Pobres murciélagos. Desde la pandemia de COVID-19 los hemos culpado de todo lo malo que nos pasa. Es cierto que parece ser que el virus se gestó en su organismo, aunque necesitó otra especie de transición para saltar a los humanos. Esa sigue sin estar clara. Sea como sea, se suele pensar que los murciélagos son los mayores transmisores de virus. O, como mucho, las ratas. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por científicos del University College de Londres demuestra que, en realidad, el animal que produce un mayor contagio de virus a otros animales es el que también ostenta el título de mayor depredador de la historia: el ser humano. 

De hecho, según los cálculos de estos científicos, los humanos contagian a los animales domésticos y salvajes casi el doble de virus que ellos nos contagian a nosotros. Por lo tanto, aunque es muy importante tener en cuenta los casos de zoonosis, como el que dio lugar a la COVID-19, no debemos dejar de lado la antroponosis.

Es muy importante tenerla en cuenta, pues este estudio señala también que el contagio de virus de humanos a animales está poniendo a muchas especies en peligro de extinción. Debemos dejar a un lado el egoísmo y poner atención en el salto de los virus en ambas direcciones. Del resto de animales hacia nosotros, pero también de nosotros hacia ellos.

¿Cómo han descubierto estos datos sobre el contagio de virus?

Muchos virus aprovechan receptores celulares ampliamente distribuidos entre especies para poder saltar de unas a otras. Es el caso del SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, que utiliza el receptor ACE-2 para infectar a sus huéspedes. ¿Pero por qué es más abundante el salto desde los humanos que hacia ellos?

Este estudio se ha llevado a cabo analizando el genoma de virus de 32 familias ampliamente distribuidas. Viendo las características genéticas de un virus se puede seguir su vía evolutiva. En este caso vieron que el 64% de las familias de virus analizadas habían pasado por el ser humano antes de saltar a otras especies animales. Era mucho más frecuente que el salto contrario.

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Los humanos transmitimos muchos más virus a animales salvajes y domésticos que ellos a nosotros. Crédito: Engin Akyurt (Unsplash)

Esto, según los autores del estudio, se debe principalmente a dos motivos. Por un lado, que los humanos somos una especie con una población muy abundante y distribuida ampliamente por todo el planeta. Y, por otro lado, se debe a que tenemos una gran tendencia a alterar el medio y estresar a otras especies, haciéndolas más susceptibles al contagio de virus y otros patógenos.

¿Y qué pasa con los mosquitos?

Al preguntarnos cuál es el animal más responsable del contagio de virus a otras especies podríamos haber pensado inicialmente en los murciélagos. Lo cierto es que son algo así como un gimnasio para virus, que los fortalece para pasar de unas especies a otras con facilidad. Se debe a que tienen un sistema inmunitario muy potente, que los mantiene a raya para evitar las enfermedades, pero no los mata del todo, de manera que permanecen mucho tiempo en su organismo, mutando y preparándose para cambiar de especie.

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Los mosquitos son vectores de virus, pero no los contagian como tal. Crédito: Muhammad Mahdi Karim (Wikimedia Commons)

Aun así, no es la especie que produce un mayor contagio de virus. Ya hemos visto que ese récord lo tenemos los humanos. ¿Pero qué pasa con los mosquitos?

Con ellos debemos tener en cuenta dos consideraciones. La primera es que, aunque son responsables de millones de infecciones virales en todo el mundo, no son tantas las especies, y mucho menos las familias de virus que transmiten. Y la segunda cuestión importante es que con ellos no estamos hablando de contagio de virus, sino de transmisión. No son reservorios de virus, sino vectores. Esto significa que el virus no infecta a los mosquitos, simplemente utiliza su organismo como medio de transporte para pasar de unos huéspedes a otros.

Por ejemplo, en el caso del virus del Nilo occidental, sus principales reservorios animales son las aves. Los mosquitos les pican y, después, al picar a los humanos, les pasan el virus. El insecto es simplemente el mensajero.

En definitiva, no queda duda de que, si vamos a demonizar a los murciélagos, también deberíamos demonizarnos nosotros. O, mejor aún, no demonizar a ninguna especie y simplemente concentrarnos en lo realmente importante, que es buscar las formas de evitar los contagios de virus. Vengan de donde vengan y vayan a donde vayan. 

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