Ellie logró salvar la vida de Joel, pero todavía debe afrontar la incertidumbre de su recuperación. De nuevo, la serie The Last of Us, de HBO y disponible en HBO Max, toma la decisión de mostrar los escenarios de la destrucción desde la profundidad emocional. La adolescente, cuyo contexto se detalló en el episodio anterior, que mostró el origen de su fortaleza, intenta sobrellevar la soledad y el miedo.

Lo hace de la manera autosuficiente que la orfandad y la realidad atroz en la que creció le han enseñado. Durante las primeras escenas de su penúltimo capítulo, The Last of Us explora de nuevo en la idea de los que nacieron detrás de las murallas de FEDRA. De los jóvenes endurecidos que no saben hacer otra cosa que seguir, a través de cualquier circunstancia.

Fuera de la casa en la que Joel descansa, Ellie caza, observa y vigila. En silencio, con la nieve convertida en un páramo interminable y solitario, pero asustada en su desamparo, lo que contrasta con la determinación de un carácter forjado en el día a día de la violencia. La trama basa su efectividad en sus personajes y en los múltiples matices que muestran. En concreto, busca comprenderlos en los rasgos más vulnerables y abarcar lo que les define en medio de un recorrido progresivamente peligroso y potencialmente letal. 

The Last of Us es el estreno del año y solo puedes verla en HBO Max

La amenaza en The Last of Us se esconde entre los que extienden la mano

Pero en el penúltimo episodio de The Last of Us se opta, además, por reflejar que no todas las historias de los supervivientes son enaltecedoras o dramáticas. En un giro espeluznante, explora también la maldad de una cultura devastada y sin reglas. ¿Qué ideas sobreviven en mitad de una catástrofe total? Gradualmente, la serie reflexiona acerca del totalitarismo que se esfuerza por salvar los escombros y la subversión que se enfrenta al puño de la opresión. Incluso en un lugar como Jackson, insular y alejado de ambas cosas. 

Sexto capítulo de The Last of Us

En esta ocasión, la monstruosidad se disfraza de creencia. De la necesidad de aferrarse a una esperanza malograda, después de dos décadas de devastación. Todo lo que Ellie conoce es el apocalipsis y sus consecuencias. Pero para los que lograron evitar morir por el contagio, el mundo es un recuerdo que puede volverse destructivo. Además de la excusa idónea para las peores acciones. 

Piensa bien en quién confías

Hasta el momento, la historia enfocó su interés en la supervivencia. Ya fuera mostrando la vida dentro de las zonas de cuarenta o en pequeñas historias como la de Nick y Frank. La habilidad de Craig Mazin y Neil Druckmann para contar el apocalipsis sin recurrir a la irracionalidad resulta conmovedora. No obstante, la producción jamás olvida que los límites de la crueldad en un mundo en ruinas son borrosos, a menudo trampas mortales. Una lección que este capítulo de The Last of Us analiza con escalofriante dureza.

El director Ali Abbasi convierte el invierno y las largas extensiones de nieve virgen en un escenario para los engaños. La cámara se convierte en la observadora atenta de una tranquilidad amenazante. ¿Qué se esconde entre los árboles petrificados y el blanco resplandeciente? La pregunta se repite al fondo del relato como un subtexto tenso. Los espacios empequeñecen a Ellie, muestran su desazón. El guion de Craig Mazin dedica, en esta ocasión, particular atención a la desconfianza.

The Last of Us, sexto capítulo

Poco a poco, construye una atmósfera irrespirable, la sensación de que cada paso en falso conduce a la muerte. Algo que muestra en su manera de narrar las confusas decisiones que toma la adolescente. Ya no se trata de la niña que Joel protege y guía, la pequeña esperanza entre ruinas, sino de una víctima. Un matiz que hace de este capítulo de The Last of Us una sucesión de horrores humanos.

Cuando el personaje tropieza con un grupo de desconocidos, la confusión del miedo la obliga a tomar una decisión. En Jackson, María ya le advirtió sobre las traiciones. El riesgo que suponen y la puerta abierta que dejan a todo tipo de violencias, incluso peores que la mordida del contagio. Ellie, tras semanas de aislamiento y convencida de que los verdaderos monstruos son los que nacen del Cordyceps, confía. Lo que la lleva a, quizá, la peor situación de su vida.

El hombre como verdugo en The Last of Us

Sexto capítulo de The Last of Us, de HBO

Si en algo hace hincapié el octavo episodio de The Last of Us es que la sociedad siempre encontrará la manera de mostrar su lado más perverso. Aunque también medita con cuidado sobre cómo el hombre se puede convertir en su propio peor enemigo.

Ellie será testigo del reverso oscuro de todo lo que ha conocido hasta ahora. Más allá del orden militar en que creció, las multitudes enardecidas de Kansas City y la placidez de Jackson, hay otros lugares. Como esta cabaña en la que un grupo de sobrevivientes tienen poder absoluto sobre sus habitantes, rehenes de una fe retorcida y enfermiza. 

La niña tendrá que luchar por su vida. Pero, a la vez, por la integridad de su cuerpo, una disyuntiva que hasta ahora jamás se le había presentado. La brutalidad de ser sometida, violentada y destruida por los que la recibieron con sonrisas y la alentaron a permanecer junto a ellos.

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Para cuando Joel llega en su rescate, Ellie ya no es la misma. Él lo comprende así y el argumento de The Last of Us lo muestra en una escena desgarradora que proviene directamente del videojuego. En el live action, el sufrimiento se traduce en un largo abrazo entre desamparados. En una mirada final a una casa que arde en medio de las planicies desiertas. La última parada antes de seguir hacia la promesa de la curación y la posibilidad de un mundo distinto al que se cae a pedazos a su alrededor.

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