En el planeta Tierra viven y han vivido depredadores terroríficos. Desde el Tyrannosaurus rex, cuyo mordisco tenía una fuerza equivalente al triple del impacto de un coche de 2.000 kg a 60 kilómetros por hora, hasta la orca, capaz de despedazar tiburones y jugar al voleibol con las focas antes de matarlas. Sin embargo, todos esos animales no llegan ni a la suela de los zapatos del mayor depredador de todos los tiempos. Esta es una buena comparación, ya que se trata del único animal que lleva zapatos: el ser humano.

Según un estudio publicado recientemente en Nature Communications Biology, no hay ningún depredador con mayor capacidad de destrucción que los humanos. No se trata solo de las especies que comemos, sino también de las que utilizamos con otros fines que, en muchas ocasiones, no son más que caprichos.

De hecho, en este estudio se citan casos de animales cuyas poblaciones están decayendo por cuestiones tan banales como tener en casa una lechuza como las que llevaban mensajes en los libros de Harry Potter. Todo eso es lo que nos convierte en el mayor depredador de la historia. Porque puede que las orcas jueguen con sus víctimas, pero no tienen un rango de especies a las que destruyen tan grande como el nuestro. Eso nos hace muchísimo peores.

Rasgos que nos convierten en el mayor depredador de la historia

Este estudio analiza el nicho de diferentes depredadores, incluyendo al ser humano. El nicho se define como el espacio de funcionamiento ecológico de una especie. Es decir, dónde vive, de qué se alimenta y, en general, todos los factores, relacionados o no con la vida, con los que se relaciona.

El ser humano llama la atención por la amplitud de su nicho. Es decir, se relaciona con otras muchas especies. Y esa relación, en muchos casos, no es simplemente para sobrevivir. Cabe destacar que para esta investigación solo se han tenido en cuenta los vertebrados. Se ha concluido que dentro de su nicho hay una relación negativa para la otra especie con un total de 15.000 vertebrados. Dado que en total hay registradas 50.000 especies de vertebrados en nuestro planeta, esto sería casi un tercio de los mismos.

Y eso que solo se tienen en cuenta los vertebrados y no se contemplan nuestros antepasados. Solo los humanos modernos. Además, no se analizan declives de especies de forma indirecta, ya sea por la destrucción de su hábitat o por el cambio climático, ambos fenómenos causados por el ser humano. Si todo esto se tuviese en cuenta, serían aún más las especies afectadas por el mayor depredador de todos.ç

mayor depredador
El comercio del pez payaso como mascota aumentó mucho tras el estreno de 'Buscando a Nemo'.

Destruyendo especies por capricho

Según este estudio, de todas las especies a las que los humanos afectan negativamente, solo la mitad se utilizan como comida.

Eso es también lo que nos convierte en el mayor depredador. El T. rex, con su terrible mordedura, atacaba a otros dinosaurios, ya fuese por defensa propia, por marcar su territorio o para alimentarse. Las orcas juegan con focas a las que no se comen, pero general los ataques son para alimentarse. La mayoría de grandes depredadores, terrestres o acuáticos, atacan a sus víctimas para su propia supervivencia.

Pero en el caso de los humanos a veces es por capricho o por una supervivencia mal entendida. En el primer grupo nos encontramos con los animales salvajes que se comercializan como mascotas. El caso de las lechuzas de Harry Potter no es el único que surgió de una película. También se pescaron muchos peces payaso de los arrecifes de coral para venderlos como mascotas después del estreno de Buscando a Nemo. Lógicamente, esa no era la intención de la película, sino todo lo contrario. No obstante, cuando nos ponemos caprichosos, los humanos no atendemos a razones.

Por otro lado, esa supervivencia mal entendida incluye a los animales que se venden por sus supuestas virtudes medicinales. Aquí encontramos, por ejemplo, a las sanguijuelas. O los rinocerontes que se cazan para extraer sus colmillos por mera superstición.

En general, destruimos mucho de lo que tocamos. No mantenemos un equilibrio con el ecosistema, como otros depredadores, y eso acabará pasándonos factura incluso a nosotros mismos. Porque a medida que sigamos destruyendo especies, caerán con ellas como fichas de dominó otros eslabones de su cadena trófica, que también pertenecen a nuestro propio nicho ecológico y sí pueden ser necesarios para nuestra supervivencia. Eso incluye, por ejemplo, a los polinizadores.

Deberíamos pensar en todo esto. Porque ser el mayor depredador de todos los tiempos no es algo para sentirnos orgullosos. Ni siquiera el rey de los tiranos llegaba a nuestra altura, a pesar de que nosotros, supuestamente, sí que tenemos conciencia. 

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