El quinto capítulo de Andor, disponible en Disney+, se hace preguntas esenciales y, la mayoría, dolorosas sobre las motivaciones sobre sus personajes. “¿Por qué estás aquí?”, pregunta un rebelde a Cassian Andor en un campamento que está a punto de atravesar un riesgo total. Disminuido, expuesto al escrutinio de otros, convertido en un mercenario a su pesar, el personaje es una sombra

Un detalle que no pasa inadvertido para el resto de los que le rodean. “Un arma imperial, pocas cosas, como el que tomó lo que podía y huyó”, insiste en interpelarlo el rebelde. Cassian lo mira y calla, el peso de todos los secretos — los del grupo y de los suyos — enfrentados uno frente al otro. 

El quinto capítulo sigue el mismo ritmo pausado que los anteriores, pero también integra la noción del riesgo que subyace bajo la posibilidad de la rebelión directa. Andor no es una historia en que la violencia sea el único medio para enfrentar el poder, pero sí el más inmediato. 

Lo sabe la senadora Mon Mothma, cuya tensa vida familiar se sostiene sobre lo que arriesga y el punto de equilibrio en su máscara como mujer poderosa. Incluso Syril Karn, un hombre humillado por una derrota reciente, lo sabe. La Rebelión, lo que sea por ahora y hacia dónde se dirija, es una ambición urgente de libertad más que cualquier otra cosa. 

Andor

Andor, la sombra entre las sombras

La serie de Tony Gilroy atraviesa caminos difíciles. En especial, al emplear el recurso de una narración minuciosa para construir el escenario de algo mayor. En un universo como Star Wars, emparentado con el colorido y el entusiasmo de la Space Opera, su sobriedad argumental es una dura mirada a lo humano

A lo que se esconde en las pequeñas y grandes decisiones trascendentales del futuro. La construcción de Andor continúa extendiéndose en tres escenarios distintos, pero todos enfocados a un punto concreto. ¿Cómo golpear a un monstruo burocrático como lo es el Imperio con los escasos recursos de una oposición atomizada y disgregada alrededor de galaxia? 

Andor comienza a descubrir las fisuras en los planes y los cimientos del plan del grupo al que ahora pertenece. Sin embargo, esa fragilidad es una señal de algo más. ¿Hasta qué punto los que están decididos a plantar cara al Imperio arriesgan lo que tienen? La serie pondera sobre el hecho de los grandes sacrificios en la periferia, en la penumbra. 

También, la condición de construir una posibilidad cierta de triunfo. Por ahora, contra su voluntad y sin verdadero vínculo con una lucha que no considera suya, Cassian intenta lidiar con la desconfianza de los que acompaña, de su impericia y la ingenuidad de lo que parece un plan basado en cientos de factores al azar para triunfar. 

El quinto capítulo de Andor deja claro que los primeros — invisibles — pasos de la rebelión atravesaron la duda sobre sus propósitos. Acerca del vínculo que une a los que arriesgan la vida y, también, lo que sostiene a un objetivo en apariencia fuera de su alcance. 

Ferrix, un tránsito hacia algo mayor

Ferrix, ahora ocupado por fuerzas del Imperio, es una incógnita. El planeta minero no se ha recuperado aún del ataque violento que sufrió a gran escala. Pero para los que observan desde las alturas del poder, algo está claro: demuestra un patrón. Uno que lleva a una conclusión inevitable. El control del Imperio no es total, mucho menos, al nivel que las instancias más alejadas del terreno de batalla suponen. 

Andor, Cassian Andor

Uno de los puntos más interesantes de Andor es abordar el momento en que La Rebelión comenzó a ser algo más que miembros traumatizados y heridos. ¿Hay un indicio de algo más que resistencia natural? Para la supervisora de seguridad de Dedra Meero, la respuesta es evidente. Pequeñas grietas en un aparato represor que el personaje deduce a fuerza de observación y una reconstrucción de los espacios que se unen entre sí. ¿Qué hay más allá de ataques disgregados, de lo que se conecta en medio de lo que parece una ola caótica de ataques?

Meero, que ya en el episodio cuarto dio muestras de una inteligencia brillante, es en el capítulo quinto la voz de un anuncio evidente. De la búsqueda de indicios y, quizás, la percepción cada vez más dura de que el Imperio no ha logrado una estabilidad total. Un elemento que conviene tener en cuenta a medida que La Rebelión y el poder contra el que lucha se acercan al punto inevitable del enfrentamiento encarnizado

Los rostros de héroes sin nombre en el quinto capítulo de Andor

“Vel quiere que te cuente la historia de mi vida”, dice un rebelde a Andor Cassian, en medio de la noche y a punto de acometer un plan suicida. “Hay una versión larga, pero la corta es esta: tenía una granja, vino a luchar. Fue asesinado”, murmura. Cassian aguarda y, quizás, el recuerdo de su historia pesa mucho más de lo que puede expresar rodeado de desconfianza. 

En el quinto capítulo de Andor se encuentra una vez más el hombre sin ideales, rodeado de un grupo de combatientes que solo dependen de la esperanza de algo intangible. “¿De qué era la granja?”, pregunta entonces el personaje, casi por sorpresa. “Árboles de pimienta”, confiesa el otro. Con un único detalle, Andor humaniza a sus guerreros, a sus combatientes en el desastre. 

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También, deja un mensaje que subyace al fondo de su argumento. El poder de La Rebelión está en un enfrentamiento lento y desigual, pero, aun así, necesario. Uno que cuyos puntos centrales comienzan a delinearse y, también, a sostenerse como algo mayor y más complicado. Una elegancia narrativa que brinda a Andor una atmósfera enrarecida y densa que es toda una rareza en Star Wars

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