Ahora que estamos en plena época de alergias en el hemisferio norte, muchos nos hemos visto en el aprieto de necesitar estornudar en una sala de teatro en silencio o con un bebé recién dormido en la habitación al lado. En ese momento, surge un dilema que debes resolver deprisa: ¿estornudas y rezas para que nadie te llame la atención u optas por aguantar el estornudo y asumes los riesgos? 

Todos hemos escuchado alguna vez eso de que aguantar un estornudo puede ser peligroso. Incluso mortal. Solemos pensar que es un mito, pero lo cierto es que no lo es. La verdad es que es muy poco probable que pase algo malo por aguantar un estornudo, pero la posibilidad de correr ciertos riesgos sí que existe.

Estos riesgos pueden ser leves, como molestias en la garganta, o tan graves como una rotura de aneurisma. Hay casos reportados sobre esto último y, si bien pueden parecer anecdóticos, son un claro argumento para dejar de aguantar el estornudo cuando lo vemos venir.

La presión de aguantar un estornudo

Los estornudos tienen la utilidad de expulsar cualquier agente microbiano o sustancia que pueda estar irritando nuestras vías respiratorias. Liberamos una gran cantidad de aire a través de la nariz y la boca, de manera que esos agentes extraños salen disparados. También sirve para limpiar la nariz o la garganta si estamos muy congestionados. Ocurre de forma totalmente involuntaria, aunque a veces, si somos propensos a ello, podemos provocarlo con acciones como mirar a la luz del sol.

Lo que está claro es que se libera una gran cantidad de aire a presión. ¿Y qué pasa si aguantamos el estornudo? Pues, básicamente, que esa presión se queda retenida en nuestro pecho. De hecho, se calcula que la presión que se genera al aguantar el estornudo es 20 veces mayor que la que se libera al estornudar. Puesto que se calcula que al estornudar se libera 1kPa, aguantar el estornudo supondría mantener en las vías respiratorias aire a una presión de 20 kPa, equivalente más o menos a la presión que hay dentro de un balón de voleibol.

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Al estornudar se libera aire a mucha presión. James Gathany (Wikimedia)

Lógicamente, te puede doler el pecho

Una de las consecuencias más comunes de aguantar un estornudo es el dolor en el pecho. Esto se debe a que esa presión que se retiene presiona el diafragma, causando un dolor que puede extenderse hasta las costillas.

Cuidado con los oídos

Los oídos están conectados con la nariz a través de las trompas de Eustaquio. Al aguantar un estornudo, esa presión que se retiene puede viajar desde la nariz hacia el oído, empujando directamente el tímpano y pudiendo producir roturas.

Además, si el estornudo se produce por una infección, los microorganismos que no se han expulsado pueden viajar también hacia el oído, causando una otitis.

El aire puede confundir cuál es su sitio

Ese aire que no se ha expulsado al aguantar el estornudo puede acumularse bajo la piel de la cara. En ese caso, se produce algo conocido como enfisema subcutáneo, que causa bultos dolorosos en la piel. Se han reportado casos de personas que llegaron incluso a tener enfisemas acompañados de rotura de mandíbula por aguantar un estornudo.

Otros tipos de lesiones por aguantar un estornudo

La presión derivada de aguantar un estornudo también puede causar lesiones en la faringe, la laringe o el esófago. En 2018, por ejemplo, se reportó el caso de un hombre que acudió a urgencias por dolor en el cuello y dificultad para tragar después de aguantar un estornudo. Se comprobó que tenía un enfisema subcutáneo cervical y, además, una rotura de la faringe.

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Aguantar un estornudo puede causar una rotura de faringe. Crédito: William Priess (Unsplash)

Es poco probable que se rompa una aneurisma, pero no es imposible

Sí que es cierto que se han reportado casos de roturas de aneurisma a causa de aguantar un estornudo. Esta es, posiblemente, la consecuencia menos probable, pero no es imposible. 

Por eso, y puesto que es mejor prevenir que curar, lo mejor será estornudar cuando lo necesitemos. Si no nos queda más remedio, podemos probar a rascar ligeramente el paladar con la lengua o a frotarnos la nariz, pero sin olvidar que, si estornudamos, es por algo. Deja salir el aire. Las personas a tu alrededor lo entenderán. 

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