Que nuevas generaciones de cineastas se ocupen de recuperar a algunos de los héroes más icónicos y queridos del séptimo arte, entre los que se puede contar el Obi-Wan Kenobi de la saga de Star Wars (desde 1977) no es en absoluto una empresa fácil. Ya no lo era cuando George Lucas, el director californiano que puso en marcha toda esta inmensa maquinaria narrativa y, con ello, supo empujarnos hasta la modernidad del cine, decidió que estaría bien expandirla con tres precuelas.

No echamos de menos a Alec Guinness en la piel del caballero jedi en La amenaza fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005), ni en la nueva serie de Disney+ dirigida por Deborah Chow (2022). No porque no estimemos al difunto intérprete londinense, faltaría más. Lo que ocurre es que el escocés Ewan McGregor le hace justicia de sobra a su caballero jedi, y tiene la ocasión profundizar en él porque sus tribulaciones son más grandes ahora.

Por otro lado, lo que vemos al inicio del primer episodio se revela tan reconocible para cualquier seguidor de la franquicia de Star Wars que puede llegar a embargarle cierto entusiasmo: momentos de la masacre de la Orden 66, que había encabezado el propio Anakin Skywalker tras precipitarse en el Lado Oscuro de la Fuerza.

Y el hecho de que se permitan el lujo de brindarnos un breve plano secuencia acentúa nuestra buena disposición ante Obi-Wan Kenobi.

Atención, ¡spoilers a continuación!

Un comienzo más sereno de lo esperado

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Lucasfilm | Disney+

Sin embargo, la situación expuesta del protagonista al que interpreta Ewan McGregor no es la que uno pudiera esperar de alguien de su categoría, y el contraste ocasionado nos agrada por el imprevisto realismo social que nos muestra. Se cubren así las lagunas sobre cómo vivía el jedi en Tatooine. Y, si el tono de The Mandalorian (desde 2019) e incluso en el de El libro de Boba Fett (desde 2021) lo hallamos más intenso, Obi-Wan Kenobi destaca entonces por la serenidad del mito.

La manera en que Deborah Chow planifica cómo aparecen los villanos con el Gran Inquisidor de Rupert Friend, que antes fue Peter Quinn en Homeland (2011-2020), por ejemplo, en el foco de la intriga, satisface el propósito de revestirle del carisma perverso que es necesario para alguien semejante. Sin perder de vista que la Reva de Moses Ingram constituye un inquietante verso suelto para estos viles cazadores de jedis que aterrorizan a la población del Imperio Galáctico.

Lo que no podíamos haber intuido siquiera no es que se asome por la pantalla un niño Luke Skywalker, ni que el Owen Lars de Joel Edgerton intervenga en una escena amenazadora, sino que la pequeña Leia Organa esté en la miniserie de Disney+ para quedarse. Y para responder a la cuestión de que conozca al Obi-Wan Kenobi de Alec Guinness e Ewan McGregor y le pida ayuda en los compases iniciales de Star Wars: Una nueva esperanza a través de R2-D2.

Los placeres y las necesidades de ‘Obi-Wan Kenobi’

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Lucasfilm | Disney+

Durante la toma de conciencia del personaje principal para volver a ponerse su túnica y blandir su espada láser, los objetos típicos de los jedis, porque una trampa le obliga a salir de su tranquila y deprimente madriguera, los guionistas Joby Harold, Hossein Amini y Stuart Beattie no se olvidan de proporcionarnos ciertos placeres. El de mayor envergadura, por supuesto, es reencontrarnos con la personalidad indomable de la princesa a la que dio vida Carrie Fisher.

Bajo el dominio del Imperio, Obi-Wan Kenobi emprende una misión trascendental

Ya disponible en Disney+

Pero no se limitan a ello, sino que reclaman verbalmente a esta heroína imprescindible, aún un retaco pero ya indócil y sin el cabello con las proverbiales ensaimadas, como una pieza decisiva para la lucha contra los servidores del Lado Oscuro de la Fuerza, continuando con la perspectiva al respecto que Rian Johnson, J. J. Abrams y sus equipos nos plantearon con el asombro del respetable en Star Wars: Los útimos Jedi (2017) y El ascenso de Skywalker (2019).

El peligro que corre esta princesa canija con el rostro de Vivien Lyra Blair, a la que tal vez recordéis en A ciegas (2018) o Mr. Corman (2021), junto con el asesinato del Nari al que encarna Benny Safdie, el Joel Wachs de Licorice Pizza (2021), y los demás atropellos imperiales empujan al Obi-Wan Kenobi de Ewan McGregor a ponerse las pilas por fin. Un mecanismo narrativo clásico, el de los apesadumbrados hombres de acción a los que el deber les llama. Sin objeciones.