Aquellos que no sigan la actualidad de estrenos estadounidenses probablemente nunca hayan oído hablar de Sound of Freedom. Sin embargo, se trata de una de las películas más polémicas del año. Y es que en las redes sociales se ha generado toda una avalancha de comentarios a favor y en contra del proyecto protagonizado por Jim Caviezel (La Pasión de Cristo). Miles de publicaciones han alimentado bulos y medias verdades sobre una cinta que, poco a poco, ha conseguido recaudar muchísimo más dinero del previsto.

Entre ellos se ha hablado de una supuesta conspiración a nivel mundial por la cual las élites pretenden enterrarla para que nadie la vea. También se ha denunciado que tras ella está el grupo ultraderechista QAnon. E incluso se ha llegado a sugerir que Mel Gibson es su director. ¿Pero qué hay de cierto en todo lo que se dice sobre ella?

1. ¿Se ha censurado Sound of Freedom?

Uno de los comentarios más repetidos sobre Sound of Freedom es que ha sufrido censura por parte de los grandes estudios y distribuidoras. El proyecto se rodó en 2018 y, en un primer momento, 20th Century Fox compró sus derechos. Sin embargo, la adquisición del estudio por parte de Disney privó a la película de su posible estreno, ya que no le vieron potencial. “La compañía fue muy honesta y me confirmaron que esta película no era para ellos, no era una película para Disney”, explicaba el productor Eduardo Verástegui en una publicación en Facebook.

Tras esta negativa por parte de La Casa del Ratón, el equipo de Sound of Freedom probó fortuna en otros estudios. “Llamamos a la puerta de Netflix, de Amazon, a la gente de Lionsgate y de otros estudios, pero nadie estaba interesado”, añade Verástegui. Finalmente, quien sí quiso hacerse con los derechos del proyecto fue Angel Studios, una distribuidora cristiana que no está establecida en Hollywood, sino en Utah. Estos lograron que el filme pudiera llegar a los cines de todo EE. UU. gracias a una campaña de crowdfounding y a sus parroquias repartidas por todo el país.

Sound of Freedom

Sin embargo, pese a haber sido un proceso simple de oferta y demanda en el mercado cinematográfico, la negativa de las grandes compañías ha servido para que grupos ultraconservadores acusen a toda la industria de una supuesta censura que, en realidad, nunca existió.

Estos sectores de ultraderecha han extendido ese falso argumento también fuera de las fronteras de Estados Unidos, donde se ha criticado a las distribuidoras "por no querer que la película se vea", pero ada más lejos de la realidad. Y para ejemplo, España, donde Sound of Freedom llegará a los cines el 11 de octubre de la mano de A Contracorriente Films.

¿Por qué la ultraderecha apoya a Sound of Freedom?

En realidad, existe un motivo muy evidente por el que la extrema derecha se ha volcado tanto con Sound of Freedom. La película narra la historia real de Tim Ballard, un antiguo agente de la Seguridad Nacional de Estados Unidos. Este hombre tomó la difícil decisión de dejar su trabajo para dedicar su vida a rescatar a niños víctimas de trata infantil.

En la cinta, Ballard lleva a cabo una operación en la que rescata a dos hermanos secuestrados en Honduras por parte de una gran organización criminal. Esta historia, a priori épica y muy loable, se acerca, sin embargo, al ideario conspiranoico de QAnon.

Este grupo formado por personas de extrema derecha y partidarios de Donald Trump fue, entre otras cosas, uno de los responsables del fallido golpe de estado con el asalto al Capitolio en 2021. Entre sus ideas conspiranoicas defienden que existe una gran red mundial pedófila de tráfico infantil. Según ellos, las élites que gobiernan el mundo secuestran niños a través de bandas criminales —como la de la película— para utilizarlos en orgías sexuales y rituales satánicos. Además, también les extraen del cerebro una sustancia conocida como adrenocromo que, aseguran, les permite mantenerse jóvenes eternamente.

En Sound of Freedom toda esta subtrama conspiranoica no aparece en ningún momento del metraje. Pero su noble temática de lucha contra organizaciones de tráfico infantil es suficiente para que los seguidores de QAnon empleen la película para defender sus postulados. De hecho, el propio actor protagonista, Jim Caviezel, ha participado en entrevistas y eventos en los que ha apoyado abiertamente al grupo, usando sus mantras en sus discursos. Unos movimientos que no han ayudado a desvincular el filme del movimiento conspiranóico.

Sound of Freedom

¿Mel Gibson es el director de Sound of Freedom?

Otro bulo que se extendió rápidamente por redes sociales es que la película estaba dirigida por Mel Gibson. El oscarizado actor y director ha sido vinculado al proyecto por parte de fanáticos que trataban de darle mayor entidad y empaque a su promoción. De nuevo, esta es una afirmación completamente errónea. El verdadero director de Sound of Freedom es el mexicano Alejandro Monteverde. El cineasta es conocido sobre todo por su proyecto anterior, Little Boy (2015).

La verdadera razón por la cual Mel Gibson ha sido relacionado con la película es que en su momento le mostró todo su apoyo. “Uno de los problemas más inquietantes en el mundo hoy en día es el tráfico humano. Y particularmente, el tráfico de niños. El primer paso para erradicarlo es estar alerta. Id a ver Sound of Freedom”, manifestaba Gibson en un vídeo publicado por el productor Eduardo Verástegui en su Instagram. A su vez, el protagonista de la película fue también el rostro principal de una de las cintas más importantes de la carrera de Gibson, La Pasión de Cristo, en la que Caviezel dio vida al propio Jesús.

¿Sound of Freedom es un éxito de taquilla?

El último gran punto con el que los seguidores de Sound of Freedom defienden el filme es que presuntamente ha sido todo un éxito. Esto es verdad, pero solo en parte. Para empezar, ya con su estreno, se aseguró que había superado a Indiana Jones y el Dial del Destino. Algo rotundamente falso, pues en sus respectivos primeros fines de semana la película de Monteverde alcanzó los 19,6 millones de dólares, mientras que la del legendario arqueólogo sumó más de 60 millones.

Tampoco es cierto que en el estreno de Sound of Freedom, esta quedase por encima de Indy, que ya llevaba una semana en cartelera. Ese primer fin de semana en el que ambas coincidieron, la de Harrison Ford sumó más de 27 millones de dólares, muy por encima de los 19 de Sound of Freedom. El único momento de aquella semana en el que el filme sí superó al del aventurero fue el propio día de su estreno, el martes 4 de julio, Día de la Independencia en Estados Unidos.

Fue después cuando Sound of Freedom comenzó a despuntar en taquilla, no gracias a grandes días sino a un mantenimiento mucho más constante que cualquier otra película. Por ello, ha generado muchos beneficios, ya que su recaudación en Estados Unidos ha alcanzado los 150 millones de dólares. Unos datos muy positivos si se tiene en cuenta que ha costado muchísimo menos que los blockbusters de la actualidad. Cuenta un presupuesto de apenas 14,5 millones de dólares, una cifra muy baja en comparación a las grandes producciones, aunque más que considerable para un proyecto independiente como este.

Sound of Freedom

Sus 150 millones de dólares en taquilla dentro de Estados Unidos la sitúan, esta vez sí, por encima de películas como Elemental o Fast & Furious —ambas recaudaron 145 millones en el país—. Pero no es oro todo lo que reluce. Muchas de sus ganancias se deberían a una práctica conocida como pay it forward. Esta consiste en que alguien dona dinero para comprar entradas de una sesión de la película y que otras personas puedan acudir al cine y verla gratis, a cambio de que ellos hagan lo mismo. El resultado, según se ha informado en múltiples ocasiones en redes sociales, es que muchos cines que proyectaban Sound of Freedom tenían vendidas todas las entradas, pero las salas quedaban totalmente vacías.

Por tanto, aunque la película sí que ha generado abundantes ganancias dado su presupuesto —aunque muy lejos de verdaderos éxitos como Barbie y Oppenheimer—, no puede decirse que haya arrastrado masas de público al cine. Esos beneficios se deben más bien al esfuerzo económico de los simpatizantes ultraconservadores que han querido engordar las cifras para darle mayor espacio en los medios de comunicación.