En Andor, de Disney+, la rebelión contra el Imperio todavía es una esperanza fugaz. Una además tan borrosa e improbable como para estar integrada por grupos caóticos y sin una cabeza visible. Esa, al menos, es la deducción de Cassian una vez que aceptó la ayuda de Luthen Rael. 

Para el hombre sin pasado que interpreta Diego Luna, la mera posibilidad de un ideal resulta improbable. “No hay nada por lo cual luchar”, dice enfurecido y desconcertado. “Puede que no, pero incluso así, es necesario continuar resistiendo”, insiste su singular cómplice.

El cuarto capítulo de la serie de Disney+ vuelve a demostrar que Andor es la historia más adulta y compleja del actual universo Star Wars. Una vez que escapó de Ferrix y convertido en aliado circunstancial de La Rebelión, para Cassian las opciones son pocas. 

Todas las acepta con cinismo. Incluso el plan inverosímil de detener una línea burocrática del régimen totalitario, con un propósito confuso. Pero en el argumento, la idea sobre el bien y el mal todavía no se define del todo. De hecho, el punto más intrigante de la producción de Tony Gilroy es la sensación que toda la historia se encuentra al borde del abismo.

Andor es el nuevo fenómeno del universo Star Wars que llega en exclusiva a Disney+

Los misterios más oscuros de una galaxia muy, muy lejana

Cassian se mueve en los límites de lo moral. De nuevo expatriado, aislado, ahora perseguido como por el largo puño del poder, debe convertirse en mercenario sin desearlo. El personaje no es un héroe o pretende serlo. 

En realidad es un sobreviviente que perdió en más de una ocasión todo lo que poseía sin otro motivo que la violencia. Para el guion, Cassian es la encarnación de los habitantes de la Galaxia que el Imperio ignora. A los que trata de controlar a base de brutalidad sin lograrlo en realidad. 

Pero la serie no se conforma solo con profundizar en la condición marginal y excluida de Cassian. Al otro extremo, el personaje de Luthen Rael atraviesa el límite de lo legal a pesar del peligro y el riesgo que suponen sus decisiones. La Rebelión comienza a perfilarse como algo más que un grupo de choque. Por lo que Rael es el puente entre ambas versiones de la oposición al Imperio. 

El actor Stellan Skarsgård brinda a su interpretación, una profunda ambigüedad. En una de sus facetas, es un hombre capaz de arrojar bombas y enfrentarse a un pelotón completo de guardias imperiales y salir ileso. Una figura esquiva de intenciones grises que sorprende por su habilidad y sofisticada crueldad. 

En Coruscant, el poder comienza a mover sus extraños hilos de influencia

Pero Luthen es también su versión más desconcertante. Un hombre acaudalado de Coruscant capaz de negociar piezas de arte con una sonrisa afectada. Es una voz que susurra, capaz de guardar y traficar con secretos. Una vía de escape que corre peligro personal todavía por razones desconocidas. 

De la misma forma que el resto del argumento, las intenciones y las verdaderas motivaciones de sus personajes, son densas pinceladas de humanidad. Luthen se disfraza con cuidado para afrontar su otro deber con La Rebelion. Una vez en Coruscant es solo un rostro amable. Una máscara sofisticada que oculta una ruta hacia lo subversivo por completo inesperada.

Las preguntas son inevitables en Andor. ¿Por qué Rael arriesga su posición, futuro e incluso, su integridad física por La Rebelión? Cassian apenas vislumbró uno de sus rostros. Pero el más brillante — y más inexplicable — es el que conoce la senadora Mon Mothma. Para la importante figura política del Imperio, Luthen es un hombre que le saluda a la entrada de una tienda elegante de la Capital del Imperio. También, el único hombre en que puede confiar. 

Una mirada a la oscuridad y a las tramas que se anuncian en Andor

Andor, Rogue One

Mon Mothma es un personaje clásico en la saga Star Wars, en la que su papel creció en importancia a partir de una aparición fugaz. Pero fue precisamente la senadora, la que dio origen al film Rogue One. Su frase en Episodio VI El Retorno del Jedi, se volvió icónica. 

Es ella, la que recuerda en costo en vidas que tuvo el obtener los planos de La Estrella de la Muerte. Por lo que su aparición central en Andor, es algo más que una necesidad argumental. También es una extraña forma de simetría que permite comprender la historia de Cassian Andor en toda su dolorosa extensión.

De hecho, su aparición en el cuarto capítulo de la serie es elegante y abre la posibilidad de explorar las motivaciones que mueven a la misteriosa figura. Por primera vez, la senadora es algo más que un rostro preocupado o una voz sensata en medio del miedo. La cámara sigue al personaje a través de su vida y con ella, muestra los rigores de oponerse al poder desde su propio centro. Su encuentro con Luthen es inquietante por el mero hecho de dejar claro el aparato de opresión del Imperio. Pero más allá de eso, la tensión de un sistema construido para vigilar y convertir a la población en rehenes. 

La senadora lo es, incluso a pesar de su vida lujosa y su relevancia política. Tanto, como Los Rebeldes que planean en un descampado el más imprudente ataque a una de las líneas de distribución financiera del régimen. Andor, de Disney+, está llena de contradicciones sutiles. 

De modo que mientras Mon Mothma recibe información y asegura su compromiso, Cassian intenta comprender las motivaciones de la resistencia. Uno y otro comprenden el poder de forma distinta, pero ambos le unen la misma necesidad de sacudir las líneas de un horror mayor. 

Andor, una mirada dolorosa a las historias sin nombre de Star Wars

En Andor, El Imperio está en todas partes. Es una presencia omnipresente y al acecho. Para la senadora, que sonríe mientras trata de escapar de la vigilancia, el deber implica enfrentar, también, los límites de su propia vida. 

Al otro extremo, Cassian asume que su futuro quizás dejó a un lado la incertidumbre de solo ir de un lado a otro, pesaroso y anónimo. El personaje de Luna lleva sobre sus hombros la identidad de un tipo de figura muy poco común en Star Wars. Más allá de las batallas, las persecuciones y el asombro amable, están las víctimas. Los que sobrevivieron al asedio de batallas que nadie recuerda. 

En su cuarto capítulo, Andor cuenta el escenario de un nuevo tipo de enfrentamiento en una galaxia muy, muy lejana. El que implica el miedo, el dolor y el sufrimiento, como parte de algo más esencial y humano. Cassian, que todavía no es un héroe ni quiere serlo, comienza su tránsito para descubrir el valor de un ideal. Luthen, que cumple con un deber misterioso, atraviesa una línea complicada de riesgo. Mon Mothma, transita un mundo opulento que bordea la raíz misma del poder caníbal del Imperio.

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Entre todos, se dibuja un escenario, un futuro, un choque. Sin duda, un escenario que Andor dibuja con una cuidadosa y bien construida visión sobre su peso como historia. Tal vez, su mayor valor como producción destinada a profundizar un universo cada vez más amplio y maduro. 

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