De la actuación de Hayden Christensen (recientemente reivindicada) a la personalidad de Padmé Amidala, pasando por el argumento y sus villanos. A las precuelas de Star Wars se le ha criticado casi punto por punto. Mucho más, cuando con el paso de las décadas, algo ha quedado claro. En el universo de Star Wars, hay opiniones para todos los gustos. Tanto los que alaban el crecimiento de sus historias, como los que lo critican la calidad y profundidad de la mitología imaginada por George Lucas

Pero en el punto que la mayoría parece estar de acuerdo, es que las precuelas, estrenadas en 1999 y 2005, fueron, en mayor o menor grado, una decepción. No solo por su manera de explorar en el origen de varios de los personajes más queridos de la franquicia. A la vez, debido a su enfoque acerca del crecimiento — y la dirección que toman — algunas de las grandes historias que las conforman. 

Por supuesto, se trata de un fenómeno previsible. La trilogía original es parte importante de la cultura pop, tal y como la concebimos en la actualidad. De hecho, la obra de George Lucas, permitió cambiar la relación del público con sus cintas favoritas. En específico, gracias a la campaña de marketing que ideó para Star Wars.

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A la vez, por la forma en que el director manejó el universo expandido alrededor de las primeras películas. Por lo que además del éxito comercial de cualquiera de ellas — tan importante como para crear el término blockbuster —, se les considera fundamentales para entender el entretenimiento contemporáneo. 

Un reto que pocas películas podrían vencer

De modo que las precuelas, tenían el reto de igual o superar un fenómeno semejante. La expectación del leal, pero exigente fandom, presionó en la manera en que podía contarse los relatos relacionados con figuras tan relevantes como Anakin Skywalker y Obi-Wan Kenobi. Mucho más, cuando el canon literario, en el mundo del cómic y en el de los videojuegos, tenía un amplio alcance y había desarrollado arcos propios de considerable complejidad. 

Debido a eso, se esperaban que las cintas enriquecieran la mitología ya conocida y la hicieran todavía más atractiva. Todo un reto que no lograron alcanzar a pesar de los esfuerzos de George Lucas y de su interesante premisa. Más emocional, con una amplia colección de nuevas criaturas y nuevas exploraciones a la galaxia, las precuelas tenían un tono fresco y sorprendente. El director, que aguardó el momento en que la tecnología de efectos visuales podía sostener su punto de vista acerca de la saga, exploró a fondo en una ciencia ficción atractiva, emocionante e ingenua. 

La dura crítica contra las precuelas de Star Wars

No obstante, buena parte de los fanáticos criticaron precisamente eso. La polémica por los aspectos de los nuevos habitantes del cosmos intergaláctico, se volvió turbia e incluso violenta. Para la historia vergonzosa de Star Wars, quedó el asedio y acoso que sufrió Ahmed Best luego de interpretar a Jar Jar Binks. También, se señaló la inexperiencia de Christensen frente a un papel de la complejidad de Anakin y la torpeza de Natalie Portman como Amidala. Cada uno, acusado por separado de aportar poco a la historia central. 

Star Wars Episode I - The Phantom Menace - 1999

De hecho, por años se consideró a los personajes un punto bajo en el desarrollo de la saga. Eso, a pesar de que el realizador insistió en más de una oportunidad que eran su punto de vista más personal acerca de la trama de la saga. Escritas incluso antes de la llegada de la trilogía original, su trama — o parte de ella — sirvió de base para lo que luego llegaría a la pantalla grande. 

Pero a Lucas se le criticó prácticamente todas sus decisiones. Desde el casting, que eligió un actor desconocido en lugar de una estrella de Hollywood para su Anakin, el uso de los efectos digitales para la creación del mundo, hasta sus criaturas más exóticas, un rasgo común en la saga. Pocas cosas resultaron satisfactorias para los fanáticos adultos, a pesar de que toda una nueva generación conoció la franquicia — e incluso, se acercó a la ciencia ficción — gracias a las precuelas. 

Un dilema entre fanáticos y el cine

No obstante, realmente, ¿son tan criticables las precuelas? Es una pregunta complicada de responder. Particularmente, debido a que por casi un cuarto de siglo se han debatido sus puntos más cuestionables. Sin embargo, a pesar de sus fallos — que los tienen y algunos bastantes vergonzosos — las cintas son más que la suma de sus errores. Y lo son, gracias a que George Lucas supo imprimir al origen de varios de sus personajes más queridos, mucha de la energía e identidad que hicieron famosa a la saga.

De escenarios formidables que exploraron el universo imaginado por Lucas a un nuevo nivel, a todo tipo de nuevas dimensiones sobre sus historias más queridas. Las precuelas se tomaron el trabajo de reescribir — o completar — el mapa de Star Wars. La juventud de un Obi-Wan Kenobi (interpretado por Ewan McGregor), se exploró a partir de un ángulo heroico y desenfadado, muy alejado a la sobriedad que le imprimió Sir Alec Guinness. Lo que hizo del personaje un favorito para nuevas generaciones.

Más cercano a puntos grises de su carácter, lleno de fallos y preguntas acerca de su poder y la búsqueda de su sentido del bien, Kenobi dejó de ser solo el menor de Anakin. La trama de las precuelas le permitió un rápido crecimiento, que permitió demostrar que su valor no residía únicamente en lo que podía enseñar — que ya era importante — sino en su integridad como elemento fundamental de Star Wars. Fueron las precuelas, más que ninguna otra producción en cines de la franquicia, las que dieron su estatura de héroe a Kenobi. Y mucho más, un lugar de considerable interés para buena parte de la historia que les rodearon y le tienen como centro, como mostró la serie que lleva su nombre. 

Una mujer que es el origen del legado de Star Wars

Al otro extremo, la hasta entonces desconocida madre de la Princesa Leia Organa, encarnada por una joven Natalie Portman, fue la combinación de muchos de los atributos de los personajes femeninos de la franquicia. La actriz logró imprimir inteligencia, profundidad y complejidad a un personaje que, en el mundo del cine, se resumía a unas cuantas líneas. 

Natalie Portman as Queen Amidala in Star Wars Episode I: The Phantom Menace in 1999.

La actriz, conocida por su talento para las tramas densas, logró que Padmé Amidala fuera más un añadido afortunado al argumento. También, se convirtió en un punto de interés para comprender el manejo de la política en el mundo de Star Wars. Para la historia, su frase más emblemática: “Así es como muere la libertad, con un estruendoso aplauso”. Un punto de vista escalofriante que resumió las tensiones de la muy adulta Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith. 

Un villano complejo para las precuelas

Por otro lado, la dimensión trágica de Anakin Skywalker (Christensen), tomó aires épicos y dramáticos. Mucho más, cuando Lucas dedicó tiempo y esfuerzo en mostrar los puntos más relevantes de su caída a la oscuridad. De la leyenda negra de la franquicia, que explicaba que Darth Vader había sido tentado y vencido por el lado oscuro, su historia emergió como la de un hombre torturado. 

Aunque la mayoría de las veces se le reconocía por sus habilidades como piloto — como le recordaba Kenobi en sus primeros recuerdos — Lucas tomó una decisión inesperada. La de presentarle como un caballero Jedi con un destino predestinado que le empujaba hacia un tipo de poder inimaginable que terminó por cegarle, confundirle y vencerle. Y aunque ya se había insinuado en más de una ocasión que Vader era una figura herida destinada a la destrucción, Lucas también imprimió facetas nuevas a su sufrimiento. 

Otro punto de vista de lado oscuro

El malvado villano, mitad máquina, mitad hombre, era una víctima y un rehén de sus decisiones. Del odio y el rencor, a la maldad pura. El personaje evolucionó hacia un tipo de violencia que le convirtió en símbolo de los peores lugares de la saga. Lo que brindó a las precuelas varias de sus escenas más conocidas y emblemáticas. Del asesinato de los Padawan en el Templo Jedi a la batalla final entre Anakin y Kenobi. Las precuelas superaron la idea de un villano necesario, para convertir a Vader en una consecuencia de un mal mayor. 

Fue el retrato humano, más cercano al dolor que a la furia del villano, lo que permitió comprender a Anakin/Vader desde otro ángulo. Mucho más, cuando las precuelas, se tomaron el tiempo de alimentar el mito alrededor de su habilidad como Jedi. Pero en específico, su relación con La Fuerza y la dureza de su descenso al lado más tenebroso de sus habilidades.

De hecho, fue todo este cuidado argumental, lo que brindó un segundo renacimiento al personaje. Algo que fue evidente a lo largo de las siete temporadas de Star Wars: La guerra de los clones. También, en su estelar aparición en Ahsoka y Obi-Wan Kenobi, ambas producciones exitosas que exploran, en mayor o menor medida, lo planteado por las precuelas. 

Una vuelta de tuerca en una galaxia muy, muy lejana

Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor) in Lucasfilm's OBI-WAN KENOBI, exclusively on Disney+. © 2022 Lucasfilm Ltd. & ™. All Rights Reserved.

A la distancia de los 25 años de su estreno, las precuelas han encontrado su público. A la vez, un lugar de considerable importancia en el mundo de Star Wars. Con la mayoría de sus personajes e historias reivindicadas gracias a novelas, series y juegos, es evidente que su aporte es mucho más grande de lo que podía predecirse en su estreno. Mucho más, al demostrar que la fórmula de Star Wars sigue teniendo la misma solidez y capacidad para intrigar, entusiasmar y conmover.

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La mitología de la saga, no hace más que crecer. En madurez, en número de fanáticos y en especial en complejidad. Lo que hace que la hazaña de las precuelas — de volverse motivo de renovado cariño por parte de los seguidores de la obra de George Lucas — sea doblemente importante. Por un lado, deja claro, que su canon admite revisiones y puede siempre renovarse para nuevos fanáticos. Y al otro extremo, que todavía quedan muchas historias por contar en una galaxia muy, muy lejana. Su punto de mayor interés. 

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