El programa Space Shuttle del transbordador espacial fue una apuesta importante de la NASA en su plan por conquistar el espacio. Previo al aterrizaje del hombre en la Luna, Estados Unidos pensó en diseñar una nave parcialmente reutilizable. Si bien lo consiguió, el costo para la agencia espacial fue tan grande que decidió cerrar el programa en 2011 y dar de baja cuatro de los seis transbordadores construidos.
Con el interés por los viajes espaciales en aumento y el programa Artemisa en el horizonte, algunos se preguntan si es posible reutilizar algún transbordador espacial. Después de todo, el desarrollo del Sistema de Lanzamiento Espacial (sucesor del Space Shuttle) no marcha conforme a lo planeado y se ha retrasado en numerosas ocasiones. La NASA podría echar mano de sus naves y no quedar relegada ante empresas privadas en la carrera espacial, ¿no es así?
Aunque esto suena lógico para algunas personas, la realidad es que reactivar el transbordador espacial es más complejo de lo que parece. Los cuatro orbitadores — Discovery, Atlantis, Endeavour y Enterprise — que se exhiben en museos de Estados Unidos, sufrieron modificaciones y perdieron componentes críticos para su funcionamiento.
¿Qué ocurrió con los transbordadores tras cancelarse el programa?
El aterrizaje del Atlantis en el Centro Espacial Kennedy en julio de 2011 marcó el final del ambicioso programa del transbordador espacial. El fin del Space Shuttle se anunció en 2004, por lo que la NASA tuvo tiempo de sobra para definir un plan de retiro que asegurara la preservación de los orbitadores y su tecnología.
Previo a la misión STS-135, la NASA inició el proceso de retirar el Discovery y el Endeavour. Los ingenieros removieron las partes que podían representar un peligro, como el sistema de maniobra orbital (OMS) y el sistema de control a reacción (RCS). Los motores hipergólicos del OMS utilizaban metilhidrazina, un combustible tóxico altamente cancerígeno.
Los motores RS-25 que usaban los orbitadores se reutilizaron en el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), mientras que otros se donaron a museos. El módulo logístico multipropósito (MPLM) desarrollado por la Agencia Especial Italiana se readaptó como módulo permanente en la Estación Espacial Internacional. Este componente fue clave para transportar carga al espacio en todas las misiones del programa.
Miles de baldosas térmicas, necesarias para proteger el fuselaje al entrar a la atmósfera, fueron subastadas en escuelas. El sistema de protección térmica fue uno de los componentes más problemáticos del programa y la causa del accidente del Columbia en 2003.
Los orbitadores son una atracción de museo
Respecto a los orbitadores, la NASA los envió a diversos museos de Estados Unidos. El Discovery, responsable de poner en órbita el telescopio espacial Hubble, encontró hogar en el Museo Nacional Discovery del Aire y el Espacio de Virginia. El Atlantis se quedó en el Centro Espacial Kennedy de Florida, mientras que el Endeavour partió hacia el museo ScienCenter de California.
El Enterprise es un caso especial, ya que si bien fue el primer transbordador espacial del programa, nunca viajó al espacio. El orbitador fue construido sin protección térmica o motores, no obstante, se usó para pruebas de descenso. La mayoría de las partes originales se reutilizaron en los otros orbitadores, por lo que la NASA tuvo que reconstruirlo antes de llevarlo al Museo Enterprise Intrepid Sea, Air & Space de Nueva York.
Los orbitadores que se encuentran en los museos tienen algunos componentes importantes, como los brazos robóticos y la mayoría de sus baldosas térmicas. Pese a que los motores se quedaron en la NASA o se exhiben por separado, los vehículos mantienen sus boquillas.
Reactivar un transbordador espacial sería casi imposible
Antes del dar de baja sus transbordadores y enviarlos a los museos, la NASA consideró un plan para mantener al Endeavour en condiciones de vuelo. La agencia espacial buscaba un financiamiento de 1.500 millones de dólares para realizar dos misiones por año. En ese momento era claro que los directivos no tenían prisa en cancelar el programa y analizaban la viabilidad de utilizar uno de los transbordadores hasta 2017.
Si la NASA quisiera enviar al Endeavour al espacio en 2022, no solo tendría que montar los motores, fabricar baldosas térmicas y el hardware de carga útil, por citar algunos ejemplos. También necesitaría recuperar el hardware y los sistemas de tecnología de información usados en la época. Antes del cierre del transbordador espacial, el Pentágono destruyó la mayoría de discos duros para evitar la fuga de información sensible.
Revivir un transbordador espacial también requeriría de factores externos, como activar los edificios de ensamble, plataformas de lanzamiento o sistemas de transporte. Todos ellos ya fueron modificados para adaptarse al programa SLS.
En el caso de los Boeing 747 que se empleaban para transportar los orbitadores, ambos se encuentran exhibiéndose en museos.
Reactivar el Space Shuttle no solamente sería imposible, sino que costaría una fortuna. Si algún presidente tuviera la loca idea de recuperar una parte de la historia de la NASA, se enfrentaría un cúmulo de obstáculos técnicos y logísticos. Si después de todo consiguiera su cometido, enviar al Endeavour no ofrecería una ventaja frente a la Crew Dragon o la futura Orion.