Para su cuarto capítulo, Los Anillos de Poder, en Prime Video, apunta hacia un futuro trágico. Miriel, la reina regente de Númenor, se enfrenta a lo que parece un inminente cataclismo. Lo anuncian sus sueños, inquietos y temibles, en los que el mar termina por devastar el enclave por completo. También, las señales a su alrededor. 

El pueblo de la poderosa isla está cada vez más dividido, en medio de la soberbia y el rastro de una oscuridad venenosa. El territorio que los dioses obsequiaron a los hombres tras vencer a Morgoth olvidó su pasado

También las frágiles convicciones que sostenían el espíritu colectivo se desploman con una rapidez terrorífica. Númenor está convencido de que su preponderancia, poder e influencia son imbatibles. A la vez, está seguro del elemento clave que simboliza su flota marítima, con un alcance que deslumbra al resto de la Tierra Media.

Por lo que su antigua alianza con los elfos y su vínculo con los dioses parecen lejanos, poco importantes. Lentamente, Los Anillos de Poder comienza a mostrar los subterfugios de un desastre que se avizora, pero cuyo motivo aún no resulta del todo claro.

¿Se trata de un desastre natural en puertas? ¿De algo más complejo? La serie, que muestra el riesgo que corre uno de los lugares centrales de la mitología Tolkiana, no profundiza demasiado en detalles. A pesar de que es uno de los relatos más conocidos de los apéndices y la obra total que intenta contar. Tal vez, ese sea uno de los problemas más notorios del guion del cuarto episodio. 

Los Anillos de Poder, Galadriel

Los Anillos de Poder y su incapacidad para narrar la historia que la sostiene

Con un enorme interés en el futuro de Númenor, la gran pregunta, que la narración no responde, es ¿cuál es el peligro que acecha? Los Anillos de Poder tiene evidentes dificultades para entrelazar el trasfondo enigmático de la historia con el clima político enrarecido que describe. 

Entre ambas cosas, la lucha de Galadriel por convencer a los Dúnedain del peligro al sur aparece insustancial y sin base. Al fin y al cabo, se trata de deducciones apresuradas — o así lo muestra la serie — basadas en viejos indicios sin sustento. ¿Cómo puede demostrar la Dama Elfa la realidad física de un enemigo que se daba por muerto o, en el peor de los casos, por inofensivo? El relato aumenta su apuesta sobre la tensión, pero no hay verdaderos puntos en los cuales profundizar. 

¿Cómo narrar las deducciones de Galadriel basadas en lo que parece una intuición abstracta? Enfurecida y aislada, la diatriba de la Dama Elfa contra la reina regente carece de fuerza y solemnidad. En concreto, porque el guion no muestra la urgencia real que impulsa a la hija de Valinor. ¿Percibe a Sauron como una presencia espectral en Auge? “Estuve ciega, esto no un símbolo, es el mapa de un plan a gran escala”, explicó el personaje en el tercer capítulo

Pero en el cuarto, la percepción sobre su sabiduría —fruto de las Eras, la experiencia y las batallas— queda solapada por la necesidad de imponer su criterio. “Antes, los elfos y los habitantes de esta isla luchamos juntos, ¿no puede volver a ocurrir?”, pide con una impaciencia juvenil. Una que, además, engloba un enfrentamiento innecesario con el poder. Si antes la impulsividad de Galadriel fue un elemento que definía su fortaleza espiritual, en el nuevo episodio parece solo debilidad. 

Los Anillos de Poder, dificultad para abarcar todas las historias que perfila

Los Anillos de Poder no logra explorar con propiedad el trasfondo real de los conflictos que propone. Por primera vez, queda claro que la amplitud y la complejidad de la Segunda Edad es quizás inabarcable para un argumento lineal. Un problema que la producción intenta sobrellevar con un apartado visual deslumbrante y diversos guiños a puntos anecdóticos de la saga literaria. 

Los Anillos de Poder, orcos

La sensación se hace más evidente cuando el guion explora los sucesos inconclusos en Khazad-dûm. El reino de los enanos guarda un secreto. Uno de una importancia tan total y transcendental como para, incluso, arriesgar la vida de los mineros de la raza. Pero, de nuevo, el guion opta por analizar pequeños sucesos, que intentan crear una conexión emocional y real entre lo épico y sus personajes. 

Durin IV y Elrond debaten sobre el misterio apenas esbozado. ¿Qué es lo que oculta las excavaciones, riesgos y esfuerzos de la raza? La forma en que el guion lo analiza deja entrever que se avecina un suceso conocido por los lectores. ¿Se trata de la llegada de “Daño de Durin”, una tragedia mayor a siglos de distancia que serie deja entrever casi por accidente? 

Sin embargo, al final, la gran revelación remite a la existencia del mithril, el mítico metal que se convertiría en leyenda en las Eras por venir. Las referencias se hacen confusas, excesivas e innecesarias. Al extremo de convertir la amistad entre el elfo y el enano en un alivio cómico involuntario. No obstante, la trama de Khazad-dûm no reviste mayor importancia, ni tampoco aporta información o sustento al conflicto principal de temporada. 

Halbrand, el supuesto rey perdido y las preguntas a su alrededor

En la mitología escrita por Tolkien, Sauron es el gran responsable de la caída de Númenor. No solo logró manipular al rey y a sus súbditos para enfrentarse a los Valar. También les instigó para un ataque violento contra Valinor. Todo, después de haber sido hecho prisionero en la isla en plena confrontación de sus habitantes contra la oscuridad. 

Halbrand, el hombre del sur sin pasado y, aún, sospechosamente anónimo, parece encajar en las descripciones de Tolkien sobre un Sauron en forma humana. Mucho más, cuando el personaje provocó su encarcelamiento y, por ahora, se encuentra atrapado en la isla en mitad de conflictos internos. Pero la serie, que juega con sus secretos con pulso torpe, insiste en que sea Galadriel la que lleve a cabo la deducción más apresurada. “No hay rey en tu país, puesto que tú eres el rey”, insiste la Dama Elfa. La aseveración, sin mayor profundidad, es otro de los tantos sucesos sin explicación en un capítulo lleno de ellos. 

Por supuesto, los indicios sobran como para sospechar de Halbrand como encarnación de Sauron. Pero están construidos con tan poca inteligencia y solidez que el argumento los muestra como otras de las tantas pistas falsas sin resolución. En Númenor, el poder y el destino confluyen en lo que parece ser un cataclismo inevitable. No obstante, Halbrand sigue siendo un punto oscuro y sin mayor interés, cuando debería ser todo lo contrario.

En las tierras del sur, la oscuridad ha llegado

Los Anillos de Poder, Halbrand

“Adar” es la palabra en élfico para “padre”. Es la forma en que los orcos llaman a la criatura altiva y pálida que, por supuesto, parece emparentada con Sauron. Pero Arondir, sobreviviente a la masacre que cegó la vida de su tropa, encuentra que Adar es un misterio sin explicación. Un elfo que trata con compasión y respeto a los monstruos que le rodean. De hablar pausado y elegante. 

Aun así, lo que podría ser un indicio de los planes del villano central o de la forma en que el mal se encarna se convierte en un giro argumental débil. “La mentira se ha contado tantas veces, que incluso las piedras y los ríos la creen”, dice Adar. “Te dejaré ir con un mensaje”, añade entonces al liberar a Arondir, haciéndole portador de un anuncio inquietante. Es lo que sugiere el argumento, aunque, al final, la serie de nuevo se reserva la revelación para un momento más idóneo. ¿Cuál? No hay respuestas para eso.

No está claro cuáles son las intenciones de Adar, su naturaleza o procedencia. Tampoco, el tesoro oscuro que Theo, el hijo de Bronwyn, encontró y que le marcó como aliado involuntario de Sauron. Por extraño que parezca, es en la secuencia que muestra a los pueblos del sur la primera vez que se admite la existencia del Maia corrompido. Aún más singular es que se le emparenta con el extraño que vaga por la Tierra Media en compañía de los pelosos. “He visto las señales, ha caído del cielo, Sauron ya está aquí”, dice en voz baja un personaje, fascinado por el siniestro portento. 

Es evidente que la serie intenta que la identidad de Sauron sea el gran misterio de temporada. Pero lo hace con tanta torpeza que la información sobre el tema termina disgregada, sin lógica ni sentido. Mucho más, cuando los indicios sobre su poder son ambivalentes, frágiles y desordenados. Un error que el guion debería subsanar en los cuatro capítulos siguientes, cruciales para la coherencia de su historia. 

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Una aventura hacia ninguna parte en Los Anillos de Poder

Hasta ahora, la serie Los Anillos de Poder narró el contexto general en que transcurrirá la historia central de su premisa. Una mirada no solo a la geografía de La Tierra Media, sino también a sus razas y los conflictos que las vinculan entre sí. 

Pero para su mitad de temporada, el argumento de la producción parece perder fuerza y, de hecho, ofrece su capítulo de menos interés. ¿El motivo? La insistencia del guion en contar las particularidades de la enorme mitología en que se basa sin mayor trascendencia. En una historia cada vez más complicada, sin que haya verdadera sustancia en la narración central. 

Al final, hay una misión que cumplir y, claro está, Galadriel la encabezará. De pie, en un inverosímil golpe del destino, está a punto de enfrentarse a su enemigo más encarnizado. Eso, si en realidad no se está alejando de Númenor para dejar atrás la amenaza que busca, oculta en carne y hueso. 

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