La celebración de la victoria de España en el Mundial de Fútbol Femenino se ha visto enturbiada por el beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso. Durante los actos posteriores a la finalización del campeonato, la reina Leticia, junto a su hija, la Infanta Sofía, y el Presidente de la Federación Española de Fútbol, saludaron cariñosamente a las jugadoras. Pero este último se excedió claramente con un reprochable beso en los labios a la delantera, quien ya ha manifestado lo incómoda que se sintió en ese momento.

En los vídeos se ve cómo el ex futbolista sujeta a la jugadora a ambos lados de la cara y le planta el beso, para después despedirla con un toquecito en la espalda. Las redes sociales han ardido con el beso de Rubiales, dividiéndose en dos sectores. Quienes opinan que solo fue un gesto cariñoso, que no merece la importancia que se le está dando, y quienes lo critican, llegando a calificarlo como abuso sexual.

Y lo cierto es que sí tiene la importancia que se le está dando. El beso de Rubiales es un claro ejemplo de abuso de poder que, ciertamente, podría calificarse como abuso sexual. ¿Pero por qué? En este artículo vamos a verlo sin ánimo de polemizar. Simplemente, con el objetivo de explicar por qué estos actos deben condenarse, aunque a muchas personas les siga pareciendo un gesto sin importancia.

El consentimiento es esencial

La “Ley del Solo Sí es Sí” se ha criticado por muchos motivos, sobre todo por los criminales que han quedado libres cuando se ha puesto en marcha. Esto, sin duda, significa que necesita que se le realicen cambios. Pero, dejando a un lado su funcionamiento a nivel jurídico y centrándonos en lo conseguido a nivel social, esta ley ha servido para mostrar a la sociedad la importancia del consentimiento.

El sexo entre dos personas requiere el consentimiento de ambas. Un consentimiento expreso, del que no se ha hablado claramente hasta hace poco. Según indican desde las Naciones Unidas, dicho consentimiento debe cumplir cinco requisitos. El primero es que se exprese con convencimiento. Esto significa que, si una persona expresa reticencias o dudas, no hay consentimiento. Un “no lo sé” o “no estoy segura” no es un consentimiento. El segundo requisito es que se exprese libremente. Si hay insistencia o coacción, no es consentimiento. Tampoco cuando se da bajo engaños o un estado mental alterado, ya sea por los efectos del alcohol y las drogas o por alguna enfermedad.

En cuanto al tercer requisito, indica que el consentimiento debe darse de forma informada. Esto no significa que se debe firmar un informe, como critican algunos detractores del “Solo sí es sí”. Pero sí que, por ejemplo, si se habla de mantener relaciones con preservativo y a la hora de la verdad se realiza la penetración sin él, no se ha informado de lo que iba a ocurrir. Además, si una de las personas de la relación es menor de edad, puede considerarse que el consentimiento no ha sido informado.

El cuarto requisito hace referencia a la especificidad del consentimiento. Por ejemplo, una persona puede dar su consentimiento para un beso, pero no para tener relaciones sexuales. O puede dar su consentimiento para tener sexo con una persona, no con cinco. 

Finalmente, el consentimiento debe ser reversible. Alguien se puede arrepentir en cualquier momento de su consentimiento. Incluso puede tener relaciones sexuales con una persona y, al día siguiente, no dar su consentimiento para ello.

El caso del beso de Rubiales

Ciertas expresiones, como hablar de que alguien calienta braguetas, hacen mucho daño, porque dejan ver que si hay un coqueteo previo se está dando el consentimiento para todo. Y no es así. Todos los miembros que intervienen en la relación deben dar su consentimiento para que esta se produzca. El coqueteo no es consentimiento.

Y una relación no es necesariamente sexo. Un beso también debe realizarse con consentimiento. Es cierto que a veces se pueden malinterpretar las señales. Todos, hombres y mujeres, lo hemos hecho alguna vez. Eso puede llevarnos a intentar dar un beso sin consentimiento. En ese caso, si la otra persona lo rechaza, no hay más que hablar.

Pero en un contexto como la celebración de la victoria del Mundial de Fútbol Femenino no hay ninguna señal que interpretar. Sujetar la cara con las manos no es estar esperando un consentimiento, sino todo lo contrario. Es evitar que la otra persona se pueda apartar. Y, si el coqueteo no significa consentimiento, la amistad tampoco. Ante las críticas por el beso de Rubiales, este ha declarado que solo fue un gesto cariñoso entre dos amigos. Pero no es eso lo que ha declarado Jenni Hermoso, quien ha dicho claramente que no le gustó. 

abuso sexual
Si no se usa preservativo y no se avisa, tampoco hay consentimiento. Crédito: Reproductive Health Supplies Coalition (UNSPLASH)

¿Puede considerarse abuso sexual el beso de Rubiales?

Cada caso debe considerarse individualmente. Lo que sí es cierto es que un beso sin consentimiento ya ha sido declarado como abuso sexual. Ocurrió el año pasado en Navarra, cuando el Tribunal Superior de Justicia de esta Comunidad Autónoma condenó a un año de cárcel por abuso sexual a un hombre que había besado a una menor de 16 años después de que esta intentase apartarse.

Es cierto que es un caso especial, pues se trataba de una menor de edad, que además tenía algunos trastornos de la personalidad, por lo que se incumplían prácticamente todos los requisitos del consentimiento.

El beso de Rubiales no es tan extremo, pero no deja de ser un abuso por muchos motivos, incluso más allá de la falta de consentimiento. El Presidente de la Federación Española de Fútbol abusó de su poder, por ser un personaje de renombre en este deporte. Y también se aprovechó de la situación; ya que la delantera no querría enturbiar la celebración de sus compañeras con una queja explícita. 

¿Antes daba igual?

Muchas personas quitan importancia al beso de Rubiales, argumentando que en el pasado nadie se enfadaba con este tipo de situaciones y no pasaba nada.

En el pasado la gente bebía agua sin potabilizar y a veces no pasaba nada. Tomaban leche cruda y no pasaba nada. No se vacunaban, cocinaban mal los alimentos, conducían sin cinturón, tomaban radio para tratar dolores de muelas o para brillar de las cenas de gala… En el pasado se hacían muchas cosas que no estaban bien, por un motivo u otro. Pero no se sabía.

En el pasado, además, las mujeres solían callarse ante lo que las incomodaba, por miedo a las represalias. Hoy tenemos algo más de voz. Hablamos sobre los mensajes intrusivos en redes sociales, los piropos incómodos por la calle, el miedo cuando caminamos solas por la noche… Antes no se sabía eso. Hoy en día debemos aprovechar que hemos podido susurrar, pero no parar hasta que nos dejen gritar por todo lo que hemos tenido y tenemos que aguantar. Pero, sobre todo, tenemos que empezar a hacer autocrítica. Nosotras y ellos. Porque todos hemos podido provocar alguna vez la incomodidad de otra persona. No se trata de decir que antes no pasaba nada, sino de intentar que no vuelva a pasar. 

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