qué podríamos hacer para ayudar a alguien que no come carne con un caldito?

Las verduras, las especias y el caldo son las mismas, así que solo tendríamos que sustituir el pollo. Hemos visto que este ingrediente aporta proteínas y el sabor umami, así que necesitaríamos algo que lo sustituya.

En el caso de las proteínas, se pueden añadir legumbres, como los garbanzos. O productos como el tofu, cocinado a base de soja. Para añadirle el umami sin que sean ingredientes demasiado pesados o salados, podríamos optar por setas, como los champiñones. Estos aportan este sabor, que ayudaría a mantener el apetito que normalmente reduce la inflamación.

De este modo, los vegetarianos tendrían su particular caldo de pollo, sin pollo. Solo faltaría el amor de una abuela o de cualquier otro familiar y ya estaría. Una medicina que no se vende en las farmacias. 

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