España, así como otros muchos países, está experimentando un repunte en los casos de COVID-19 en los últimos días. Es una época complicada, pues en el hemisferio norte estamos en plena primavera, en un año especialmente duro para los alérgicos. Eso lleva a que muchas personas no se aíslen, pensando que, en realidad, los síntomas que sienten no son más que otro episodio de rinitis alérgica. Diferenciar los síntomas es complicado, pues cada persona parece tener una sintomatología diferente de COVID-19. Hay algunos síntomas que son mucho más distintivos, como la fiebre o el dolor muscular. Del mismo modo que, con las alergias, hay signos claros, como el picor de ojos. Pero, además, la parte buena es que, según la mayoría de estudios realizados sobre alergia y COVID-19, las personas alérgicas parecen ser menos propensas a contraer esta enfermedad vírica.

Curiosamente, uno de los primeros estudios que se realizaron al respecto señalaba todo lo contrario. Lo llevó a cabo un equipo de científicos coreanos tras analizar los historiales de todas las personas adultas del sistema sanitario de su país que se habían realizado una prueba de COVID-19 entre enero y mayo de 2020. Se vio que aquellos que padecían alergia eran más propensos a la COVID-19, sobre todo a formas graves de la misma.

Esto, sin duda, fue un estudio muy preliminar. En mayo de 2020 ya había una cantidad considerable de casos, pero quizás no suficientes para obtener resultados concluyentes. Sobre todo si solo se tiene en cuenta un país. Desde entonces se han realizado otros muchos estudios sobre alergia y COVID-19 y las conclusiones son totalmente opuestas. Ahora bien, ¿quiere decir eso que si eres alérgico el SARS-CoV-2 no tiene nada que hacer en tu organismo? No tan deprisa. Todos querríamos esa compensación por la alergia, pero no es así de fácil. 

La relación entre alergia y COVID-19

A medida que avanzaba la pandemia, se fue comprobando que había menos infecciones por SARS-CoV-2 (el virus de la COVID-19) en personas alérgicas. Aquel primer estudio coreano, junto a las sospechas de que esta nueva enfermedad pudiese complicar el asma, llevó a recomendar a los alérgicos que se protegiesen especialmente.

confinamiento
Los alérgicos se quedaron más en casa al principio de la pandemia por miedo a contraer más gravemente la enfermedad. Unsplash

Por eso, al ver que había tan pocos casos, la idea fue que, quizás, se debía precisamente a que habían estado más aislados. No obstante, con el tiempo se vio que las personas con alergias alimentarias o de la piel también eran menos propensas a infectarse.

Esta nueva revelación cambiaba todo lo que se sospechaba sobre alergia y COVID-19. ¿Podría ser que realmente las personas alérgicas estuviesen más protegidas? Desde entonces, se han llevado a cabo varios estudios y la mayoría de sus conclusiones apuntan en la misma dirección.

Una protección inesperada

Un estudio realizado por científicos chinos y europeos en 2021 y otro llevado a cabo por investigadores estadounidenses en 2022 demostraron que, en realidad, las personas alérgicas tenían una probabilidad mucho menor de contraer COVID-19. De hecho, en el de 2022 se comprobó que las personas asmáticas sí corren más riesgo, pero solo cuando se trata de un asma no alérgica. Además, se vio que las personas con alergias alimentarias tenían un 50% menos de probabilidad de contraer COVID-19. Incluso la alergia a los medicamentos parecía tener un efecto protector. 

¿A qué se debe esta protección de la alergia frente a la COVID-19?

Hay varias hipótesis sobre el efecto protector de la alergia frente a la COVID-19. Por un lado, las personas alérgicas suelen producir mucho moco, de modo que se impide que el virus entre tan fácilmente a través de las vías nasales.

alergia al polen, aguantar un estornudo
Las personas alérgicas producen mucha mucosidad, que puede ayudar a frenar el virus.

Además, las personas alérgicas muestran una actividad muy alta de lo que se conoce como inflamación tipo 2. Esta es una forma de respuesta del sistema inmunitario que, curiosamente, tiene entre sus efectos la reducción de la cantidad de receptores ACE-2 en las células del sistema respiratorio. Estos son los receptores que usa el SARS-CoV 2 para penetrar en las células, de manera que tendría más difícil la infección. Por otro lado, dado que la alergia es una respuesta defensiva exagerada de nuestro organismo, en ella se producen algunos tipos de glóbulos blancos, como los eosinófilos, que son también capaces de combatir a este virus. Si justo en la vía de entrada ya se encuentra un primer ataque, la infección resulta ser mucho más complicada.

Menos probabilidad no quiere decir inmunidad

Si tienes alergia, no estás libre de la COVID-19. Según estos estudios, puede que tengas menos probabilidad de contraer la infección, pero no eres inmune.

De hecho, se ha visto que las personas alérgicas, si finalmente se contagian, tienen una mayor probabilidad de desarrollar COVID persistente. No se conocen los motivos, pero, sin duda, es un motivo para no jugársela por saber que tenemos menos papeletas. Si al final toca, puede ser muy desagradable.

Aun así, resulta curioso comprobar cómo lo que aparentemente sería un factor de riesgo se convierte en un factor protector. Así es la COVID-19, todo un misterio del que aún nos queda mucho por desentrañar. 

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: