En varios de los momentos de Bullet Train, el argumento parece a punto de salirse de control. Ya sea por la estética exagerada, radiante y colorida, los movimientos de cámara excesivos y la violencia coreografiada como un espectáculo deslumbrante. O quizás, porque el guion —basado íntegramente en el libro de Kotaro Isaka— combina la acción y el humor con audacia desmedida.

Incluso, por el hecho de que este escenario en el que morir y matar son las únicas opciones disponibles, se sostienen sobre algo más complicado. ¿Qué ocurre cuando cinco historias violentas se entrecruzan entre sí? De alguna forma prodigiosa, la película se sostiene en un precario y eficaz equilibrio.

La respuesta podría ser una confrontación, pero para el director David Leitch, se trata de un recorrido a través del género de acción desde lo burlón. Y no es que pueda decirse que Bullet Train es una comedia —aunque sus mejores escenas hacen reír— ni que tampoco sea únicamente acción.

De la misma manera que la historia de origen, la película evade lugares comunes e intenta demostrar que una mixtura entre géneros es posible. Desde la cámara que sigue a Ladybug (Brad Pitt) hasta el tren que viaja desde Tokio a Morioka, convertido en un escenario movedizo. Todo en Bullet Train es vertiginoso por necesidad.

Como si se tratara de una reinvención juguetona y siniestra de los mejores misterios de Agatha Christie, Bullet Train plantea un enigma de entrada. ¿Quiénes son los villanos? La respuesta es obvia y Leitch juega con los matices de la moralidad al poner la posibilidad de salvar la vida como hecho único. De modo que aunque todos los personajes matarán o correrán el riesgo de ser asesinados, hay una rara colección de grises entre sus intenciones.

En particular, cuando el juego que involucra a todos los sicarios, las consecuencias de sus acciones y lo que ocurrirá a continuación, está atado a una idea. ¿Quién vivirá? Con el tren bala convertido en un paisaje sinuoso y un corredor tortuoso de la violencia, la película va más allá de un enfrentamiento entre criaturas oscuras y violentas. 

Bullet Train

Bullet Train es el curioso caso en que una película de acción que utiliza la comedia como medio para acentuar sus mejores momentos. Un intento común en mezclas semejantes, pero que Leitch logra con una habilidad que sorprende y desconcierta. Entre disparos imposibles, personajes carismáticos y una estética explosiva, la adaptación del libro Maria Beetle de Kotaro Isaka es un triunfo de imaginación y recursos.

Puntuación: 4 de 5.

Todos podemos matar y todos asesinarán, la gran premisa de Bullet Train

Quizás sea la combinación entre las cinco premisas principales lo que haga que Bullet Train tenga la sensación de ser un viaje trepidante. Uno, que enlace no solo al protagonista (y a su mala suerte), del resto de quienes le persiguen. También condiciona la posibilidad de elevar las apuestas cuando las motivaciones para matar escalan hasta volverse cada vez más urgentes. Y en medio de todo, el humor. Un bien codificado, construido y elaborado humor que se mezcla con escenas de violencia que podrían recordar a la descarnada y estética de Guy Ritchie. 

La película debe encontrar la fórmula de mezclar sus hilos narrativos sin dejar al borde detalles acerca de lo que mueve a sus personajes. Después de todo (y aunque lo parezca), este no es un encargo mercenario que se complica. Tampoco es una venganza, una búsqueda de justicia o una combinación de todo lo anterior. Bullet Train es un enfrentamiento a todo nivel con escalas cada vez más complejas de situaciones estrafalarias. A la vez, la acción se superpone como un vehículo para narrar un paisaje complicado de ideas elaboradas e incómodas. Todo mientras el tren aumenta de velocidad se incrementa la brutalidad de peleas, palizas, cuchilladas y balazos. 

Bullet Train usa la misma premisa de John Wick, de organizaciones criminales con reglas e interconexiones para crear una idea más amplia sobre su argumento. Y lo que parece una siniestra confabulación es también un recorrido brutal y temerario sobre la condición qué puede ocurrir cuando no hay límites. ¿Qué pasaría si mezclas a cinco de los asesinos más violentos, mejor adiestrados y con peor suerte en un único lugar?

La premisa se repite una y otra vez. Y quizás, uno de los fallos de guion sea parecer reiterativo en la mixtura de su mapa de situaciones. Pero a pesar de eso, hay una globalidad elegante y bien planteada sobre el sentido de la acción como un todo. Sí, todos van a morir o a matar. Sin embargo, al menos, se divertirán en el trayecto. 

Bad Bunny en Bullet Train
Sí, Bad Bunny aparece en 'Bullet Train'

Al final, todos los caminos conducen a una bala

En manos menos hábiles que las del director David Leitch, la combinación de Bullet Train habría sido una confusión de escenas caricaturescas, momentos sombríos y asesinatos aparatosos. Pero el realizador logra crear un convincente recorrido a través de un trayecto en que un asesino entre asesinos tendrá que sobrevivir. Eso, sin tenerlas todas consigo, cubierto de heridas y medio de un desafío cada vez más complicado. 

Con todo tipo de referencias al cine de acción, un elenco en el que Brad Pitt y Sandra Bullock brillan por su carisma y buen humor. Mención especial a Bad Bunny, quien es inesperadamente bueno. Es un actor con un carisma enorme, no se deja apabullar por el elenco de estrellas y es un toque desenfadado que equilibra el humor retorcido de la película.

Bullet Train es una sorpresa. Y aunque al final parece perder un poco el ritmo y exagerar en el uso de los efectos digitales, ya el resultado está completo. La película atraviesa de manera acelerada géneros, convenciones, clichés y un sentido del absurdo grotesco. Pero todo es tan entretenido y bien construido que no deja otra opción que divertirse. Quizás, su atributo más misterioso bajo la colección de escenas exageradas y peleas a mano limpia. 

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