Diana (Flickr)

Primero un paso. Luego otro. Mantienes el equilibrio. Te tambaleas. Tu pequeño cuerpo conserva la posición lo suficiente como para no caerte. Pequeños aprendizajes con solo unos años de edad, que te permiten conocer cómo caminar correctamente. Una tarea que no por complicada, seguirás repitiendo a diario durante toda tu vida.

Aprender a andar es una de las tareas más complejas que debemos hacer cuando somos niños. En general, los pequeños empiezan a caminar con una edad de entre uno y tres años. Pero debemos entender que el aprender a cómo caminar correctamente no es solo un tema fundamental en cuanto a nuestro desarrollo motor, sino también desde una perspectiva evolutiva.

En este artículo publicado en American Scientist, explican que tres son los factores fundamentales que explican la evolución del ser humano en relación a otras especies. Estos parámetros clave son, por una parte, la aparición de un cerebro de mayor tamaño, que ayudó al desarrollo de destrezas lingüísticas, necesarias para el lenguaje y la comunicación. El tercer pilar de la evolución humana es la existencia de la bipedación.

Y es que andar erguidos sobre nuestros dos pies es una cuestión de ahorro energético, al menos a nivel metabólico. Así lo entendieron y difundieron en este simposio sobre la evolución de la bipedación entre especies. Por ejemplo, en el caso de las aves zancudas, andar sobre una superficie de esta manera resulta económico, pero no sucede lo mismo con los pingüinos, ya que sufren un gasto metabólico mayor.

Ahora investigadores del Karolinska Institutet de Estocolmo, Suecia, han evaluado en un trabajo publicado en Nature cómo diferentes grupos de neuronas están implicadas en el modo alternativo de desplazar nuestra pierna derecha e izquierda al andar. En otras palabras, en nuestro cerebro existen redes neuronales específicas que dictan cómo caminar correctamente, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora. Y es que caminar, por sencillo que parezca, no es tan fácil.

En su estudio, los científicos suecos han probado a modificar genéticamente los ratones utilizados en sus experimentos, de forma que al eliminar grupos específicos de neuronas, veían cómo los ratones eran incapaces de coordinar los movimientos alternativos derecha-izquierda, que usamos de forma común al andar. Siempre se había pensado que este mecanismo alterno era controlado por una única red neuronal, pero su artículo revela que existen procesos biológicos desconocidos hasta el momento que regulan cómo caminar correctamente.

De hecho, los investigadores señalaron a un gen, el Dbx1, como el responsable de acelerar o frenar estos mecanismos alternativos derecha-izquierda en los distintos grupos de neuronas. Además, en el caso de que los dos grupos de poblaciones de neuronas fueran eliminados, los ratones no podían cambiar de pata al andar, y comenzaban a brincar, de manera similar al desplazamiento que realizan los canguros o los conejos.

Este estudio explica en parte por qué no resulta tan sencillo realizar un movimiento tan clásico y habitual como es andar. Entender cómo caminar correctamente, y qué parte del cerebro lo regula, puede explicar en el futuro problemas en el desarrollo motor de algunas personas. Aunque en el caso de los seres humanos la complejidad sea mayor, debida a la bipedación que mencionábamos antes, lo cierto es que este trabajo ofrece un poco de luz sobre los mecanismos cerebrales que usamos en un acto tan sencillo como andar.