Las películas de asesinos a sueldo suelen ser un éxito asegurado en el cine de acción y la recién estrenada John Wick 4 es su máxima expresión. Con frecuencia, los argumentos muestran a los criminales actuando en solitario, en medio de enfrentamientos cada vez más violentos, con el único recurso de su habilidad para sobrevivir. No olvidemos que son expertos en cientos de formas de matar, ocasionar daños y destruir. Algo les hace, sin duda, ser personajes siempre intrigantes, con mucho que ofrecer al género.
No obstante, desde hace algunos años, los asesinos a sueldo del cine tienen características nuevas. Poco a poco, los argumentos a su alrededor se han hecho más complicados e incluso se ha incorporado algún elemento recurrente. Las sociedades secretas de criminales, por ejemplo, se han convertido en un giro argumental frecuente para todo tipo de películas de asesinos en serie donde la violencia tiene un papel protagonista.
En especial, en aquellas que intentan subvertir la fórmula habitual del ejército de un solo hombre con el fin de brindarle un nuevo matiz. ¿Quién paga las facturas de la ostentosa vida de un homicida que viaja por el mundo asesinando por contrato? ¿En qué lugar encuentra sus armas? ¿A dónde acude si resulta herido? Las respuestas a las preguntas más cotidianas del mal contemporáneo son parte de esta nueva perspectiva acerca de la acción cinematográfica.
Por ello, te dejamos cinco recomendaciones de películas de asesinos a sueldo en las que se profundiza sobre sociedades y organizaciones criminales del sofisticado submundo del crimen. Aquellas que sostienen una nueva mitología sobre el poder, la violencia y la habilidad para matar. Todos tópicos tan escalofriantes como atractivos para el cine actual.
La saga John Wick, las mejores películas sobre asesinos a sueldo
En el año 2014, Chad Stahelski brindó una bocanada de aire fresco a los argumentos de venganza en la pantalla grande. John Wick no era solo una más entre las películas de asesinos a sueldo. Estaba planteada como una exploración completamente nueva del bien y el mal en un escenario de justicia atroz. En ella, el guion de Derek Kolstad analizaba la figura del criminal imparable desde una óptica inusual.
El protagonista, interpretado por Keanu Reeves, no mataba por dinero o especial crueldad. Su motivo era tan insólito como conmovedor. En medio del duelo por la muerte de su esposa, John Wick se encontraba en retiro cuando fue atacado y se le arrebató lo único que atesoraba: Daisy, su perra beagle, último obsequio de la fallecida. Lo que comienza como un acto despiadado, termina por convertirse en el motor de una venganza a gran escala.
Pero uno de los puntos de mayor interés de la trama es, sin duda, la revelación de que John Wick no es solo un mercenario. Es también — o al menos lo fue — parte de una organización criminal cuyos tentáculos se extienden por las principales ciudades de occidente. En la que la denominada High Table es un tipo de poder al margen del establecido que se sostiene sobre sus propias reglas.
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Una rareza entre las películas de asesinos a sueldo que ya se extiende a través de una saga de cuatro películas y dos futuros spin-off. La sombra tenebrosa de una comunidad criminal perfectamente organizada sigue siendo la columna vertebral de la historia. También uno de sus puntos más intrigantes y con mayores posibilidades de hacerse un lugar en la historia del cine.
Bullet train
Esta película, basada en la obra de Kōtarō Isaka y dirigida por David Leitch, es una combinación de géneros. Por un lado, una sátira sobre el destino, la predestinación y los hilos que unen las vidas de cinco personajes. Por el otro, un largometraje de acción en toda regla en el que un grupo de asesinos se enfrentan entre sí para sobrevivir. Todo lo cual sucede en medio del recorrido nocturno del tren bala de Tokio. Una extravagante película de asesinos a sueldo en la que se cuestiona una sociedad que mueve los hilos de forma maquiavélica para usar la violencia a su favor.
Aunque, en este caso, la fórmula se acentúa. Ladybug (Brad Pitt) es un criminal que debe lidiar con todo tipo de situaciones inverosímiles. Mientras habla por teléfono con María (Sandra Bullock), esta insinúa que ambos pertenecen a un grupo de delincuentes profesionales. Gradualmente, la trama analiza los vínculos de poder que se entrecruzan en el guion. En concreto, cómo el choque entre delincuentes de diferentes procedencias se convierte en una extraña guerra invisible. Uno de los puntos más altos y mejor logrados de este extraño ejemplo de asesinos a sueldo en el cine.
Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)
Sam (Karen Gillan) es una asesina profesional implacable. La firma, el misterioso grupo organizado para el que trabaja, sabe lo que peligrosa que puede llegar a ser. Algo que, tras cometer un error crucial, la colocará en el centro de una enorme operación para intentar detenerla. No solo por parte de los que hasta entonces consideró sus compañeros, sino también por parte del padre de una de sus víctimas.
Esta vieja conocida entre las películas de asesinos a sueldo no logra los niveles de inteligencia que alcanza la saga John Wick, pero muestra con destreza el extraño mundo que rodea a sus personajes. Desde un hospital especializado en cuidar — y obedecer — a los criminales, hasta un aparentemente inofensivo restaurante que se convierte en escenario neutral.
El largometraje profundiza en los entresijos desconocidos del crimen organizado, escenarios con sus propias reglas, limitaciones y leyes. Que con su crueldad provocará una batalla de facciones que desembocará en una sangrienta disputa por ostentar un poder de consecuencias imprevisibles.
Nadie
Hutch Mansell (Bob Odenkirk) es un tipo cualquiera que vive en una rutina suburbana tediosa. Padre de familia ejemplar y ciudadano invisible, no parece tener grandes aspiraciones más que llegar a casa y comer la cena. Hasta que dos delincuentes entran a robar y terminan por empujar al protagonista a su antigua vida. En su vida pasada, Hutch fue un editor, una mezcla de asesino feroz y ejecutor de los servicios de seguridad estadounidenses.
Nadie forma parte de esas películas de asesinos en serie que mezclan de dos géneros tradicionales de acción. Por una parte, es la conocida historia de un hombre que depende de sus propios recursos para la venganza. Sin embargo, también forma parte de una organización gubernamental que esconde sus archivos en un lugar secreto del Pentágono. Además, se trata de un personaje tan cruel y violento como los criminales a los que se enfrenta, una singularidad que lo hace todavía más enigmático.
La película de Ilya Naishuller no profundiza demasiado en el grupo de delincuentes. Lo que sí hace es mostrar los aspectos más siniestros de gobiernos y entidades a la sombra de su influencia. No obstante, es Hutch, en toda su burlona crueldad e interminable colección de capacidades, lo más asombroso del argumento de esta película de asesinos a sueldo.
Pig, la más extraña de las películas sobre asesinos a sueldo
Robin (Nicolas Cage) vive en el más completo aislamiento. Su única compañía es una enorme cerda trufera, una especie de hija emocional y símbolo de su misteriosa vida pasada. Cuando el animal es robado, el ermitaño irá en su búsqueda y hará todo lo que sea necesario —incluso matar— para recuperarla.
Además de la exploración filosófica sobre la soledad y el desarraigo, el guion de Michael Sarnoski forma parte del género de las películas de asesinos a sueldo. La búsqueda de Robin de su animal está relacionada con un grupo violento que plantea un curioso subtexto a la trama.
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Más allá de ser únicamente una organización homicida, es también una especie de secta relacionada con la comida, el poder de la alimentación y la degustación. La película avanza a través de un singular escenario en el que tras una fachada de buen gusto existe algo mucho más brutal.