Kaitlyn Siragusa, más conocida como Amouranth, fue protagonista en las redes estos por un directo en el que la streamer reveló la penosa situación de violencia y proxenetismo digital que estaba viviendo. Pese a que el vídeo ha sido retirado de la plataforma Twitch, aún se conservan algunos fragmentos en los que se escucha una voz masculina gritando y humillando a la creadora a través del teléfono.

En el vídeo en cuestión, Amouranth narra la situación de abuso a la que estaba sometida y refiere intimidaciones constantes y trato vejatorio por parte de su marido. La streamer relata cómo este la había estado coaccionando para grabar contenido subido de tono para la plataforma mientras mantenía el control de sus cuentas bancarias. Además, acompaña sus alegaciones de mensajes en los que se observa una escalada de amenazas, insultos y violencia verbal.

Pese a que el directo finalizó abruptamente, días más tarde, la creadora publicó un vídeo en el que aseguraba estar bien y agradecía el apoyo recibido. En él, afirmaba haberse liberado de un gran peso y reconocía estar buscando ayuda psicológica y legal para afrontar la situación.

El caso de Amouranth: violencia machista y proxenetismo digital

Sonia Núñez es experta en violencia de género y comunicación y catedrática de la Universidad Rey Juan Carlos. Desde Hipertextual, hemos hablado con ella sobre los mecanismos de control de la violencia machista.

Al respecto, Núñez nos cuenta que “en las relaciones de violencias sexuales y de género en las que se producen abusos, la agencia y el marco de interpretación de la realidad son ocupados por el agresor”. Lo que da lugar a una distorsión y manipulación de la realidad que conducen irremediablemente “a un control de la víctima por parte del agresor”.

A la situación de Amouranth se suma, además, un flagrante caso de proxenetismo digital. Sin embargo, Abel González, doctor en criminología, profesor en la UDIMA y especialista en prevención cibercriminológica, nos invita a ser cautelosos. Pues, actualmente, la legislación solo contempla el delito de proxenetismo asociado a actos de prostitución, algo que no se da en este caso. “Sí estaríamos ante unas coacciones, pues existe violencia o intimidación”, declara el experto. “Además, la pena se agrava al ser su pareja”, continúa.

Bajo el criterio del especialista, en el caso de la streamer “hay un conjunto de delitos y las penas se pueden ir incrementando”. Aunque afirma que será el juez quien determine “si los elementos que tenemos en ese hecho ya constituyen parte del delito de malos tratos y si los considera suficientes”. No obstante, se muestra de acuerdo con que los tipos penales deben actualizarse para recoger estos nuevos tipos de violencia.

Para Sonia Núñez, “la violencia machista necesita ser abordada desde un enfoque múltiple”. Por supuesto, esto incluye la legislación. Pero, también, “pasa por un esfuerzo en el ámbito educativo” y por políticas institucionales “orientadas a modificar las condiciones estructurales y sistémicas que propician las violencias”.

Nuevas formas de proxenetismo en internet

Lo sucedido con la conocida streamer ha revelado la cara más amarga de internet y cómo las redes sociales son a menudo nuevos lugares para viejas formas de violencia contra las mujeres. Hemos hablado de ello con Irene Otero, técnica de investigación en materia de violencia sexual y redes sociales en Federación Mujeres Jóvenes y doctoranda en Estudios de Género.

“El nuevo proxenetismo digital es una reinvención del proxenetismo tradicional”, ha dicho a Hipertextual. “Amparado en los valores de una sociedad profundamente patriarcal y neoliberal, busca en los entornos virtuales nuevas formas de explotar a las mujeres”.

Porno internet

En opinión de Otero, las redes sociales influyen de varias maneras en la industria de la explotación sexual de las mujeres. Por un lado, “como creadoras de opinión pública y espacio de construcción de la identidad de los jóvenes, contribuyen a la difusión del discurso ‘glamourizado’ de la prostitución”. Lo que, por supuesto, deja fuera del discurso “la relación de la prostitución con realidades estructurales menos populares, como la violencia sexual, la feminización de la pobreza o la propia trata”, apunta.

“Por otro lado, las redes sociales constituyen en sí mismas un nuevo espacio virtual de mercantilización de las mujeres”, señala Otero. En ellas, lamentablemente, “las organizaciones proxenetas han encontrado un nuevo canal de captación de mujeres jóvenes en situaciones de vulnerabilidad con distintas estrategias engañosas y coercitivas”.

Un negocio con el que ya se lucran infinidad de empresas

En el caso de Amouranth, la relación abusiva apunta a que el contenido sugerente que la streamer subía a las redes había sido obtenido mediante amenazas, abusos y coacciones directas. Lo que indica una evidente situación de proxenetismo digital. Sin embargo, las presiones que se ejercen sobre las mujeres para la obtención de contenido sexual no siempre son tan claras y evidentes.

Muchas veces, por el contrario, se esconden astutamente bajo el maquillaje con el que se presenta la desigualdad para hacerse funcional al sistema social. La cosificación de los cuerpos no libera, no empodera, no emancipa. Por mucho que los interesados en seguir nutriéndose de la explotación de las mujeres afirmen lo contrario. La precariedad, la vulnerabilidad y la violencia simbólica son también, aunque parezcan más sutiles, potentes herramientas de coacción.

Los entresijos del proxenetismo digital

Estas últimas son realidades a las que millones de mujeres se enfrentan a diario. Y con las que se lucran un buen puñado de hombres. En Hipertextual, hemos entrevistado al dueño de una de las empresas que se dedican, afirmado por él mismo, al proxenetismo digital.

Jayson Rosero está detrás de Think Expansion, un negocio que se nutre de la venta de contenido sexual ajeno en OnlyFans. “Nos asociamos con chicas para promocionarlas y desarrollar su imagen”, nos cuenta. “Ellas simplemente nos dan el contenido y nosotros hacemos el resto”. Aunque afirma rotundamente que tiene muchas clientas y que la gente “sabe dónde encontrarle”, cuando le preguntamos sobre el porcentaje de ganancias declara que “la mayoría de las veces este negocio no es tan rentable”.

Por la brevedad y contundencia de sus respuestas parece un tipo escueto y circunspecto. Sin embargo, una breve búsqueda en internet nos arroja una entrevista anterior realizada para el New York Times en la que muestra un carácter bastante contrario. En ella, no solo presume de su trabajo como proxeneta digital. También hace alarde de sacar una buena tajada de los beneficios de sus clientas, a las que clasifica en degradantes estereotipos machistas para aumentar su rentabilidad.

La compañía de Rosero se encarga de promocionar a las chicas en redes, de publicar contenido e, incluso, de contestar a sus mensajes privados haciéndose pasar por ellas. Pero no son los únicos. Existen infinidad de empresas que ofrecen estos mismos servicios. Desde Hipertextual, hemos intentado contactar con varias. En algunas ocasiones, las mejores, no hemos obtenido respuesta. En otras, la réplica ha sido amenazante y manifiestamente hostil, como en el caso de la barcelonesa KC Incorporation.

proxenetismo digital

Una actividad sin consecuencias legales, por ahora

Sobre este tipo de actividad, Abel González nos recuerda que “la figura del proxeneta es legal”. Y que, además, “la difusión de contenido íntimo no es delito, siempre y cuando se preste consentimiento”. Una vez más, la ley ampara la explotación de las mujeres en la sociedad capitalista. 

Respecto a la suplantación de identidad que podría suponer que este tipo de empresas se hagan pasar por las creadoras, González declara que la clave está en el lucro. “Inducir a alguien a engaño para obtener un beneficio económico, esa es la estafa”. Aunque, según su experiencia, sería complicado probarlo.

Volviendo a las mujeres, al existir un acuerdo, no habría nada que hacer. “Esto es un negocio”, insiste el especialista. Al menos, de momento. Pues González considera imprescindible la adaptación de la persecución penal a estas nuevas formas de explotación. “Igual que se ha recogido el delito de child grooming, que es el acoso sexual de un adulto a menores, se podría recoger el proxenetismo digital”.

Reacciones en redes ante el proxenetismo digital: violencia y más violencia

Aunque, por el momento, el proxenetismo digital no está contemplado en la ley como un delito y no conlleva condena alguna, ni jurídica ni social, para muchas mujeres es una realidad. Pero hacer público este tipo de abusos, como le ha sucedido a Amouranth, a menudo tiene terribles consecuencias para las víctimas.

Aquellas mujeres que se atreven a hablar del maltrato y la violencia que sufren son cuestionadas y censuradas. Algo que sucede aún con mayor crueldad en las redes sociales, reflejando la deshumanización a la que están sometidas las mujeres en el mundo digital. Una realidad que tiene un espeluznante correlato en las relaciones entre ambos sexos en el mundo físico.

Twitter, espacio de amor y odio

Ante lo narrado por Amouranth, otra conocida streamer de Twitch, Mayichi, le mostró públicamente su apoyo. A través de un mensaje de Twitter, señaló la gravedad de los hechos y le deseó a la creadora que tomase medidas para “vivir en paz”. Algo que también hicieron muchos otros usuarios.

https://twitter.com/Mayichii/status/1581575197748260864

Sin embargo, al igual que los mensajes de apoyo, las críticas en Twitter no se hicieron esperar. La noticia de la relación no sentó bien y muchos afirmaron sentirse engañados por la creadora, al tiempo que otros no dudaron en cuestionar la veracidad de su historia. Usuarios que la culpan de los hechos, que la juzgan por cómo va vestida o, incluso, que afirman que se merece lo que le ha sucedido. El lado más inhumano de las redes aparece una vez más en todo su esplendor. Aunque acostumbra a cebarse con las mujeres.

Los viejos rostros de la violencia machista

El desprecio y la falta de empatía mostrados por los usuarios no son nuevos. Muy al contrario, están basados en mecanismos ancestrales que Luisa Posada, filósofa, escritora y teórica feminista, conoce a la perfección.

“El ser humano se ha asimilado históricamente a lo masculino”, cuenta la pensadora a Hipertextual. Las mujeres, por tanto, quedan excluidas de lo genéricamente humano y “no se da reconocimiento a sus sentimientos, sus emociones y sus pensamientos”. Sus experiencias no tienen valor para la sociedad y el menosprecio público de las mismas no solo no acarrea consecuencias negativas, sino que, incluso, puede ser garantía de aceptación.

Además, “la palabra de las mujeres ha sido deslegitimada en el sistema patriarcal desde tiempos inmemoriales”, continúa Posada. Cualquier queja por parte de las mujeres debe silenciarse tan pronto como sea posible para garantizar la supervivencia de un sistema de dominación que se sostiene sobre sus espaldas.

“De ahí que siempre se aplique la sospecha sobre sus testimonios, sobre sus relatos, sobre sus denuncias”. Pues estas “amenazan la misma línea de flotación de una estructura política y social que se quiere hacer pasar por natural”, concluye.

Por tanto, la deshumanización de Amouranth en Twitter es funcional para una sociedad cada vez más pornificada. Y la deslegitimación de su historia es necesaria para que la misógina industria sexual se mantenga intacta. Un proceso que cuenta con las redes sociales como grandes aliadas.

Las críticas a Amouranth en Twitter son cultura de la violación

Ada Santana es la presidenta de Federación Mujeres Jóvenes, desde la cual llevan años analizando la violencia machista en redes sociales. En Hipertextual, hemos hablado con ella para tratar de entender un poco más este fenómeno.

Nos cuenta que lo que están relatando esos mensajes es muy interesante y tiene que ver directamente con la cultura de la violación, que responsabiliza a las víctimas de la violencia que se ejerce sobre ellas. Santana afirma que el consumo de pornografía y prostitución perjudica al conjunto de la sociedad y no solo a las mujeres que las sufren. “Nos afecta absolutamente a todos y a todas porque convertimos ese tipo de relaciones en nuestra cultura”, declara.

La normalización de ambas formas de violencia contribuye a crear una sociedad que cada vez tiene menos empatía hacia el sufrimiento de las mujeres, a las que se concibe como meros objetos sexuales. Una situación que empeora con el uso masivo de internet y las redes sociales. Para la experta, estas generan la concepción de que existen dos tipos de mujeres. “Está la mujer real y luego esa mujer que está en una aplicación, que no vale nada”, pues “dentro de lo virtual, yo puedo ver y hacer lo que quiera con total impunidad”.

Una manera de entender la realidad que aumenta y extrema la violencia y que perjudica a las mismas de siempre: las mujeres. “La deshumanización que se hace de las mujeres afecta al propio concepto de igualdad”, concluye Santana. Las feroces críticas hacia Amouranth en Twitter, además de su situación de abuso y proxenetismo digital, son un claro ejemplo de las formas en las que el machismo continúa operando. Y prueban, una vez más, que la violencia en las redes traspasa fácilmente la pantalla.