El final de la primera temporada de The Last of Us mostró las dos caras de Joel Miller (Pedro Pascal). Si bien durante la adaptación de HBO se dejó clara su dualidad, la capacidad para tomar decisiones cuestionables a la par con otras que podrían ser celebradas, esta vez ese contraste fue más explícito. Es válido pensar, incluso, que fue representado de una manera más comprometedora y polémica.
Joel Miller, al igual que el grueso de los personajes principales de The Last of Us, está marcado por su pasado. A la muerte de su hija se sumaron una serie de decisiones y situaciones que lo transformaron. Es un contexto de vida o muerte. Joel se adapta de forma pragmática en la mayoría de los casos, apartando la ética y la moral en varios de ellos.
Sin embargo, ocurre algo que cambia la lógica: su relación con Ellie Williams (Bella Ramsey). Este acercamiento a Joel una especie de pasaporte para poder ir más allá y encontrar a su hermano. Pero, a medida que la serie se desarrolla, su conexión con Ellie deja de ser algo burocrático, una responsabilidad más. Se vuelve en un vínculo que le permite redimir parte de su pasado. ¿Esto justifica su conducta?
The Last of Us es el estreno del año y solo puedes verla en HBO Max
The Last of Us:
la lucha contra los traumas del pasado
Durante el primer episodio de The Last of Us, la serie de HBO planta el hecho clave en el desarrollo del personaje de Joel: la muerte de su hija. Junto con su hermano, los tres intentan escapar del origen del apocalipsis. El fallecimiento de la chica deja en Joel un vacío dentro de la familia, que ahora solo está compuesta por su hermano.
Cuando ambos deben separarse, surge en Joel una necesidad: reencontrar, en algún momento, a su hermano. Esa posibilidad se abre al conocer a Ellie. Gozar de ‘tránsito libre’. Con la excusa de llevar a la chica hasta un lugar en el que puedan hacerle pruebas para dar con una cura, él puede moverse. El protagonista es un ser áspero, poco interesado en las búsquedas y la curiosidad de Ellie. Podría reconocerse como un funcionario que tiene que cumplir con una tarea, entregar un paquete.
Luego de varios acontecimientos que acercan emocionalmente a Joel y a Ellie, cuando él encuentra a su hermano ya no es el mismo personaje. Se ha vuelto más cálido y ha tenido que regresar sobre sus temores para comenzar a encararlos: la responsabilidad de la chica le recuerda a la que él tenía con su hija. Ellie, de forma progresiva, está dejando de ser una niña extraña, una conocida, una amiga. Está transformándose en alguien que llena un vacío en la vida de Joel.
Sin esa transformación de su relación con Ellie no se explica su miedo al momento de llevarla por tierras desconocidas, sobre las que se dice que nadie regresa. Entonces, una vez que Joel ha encontrado a su hermano y se ha dado cuenta de que él ya rehizo su vida, le plantea la posibilidad de que sea él quien la lleve. El protagonista ya no teme tanto por sí mismo, sino por la de la niña y la posibilidad de verse, otra vez, teniendo que atravesar una pérdida desgarradora.
Es la confianza de la chica en él lo que despeja cualquier duda: van a seguir adelante. Ya no como dos personas que se acompañan, sino como un pequeño equipo que debe cumplir una misión y se propone estar unido hasta el final de esta. Es un momento en el que el vínculo padre-hija, que comienza a sugerirse, no es estable. The Last of Us, a través de otros personajes y detalles, lo deja claro: se trata de una historia en el que las distintas formas de amar hacen de motor.
Mentira y engaño:
¿el bien de uno justifica el horror para todos?
Este vínculo se estrecha en los dos últimos episodios. En ellos, Ellie debe cuidar de Joel y luego él tiene que ir a su rescate. Pero no todo es tan simple. Ella también se está transformando. A través de los capítulos, de forma progresiva, ha ido perdiendo su ingenuidad y su lado humano se ha contaminado debido a la corrupción del entorno. En oposición, Joel se ha humanizado, hasta un punto que quien solo ha seguido la serie de HBO (sin pasar por el videojuego) quizá nunca pensó.
En el capítulo 9 de The Last of Us, Joel y Ellie se encuentran, de forma abrupta, con el futuro que estaban buscando. Ambos son secuestrados y separados. Al despertar, luego de un golpe recibido en la cabeza, Joel se entera de que el plan es abrir el cráneo de ella para dar con una cura. Se trata de una cirugía de alto riesgo. Esto no se dice de forma explícita, pero se interpreta en la mirada de Joel al escuchar el plan: la chica no va a sobrevivir.
Entonces, Joel, quien ya había asumido por completo el rol paterno, se ve, de nuevo, en un escenario en el que debe perder a su hija. Pero entre uno y otro momento hay un detalle diferencial: esta vez, él puede hacer algo más y oponerse. Esto abre otro debate moral en The Last of Us: ¿el bien de uno está por sobre el de la humanidad?
Ellie es una de las claves para un futuro mejor. Pero, sin ella, Joel no quiere ninguno de esos días. The Last of Us contó parte del pasado de Ellie, ese que Joel ha ido descubriendo poco a poco. ¿Por qué esto es relevante? El protagonista no solo tiene un vínculo con alguien que está llenando un vacío. Sino que también piensa en sus traumas, en la vida que Ellie nunca tuvo y que ahora debe resignar por el bien común.
Joel está en una encrucijada personal y colectiva. Una u otra decisión es la diferencia entre ser un héroe para la humanidad o un villano que puso sobre el bien común un deseo personal, su amor propio y la relación con Ellie. Por otro lado, ¿cómo no solidarizarse con esa búsqueda individual, luego de haber visto al protagonista de la historia atravesar tanto dolor y horror? Es especial, si se tiene en cuenta que juntos representan uno de los pocos vínculos amorosos que quedan en un ambiente tan pervertido.
La noción de héroe
Joel apuesta por sí mismo antes que por la humanidad, por su relación con Ellie y la posibilidad de que ella viva algunas de las cuestiones que le quedan por descubrir. Aún en un contexto corrupto, postapocalítico, ese deseo está justificado dentro de The Last of Us. Sin embargo, si se interpreta más allá de la serie, hace del protagonista un villano.
Movido por sus emociones, Joel cruza una frontera sobre la que tarde o temprano tendrá que volver: engaña a Ellie, le miente para omitir que ha matado a un puñado de personas por miedo a perderla y que, quizá, está quitándole a la humanidad la posibilidad de una cura. Ella, en esa saga de medidas tomadas a prisa, con la velocidad de las balas yendo y viniendo, no tuvo voz, capacidad de decisión.
Si todo lo anterior se mira desde otro lugar, Joel, actuando de esa manera, le está dando a Ellie la posibilidad de elegir. Quizá esta fue la única opción posible para que el futuro de la chica, y tal vez el de la humanidad, estuviera en sus manos y no en la de los adultos que responden a diversos intereses y tienen múltiples traumas que condicionan su comportamiento. Esto hace que el rol de Joel, como héroe de la historia, se ponga en un lugar complejo de dimensionar. ¿Lo es por salvar a Ellie, usando métodos que volverán sobre él como un bumerán? ¿Se le puede considerar así, por salvar su reencuentro con su lado más humano? ¿Es un villano por no entregar a una niña para que el resto de la población se salve?
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En ese mar de preguntas que pueden formularse, su figura es la del antihéroe, el tipo que vela por intereses propios antes que por los colectivos, sin que estos estén totalmente descartados (la posibilidad de que haya una cura sigue sobre la mesa). Joel, defendiendo una idea de amor, el paternal, también está dejando abierta la puerta a un conflicto futuro: el que tendrá con Ellie cuando sepa qué ha ocurrido. Entonces, más adelante, en las próximas temporadas, puede que todo este debate se vuelque sobre ella. ¿Qué hará en el momento en el que tenga que decidir?