Un equipo de científicos de la Universidad de Columbia ha conseguido cocinar carne de pollo de una forma muy curiosa. Usando una impresora 3D. En realidad no es algo nuevo, desde hamburguesas hasta pizzas, son muchos los alimentos que se han logrado imprimir en este tipo de dispositivos. Sin embargo, este es un caso especial porque también han usado diferentes tipos de luz láser para el cocinado.
El procedimiento ha sido descrito en npj Science of Food, en un estudio en el que describen todas las ventajas que tendría este experimento culinario. Desde la seguridad alimentaria hasta la comodidad para cocinar en su propio envase de plástico.
La era de la cocina en impresoras 3D no ha hecho más que empezar y este plato de carne de pollo es un claro ejemplo de ello.
Cocinar bien la carne de pollo es importante
En general, es importante cocinar la carne para evitar intoxicaciones alimentarias. Sin embargo, el riesgo no es el mismo en todas. La carne de pollo es especialmente susceptible de portar microorganismos que no nos gustaría llevar a nuestro estómago. Por eso, si bien nos podemos permitir tomar un filete de ternera poco hecho, siempre que se hayan seguido unas medidas de higiene y seguridad adecuadas, con el pollo no es una buena idea. Y es que, por ejemplo, podríamos sufrir una intoxicación por la bacteria Campylobacter jejuni, cuyo género está considerado la causa más común del mundo de diarrea bacteriana.
Para evitar todo esto se debe cocinar bien el pollo por dentro, no vale solo con dorarlo por fuera. Pero eso a veces supone el problema de que la carne quede demasiado seca.
Con todo esto en mente, un equipo del laboratorio Creative Machines, de la Universidad de Columbia, decidió probar a usar una impresora 3D, combinada con láser azul e infrarrojo, cercano y medio.
Pollo a la impresora 3D
Según han explicado estos científicos en un comunicado, ya habían cocinado otros platos más sencillos, como galletas. Esto es más fácil, pues basta con introducir la masa y dejar que la impresora 3D coloque las capas.
Por eso, necesitaban también una masa de la que partir: la carne de pollo triturada. El siguiente paso, al igual que con la repostería, fue dejar que las capas se fuesen colocando, imitando los pedazos de carne que podríamos cocinar en casa o degustar en un restaurante. Pero mucho más pequeños, pues las primeras pruebas tenían solo 3 milímetros de grosor. Además, era necesario cocinarlo, lógicamente. Y es aquí donde entra en juego el láser.
Probaron a hacer incidir sobre la carne de pollo un haz de láser infrarrojo o azul. El primero, tanto si estaba en la región del espectro correspondiente al cercano como al medio, era más eficaz dorando la superficie. Sin embargo, el azul cocinaba mejor la carne por dentro. El resultado se encogía un 50% menos y era más jugoso y sabroso que, por ejemplo, en un horno. Esta fue la conclusión de los catadores que probaron ambas opciones sin saber cuál era cuál.
De este modo, se evitarían intoxicaciones alimentarias, pero con un mejor sabor. Y la cosa no queda aquí. Gracias al láser, se podría cocinar la carne de pollo a través de un material plástico, por lo que sería posible hacerlo directamente en su envase. Mucho más limpio.
En la actualidad, como suele decir la experta en seguridad alimentaria Gemma del Caño, tenemos los alimentos más seguros de la historia. La industria dispone de multitud de técnicas para que lo que comemos no nos genere enfermedades, aunque lógicamente nosotros debemos poner también de nuestra parte. Uno de los tips que debemos seguir es cocinar bien la carne. Y esto, en un futuro, podría pasar por el uso de láseres e incluso alguna impresora en 3D. El cocinado de los alimentos nos mejoró como especie y las nuevas tecnologías aplicadas a los alimentos, sin duda, lo harán también.