El pasado viernes, 8 de septiembre, un terremoto de magnitud 6,8 sacudió las montañas del Alto Atlas, en Marruecos, dejando a estas alturas casi 3.000 víctimas mortales y más de 5.000 heridos. El terror se desató en cuestión de segundos. Sin embargo, pocos minutos antes, aquellas personas a las que el mundo se les vino literalmente encima pudieron disfrutar de un bonito y extraño espectáculo luminoso. No se sabe muy bien qué ocurrió, pero los científicos creen que se trató de un episodio de lo que muchos conocen como “luces de terremoto”.

Son unas luces, similares a auroras, que han sido descritas durante cientos, e incluso miles de años, justo antes de los terremotos. También se han retratado como bolas de fuego o destellos, a veces de pocos segundos y, en algunas ocasiones, de varios minutos. No está claro a qué se deben, por lo que intrigan mucho a los investigadores. Y es que, de demostrarse que realmente hay una vinculación clara con los temblores, quizás podrían ser ese predictor de terremotos que tanto necesitamos.

A día de hoy no existe una forma de detectar temblores como el que azotó Marruecos hace apenas unos días. Se han detectado algunas señales, como cambios en el comportamiento de ciertos animales, pero nada lo suficientemente sólido para usarse como predicción. Tampoco hay nada en las detecciones de los sismógrafos que dé indicios de lo que va a ocurrir. Pero las luces de terremoto podrían tener alguna pista. Eso sí, para ello hay que tener muy claro a qué se deben. Y eso, de momento, sigue siendo un misterio apenas rozado por unas pocas hipótesis.

La historia de las luces de terremoto

El registro más antiguo de luces de terremoto data del año 373 antes de Cristo, cuando un gran terremoto sacudió las ciudades de Hélice y Bura, en la Antigua Grecia. En algunos escritos de la época se habla de “inmensas columnas de fuego” que precedieron al seísmo. No se dice mucho más, pero cuadra con las descripciones posteriores.

Después, han sido muchos los terremotos en los que se ha hablado de luces en el cielo. Por ejemplo, en el gran terremoto de Lisboa, de 1755, o el de la ciudad china de Tangshan, en 1976.

Durante mucho tiempo se pensó que se trataba casi de leyendas. Había personas que juraban haber visto las luces de terremoto, pero no tenían pruebas. Sin embargo, con la llegada de las cámaras de seguridad y las grabaciones de los teléfonos móviles, pudieron inmortalizarse estos misteriosos fenómenos luminosos. En Honduras e Italia en 2009, en Japón en 2011, en México en 2017 y 2021 y en muchos lugares más se consiguieron vídeos de las luces de terremoto. 

Esto hizo que, por fin, los científicos se interesaran en ellas y comenzaran a lanzar hipótesis. Pero, de momento, ninguna se ha podido demostrar por completo.

Hipótesis aún por confirmar

Las pocas hipótesis existentes hasta el momento apuntan a un fenómeno eléctrico. Por ejemplo, el geofísico Friedmann Freund, del Instituto SETI, cree que puede tratarse de un efecto derivado de la electricidad estática producida al chocar las placas continentales. 

Esto se debería a que las rocas conducen la electricidad en su superficie, por la presencia en sus átomos de algo conocido como huecos de electrón. Se trata de imperfecciones iónicas en los átomos de oxígeno, en los que se forman esos huecos con carga igual, pero opuesta a la del electrón. Es decir, en vez de carga negativa, positiva. Al aire libre, estos huecos se alinearían en la superficie, favoreciendo la conducción de las cargas eléctricas generadas por el choque entre rocas. Solo ocurriría con ciertos materiales, como las rocas ígneas o las metamórficas, de ahí que las luces de terremoto no se vean siempre.

Sin embargo, otros científicos, como la física Karen Daniels, de la Universidad de Carolina del Norte, están en contra de esta hipótesis. Su oposición se basa en que el choque de rocas nunca ha sido capaz de generar una gran separación de carga. A la vista está lo que le costó a nuestros antepasados hacer saltar esa primera chispa.

También hay investigadores que apuntan a una casualidad. Las luces aparecerían por otros motivos y, si después hay un terremoto, se asocian. Pero es necesario seguir indagando, porque podrían tener un valor predictivo muy necesario. Quizás, se podría haber puesto a salvo a algunas de las víctimas del terremoto de Marruecos o del resto en los que se ha divisado este curioso fenómeno. Cualquier posible ayuda para evitar estas desgracias, debe ser estudiada. Ya habrá tiempo de descartarla.

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